Ana Rodríguez Fischer: “Dolores Medio es una autora injustamente olvidada”
La profesora, crítica y escritora revisita la vida de la pintora Maruja Mallo en ‘Notre Damme de la alegría’
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Tres décadas después de detenerse en la figura de la pintora Maruja Mallo, la crítica y catedrática Ana Rodríguez Fischer (Vegadeo 1957) revisita la biografía de este personaje clave de las vanguardias en Notre Damme de la alegría (Siruela). Autora de ensayos como Por qué leemos novelas o Paseantes y curiosos, además de haber realizado ediciones críticas de la obra de Juan Marsé o Eduardo Mendoza, Rodríguez Fischer ha publicado novelas como Antes de que llegue el olvido o El pulso del azar.
¿Qué libro la convirtió en lectora? Los cuentos de hadas, las leyendas y narraciones populares, las “historias sagradas”, Mujercitas, de Louisa May Alcott.
¿Y en escritora? Todo lo que vino después: desde los clásicos juveniles (Verne, Salgari, Stevenson), los novelistas del XIX (fascinación por Dostoievski), nuestros escritores canónicos y los grandes innovadores del XX: Proust, Kafka, Döblin, Musil, Faulkner, Joyce…
¿Han cambiado sus motivos para leer novelas? No. He descubierto matices, pero pervive lo esencial, la extraña alianza que esas otras voces me regalan: compañía-soledad, mundo-persona, conciencia-emoción, realidad-ensueño… y libertad.
¿Cuál es el libro que ha recomendado más veces? Barrio de maravillas, de Rosa Chacel.
¿Cuál es la mejor crítica que ha recibido? En el sentido de serme favorables, muchas; pero, de manera especial, las que me dedicó Ricardo Senabre.
¿Y la más extravagante? La de Jesús Lázaro Serrano en El Diario Montañés; de mi novela lo censuraba todo, subrayando “el lenguaje impropio de una profesora de literatura de la Universidad, por mucho que sea de Barcelona”, porque ¿qué es eso de “ascensión al subsuelo”? Pues era el título de uno de los poemas que Rafael Alberti dedicó a Maruja Mallo.
¿Qué autora está injustamente olvidada? Dolores Medio, cuyas novelas tienen la calidad y exigencia de los autores de su generación, la del medio siglo.
¿Cuál ha sido la última exposición que le ha gustado? La antológica de Caspar David Friedrich, en la Alte Nationalgalerie de Berlín em 2024.
¿Qué libro no ha logrado terminar? La saga de Karl Ove Knausgard Mi lucha; no acabé la cuarta entrega, Bailando en la oscuridad.
¿Y el que tiene abierto ahora mismo en la mesilla de noche? Hasta que empieza a brillar, de Andrés Neuman; espléndida novela que rescata la vida de María Moliner, la mujer que nos trajo las palabras.
¿Qué película ha visto más veces? Doctor Zhivago, de David Leans.
¿La última serie que vio del tirón? This Town, de Steven Knight.
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? Dice mi marido que Suzanne, de Leonard Cohen.
¿En qué museo se quedaría a vivir? En la Neue Nationalgalerie de Berlín.
¿Qué suceso histórico admira más? La creación de la Unión Europea. Carece del aura épico-gloriosa, pero el proceso de construir la unión entre naciones es extraordinario y hoy más necesario que nunca.
¿Qué encargo no aceptaría jamás? Escribir una biografía.
¿Qué está socialmente sobrevalorado? Estar: que te conozcan, que hablen de ti, que te llamen...
¿A quién le daría el próximo premio Cervantes? A Enrique Vila-Matas.
De no ser escritora le habría gustado ser... Médico. Me fascina la vida y soporto bien mi sufrimiento, pero soy incapaz de distanciarme para observar el dolor de los demás.
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