Joaquín De Luz se despide de la Compañía Nacional de Danza con una velada discreta y algo desactualizada
La bailarina y coreógrafa Muriel Romero será la nueva directora de la agrupación a partir del 1 de septiembre
Cuando Joaquín De Luz fue nombrado director de la Compañía Nacional de Danza en 2019 anunció que quería que esta institución se abriera a todos los estilos. La estrella internacional recién llegada de Nueva York dijo querer contemplar un abanico que abarcara desde el ballet clásico de repertorio hasta “los nuevos lenguajes más vanguardistas de las artes del movimiento”, tal y como aún puede leerse en la página web de la compañía bajo el título de “Las 10 claves de su visión” (de la de De Luz). Sin embargo, en estos cinco años al frente de la CND al bailarín se le recordará especialmente por haber intentado recuperar el ballet clásico y neoclásico. Seguramente con un presupuesto insuficiente para que este tipo de producciones estén a la altura de las mejores; tal vez, con esa idea difundida y anclada en la mente de muchos de que la Compañía Nacional de Danza debe ser una agrupación que se encargue del ballet clásico, especialmente.
Lo cierto es que la recuperación de obras como Giselle y La Sylphide (que se volverá a ver el próximo mes de agosto en el Palacio de Festivales de Santander) así como la elaboración de programas mixtos en los que no han faltado las zapatillas de puntas —a los que se ha venido titulando con poco acierto, como aquel Pura Danza o el que se está mostrando ahora en Conde Duque y que han llamado Deja que la danza te transforme—, certifican este entusiasmo por lo académico. No tanto por esos lenguajes vanguardistas que también rezaban en su credo y que se han echado de menos. También ha faltado el nombre de más coreógrafas nacionales e internacionales que crearan para la compañía estatal, tal y como reza en el punto tres de ese decálogo insertado en la web del colectivo. La diferencia entre hombres y mujeres creadoras que han pasado estos años por las filas de la CND es absolutamente abismal y si bien no parece habérsele dado demasiada importancia se trata de un derecho fundamental y no demagogia. Aunque algunos prefieran ubicar este hecho en una simple tendencia para poder escapar del fomento de la desigualdad.
En este sentido, el programa que se vio este jueves en el patio del Centro Cultural Conde Duque y permanecerá en cartel hasta el 21 (cuatro días son todo un hallazgo si tenemos en cuenta que otras compañías de danza suelen estar dos días en cartel, con suerte), es representativo de todo lo dicho y que ha definido, en parte, la dirección de De Luz. No hubo estrenos ni sorpresas, las cuatro obras que se mostraron ya habían pisado los escenarios en este mandato de la CND. Y los bailarines se mostraron correctos en la técnica, sobre todo más clásica, si bien se echó en falta en algunas ocasiones esa musicalidad tan importante en la interpretación del cuerpo. Fue lo que falló en los primeros momentos de Remansos, obra que abrió la velada. Estrenada por la CND en 1998, esta obra de Nacho Duato sobre música de Enrique Granados requiere de delicadeza y destreza a partes iguales. Y aunque en ambas los intérpretes del colectivo estuvieron a la altura, les faltó cierta calidez, poesía.
‘Sinatra Suite’ es un ‘pas de deux’ sin mucha enjundia coreográfica y abarrotado de estereotipos diversos que ni siquiera proporcionan el lucimiento de De Luz como el estupendo intérprete que es
El dúo que siguió a continuación, Sinatra Suite de la coreógrafa norteamericana Twyla Tharp, llevó a Conde Duque ecos de musical y danza made in usa de la que tanto ha bebido Joaquín De Luz (pasó muchos años siendo bailarín destacado del American Ballet Theater y el New York City Center). Con banda sonora de Frank Sinatra, este dúo interpretado por el propio De Luz cuenta ya con 40 años desde que se creó y el paso del tiempo no le ha sentado bien. Se trata de un pas de deux sin mucha enjundia coreográfica y abarrotado de estereotipos diversos que ni siquiera proporcionan el lucimiento de De Luz como el estupendo intérprete que es. Al finalizar el dúo, el bailarín recibió aplausos y un ramo de flores a modo de despedida.
Llegó después el momento para la exhibición de la técnica clásica que los bailarines de la CND han adquirido en estos últimos años. Fue con Tschaikovsky pas de deux, un paso a dos de 14 minutos, pieza breve emblemática de la historia del ballet estrenada por George Balanchine para el New York City Ballet en 1960, que los bailarines interpretaron con temple y sabiduría. Tras un descanso de quince minutos, la noche se cerró con Passengers Within, una coreografía del propio De Luz estrenada por la CND en 2022. Con música de Philip Glass, la obra transita por cierta falta de pulsión y un lenguaje coreográfico algo exiguo, más acertado en las composiciones de dúo que en las estampas corales de los 20 bailarines que forman el elenco de este montaje.
En general se dieron interpretaciones correctas en un programa heterogéneo con la mirada puesta en el pasado (y en la danza norteamericana) que viene ofreciendo una imagen de la Compañía Nacional de Danza algo desactualizada y reducida. Muy lejos del emblema internacional que representó durante años y direcciones pasadas. A partir del 1 de septiembre será la bailarina y coreógrafa Muriel Romero quien dirija la formación con, aparentemente, un cambio radical en su línea artística.
Dirigir la Compañía Nacional de Danza no debe ser fácil. Sobre todo después vivir una de sus épocas más doradas en varios sentidos con Nacho Duato al frente (de 1990 a 2010). Tal vez quienes pueden hacerlo deberían preguntarse qué se quiere conseguir con ella, a dónde y a quiénes se quiere llegar, qué se quiere hacer de la CND. Y a partir de ahí, cumplir en la medida de lo posible con el discurso por el que se ha conseguido la dirección del colectivo mediante concurso público.
‘Remansos’. Coreografía: Nacho Duato. ‘Sinatra Suite’. Coreografía: Twyla Tharp. ‘Tschaikovsky pas de deux’. Coreografía: George Balanchine. ‘Passengers Within’. Coreografía: Joaquín De Luz. Compañía Nacional de Danza. Centro Conde Duque. Patio Central. Veranos de la Villa. Madrid. 18 de julio de 2024.
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