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El arte choca con la ciencia en Los Ángeles

Convertida en una de las grandes citas culturales de California, PST ART reivindica el diálogo entre ambas disciplinas con un mensaje ecologista que resuena en un paisaje calcinado por los incendios

'Open Sky Emplacement' (2023), de Marcus Zúñiga, en el Benton Museum of Art de Claremont (California).
'Open Sky Emplacement' (2023), de Marcus Zúñiga, en el Benton Museum of Art de Claremont (California).Marcus Zúñiga
Álex Vicente

¿Qué hora es en Los Ángeles? La ciudad levanta la cabeza entre los escombros y recupera con esfuerzo la normalidad en un sinfín de paisajes devastados que, pocas semanas antes de los incendios, recorrimos para escribir estas líneas. En cuestión de días, como en una funesta ilusión óptica, se convirtieron en ruinas calcinadas. Lo más inquietante es que algunas de las exposiciones de Pacific Standard Time, ambiciosa iniciativa artística de la Fundación Getty rebautizada ahora como PST ART, parecían augurar el desastre. En el recuerdo está una imagen de la muestra Storm Cloud, en la Huntington Library de Los Ángeles, que ubica los orígenes de la actual crisis climática en la industrialización en la Inglaterra del siglo XIX.

Una estampa recoge una vista del condado de Shropshire, zona emblemática de la revolución industrial y conocida por su papel clave en el desarrollo de la siderurgia, con el fulgor incandescente de los hornos en segundo plano. No era un incendio, o tal vez sí. ¿Reflejaba esa viñeta anodina el resplandor del desarrollo industrial o más bien el primer destello de una ignición en plena naturaleza, allá por los albores del Antropoceno? Días después, la imagen nos pareció casi idéntica a la de un bombero indefenso en las colinas de Palisades, donde la escasez de lluvias y la sequedad de la vegetación, factores inducidos por el cambio climático, no hicieron más que agravar la situación.

'Iron Works of Coalbrook Dale' (1805), de Philippe-Jacques de Loutherbourg. La obra forma parte de la muestra 'Storm Cloud: Picturing the Origins of Our Climate Crisis' en la Huntington Library de Los Ángeles.
'Iron Works of Coalbrook Dale' (1805), de Philippe-Jacques de Loutherbourg. La obra forma parte de la muestra 'Storm Cloud: Picturing the Origins of Our Climate Crisis' en la Huntington Library de Los Ángeles.The Huntington Library, Art Museum, and Botanical Gardens.

La iniciativa de Getty, generoso mecenas que ha repartido 20 millones de dólares para financiar 84 exposiciones en todo el sur de California, de San Diego a Palm Springs, sigue un hilo temático vago, pero pertinente: los vínculos entre arte y ciencia, a los que cabe sumar la palabra ecología, subtexto insistente en la mayoría de las propuestas. En conjunto, todas parecen oponerse a la famosa conferencia pronunciada por C. P. Snow en 1959 sobre “las dos culturas”, que definía el lenguaje artístico y el científico como dos reinos enemistados e irreconciliables. PST ART defiende, al contrario, que han cooperado desde hace siglos, en una síntesis que invalida toda hipótesis de cisma. En la biblioteca histórica de Caltech, la universidad de los Premios Nobel localizada en Pasadena, ciudad afectada por el incendio de Eaton, una pionera del movimiento Light and Space como Helen Pashgian, de 91 años, expone una esfera en la que parece observarse la infinidad del cosmos, igual que la concha que contiene el rumor del océano.

A su alrededor, varios objetos y documentos demuestran que esta intersección de disciplinas no es nueva, ni mucho menos. Galileo ya creó ficciones artísticas para representar el espacio, como sus expresivas grietas en la superficie de la Luna, y ciertos dibujos botánicos pueden ser considerados obras de arte. Los telescopios espaciales como Hubble y Webb capturan imágenes en longitudes de onda que van más allá del espectro visible para el ojo humano. Al traducir esos datos, los científicos de la NASA actúan como coloristas: aplican un procesamiento cromático para que podamos ver algo. La estructura molecular se entiende, salvo si uno es de letras puras, gracias a modelos 3D realizados por anónimos, no muy distintos a las esculturas dadaístas. Y un panorama lunar aparece yux­tapuesto al Death Valley en una obra de Stephen Nowlin, en una representación que destila la misma esencia del paisaje estadounidense que inmortalizaron los fotógrafos de comienzos del siglo XX.

Varias millas al sur, el Museo de Historia Natural inaugura una nueva sala de dioramas que llevaba cerrada 30 años. La renovación busca corregir las imprecisiones científicas de estas representaciones del mundo natural, tan emblemáticas de los museos estado­unidenses. Tres de ellas han sido encargadas a artistas actuales. La que firma Lauren Schoth refleja el recubrimiento de hormigón del cauce del río de Los Ángeles para controlar las inundaciones. La transformación, concebida como una solución de ingeniería, acabó por convertir el río en una arteria artificial, y en emblema de la urbanización extrema del paisaje californiano. Por su parte, el Museo de la Academia recuerda que la mayor invención de la ciudad, la industria de Hollywood, también implicó esta inevitable alianza entre arte y ciencia, como demuestra una muestra dedicada a la invención de la película en color. Las exposiciones históricas abundan en el programa. Por ejemplo, en el propio Museo Getty, la muestra Lumen recuerda la fascinación por el firmamento estrellado existente desde la Edad Media, de la que da fe desde una impresionante colección de astrolabios hasta las instalaciones contemporáneas de Anish Kapoor, que también parecen vincular luz y divinidad.

'Pacific Wave' (1987), de April Greiman, expuesta en el LACMA de Los Ángeles.
'Pacific Wave' (1987), de April Greiman, expuesta en el LACMA de Los Ángeles.April Greiman (LACMA)

En el flanco ocupado por el arte reciente se sitúa Beatriz da Costa, expuesta en la Galería Municipal de Los Ángeles, que recuerda sus performances en las que palomas equipadas con sensores recolectaban datos sobre la contaminación del aire, un ejemplo brillante de arte confundido con activismo (¿o era al revés?). En el MOCA, Olafur Eliasson reúne 26 obras nuevas que reformulan viejas ideas sobre la luz, el color y la geometría, en las que los principios de la física y la óptica se ponen al servicio de una experiencia sensorial con implicaciones políticas. En el Hammer, la exposición Breath(e) agrupa a artistas y colectivos con un mismo impulso militante: desde las fotografías de LaToya Ruby Frazier, que documentan la crisis del agua en Míchigan, hasta el colectivo ikkibawiKrrr, que aborda la vida de las haenyeo, buceadoras de la isla coreana de Jeju que recolectan algas con una técnica de respiración ancestral.

Con todo, la obra más ominosa podría ser una instalación de David Bowen realizada con el Laboratorio de Astrobiología de la NASA: un campo de juncos mecanizados que se agitan al ritmo dictado en tiempo ­real por los vientos de Marte, tan furiosos como los de California. Y que lanzan un presagio aciago: el de un ecosistema condenado a parecerse al del planeta vecino, donde el dióxido de carbono, las temperaturas extremas y las tormentas de polvo han sofocado cualquier rastro de flora y de fauna.

‘PST ART. Art & Science Collide’. Los Ángeles. Hasta el 1 de marzo.


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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.
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