_
_
_
_

“Dicen que somos gente seria”

Una caja de ahorros emite últimamente un anuncio con el que al mismo tiempo que adula nuestro chovinismo nos reclama los haberes

Una hoguera en la jornada de huelga del pasado del 29 de marzo.
Una hoguera en la jornada de huelga del pasado del 29 de marzo. CARLES RIBAS

Felicito al president Artur Mas por el Premio Sentit Comú, que una entidad —sin duda prestigiosa y ferozmente independiente— acaba de otorgarle por transmitir “una imagen de rigor, solidez y seriedad a la ciudadanía, pero también al resto del Estado y al extranjero”.

Sin duda se merece el premio, pues en efecto el mundo entero admira a Mas, pese a su tendencia a subirse, ¡hale hop!, al primer helicóptero que se le pone a tiro. Rompió el cerco de los indignados al Parlament gracias a un helicóptero de la policía, y ahora ha repetido la hazaña. Viendo que no llegaba a tiempo a la Fira de la Primavera de Campllong, donde se había comprometido a entregar una medalla a la mejor vaca frisona de totes les vaques que es fan i es desfan, telefoneó a Felip Puig: “¡Envíame un helicóptero!”. Y fue así, volando como un águila, como llegó Mas al certamen agrícola donde le impuso a la vaca la medalla al mérito lácteo que se ha ganado a pulso.

A los sindicatos policiales la cosa les ha disgustado mucho. Lo consideran un despilfarro, y encima en época de recortes salariales. A mí me importa un pito que suba Mas en helicóptero, como si le da por chupar candados. Pero me molesta que tras imponer la medalla a la vaca aprovechase para largar un discurso en el que hizo una llamada a “omplir el calaix de la Generalitat”. ¡Hombre, no fastidie!

Yo creo que indica falta de sentit comú, si no algo peor, que los responsables del derroche, la deuda y la penosa situación en que nos hallamos, que son las entidades financieras y sus correas de transmisión —políticos y mass media—, reprochen a la esquilmada ciudadanía haber “vivido por encima de sus posibilidades”, la inviten a ahorrar y a invertir, y encima a invertir en ellos.

Una caja de ahorros emite últimamente un anuncio con el que al mismo tiempo que adula nuestro chovinismo nos reclama los haberes: “Dicen que somos gente seria. Dicen que lo que somos no se conoce en parte alguna. Que tenemos un territorio pequeño. Que solo nos gusta trabajar. Eso sí, aceptémoslo: los catalanes somos buenos ahorradores. Un asesor irá a tu casa…”. Teniendo en cuenta que esa caja —como tantas otras de toda España— ha tenido que ser intervenida por el Estado (o sea: rescatada con el dinero de todos los españoles, ¡murcianos y extremeños incluidos!) y que está a la venta, es especialmente grotesco.

Otro banco también difunde anuncios chistosos sobre “el ahorrador” y “el no ahorrador”. Ayer, a un señor de 80 años le animaban a endeudarse con una hipoteca por 30 años. Hoy, eres más cool si eres “ahorrador”. Y una carrera popular organizada por una gran entidad comercial se anunciaba la semana pasada con este lema en las banderolas: “Pocas cosas gratis te hacen sentir tan bien…”. Se trata, en fin, de convertir la ruina social en un gancho para la publicidad. Ahora hay que disfrutar de lo gratis y ser feliz. Yo a esto lo llamo “el aprovechamiento total de la vaca frisona catalana”.

¿Que somos gente seria? Más bien seguimos siendo gente kitsch. Creíamos que el populismo era un pecado del siglo XX, cuando la URSS estaba llena de carteles en los se veía a Stalin, firmemente agarrado a un timón, con el lema El capitán del país soviético nos lleva de una victoria a otra, y cuando Fidel Castro en persona ordeñaba a la vaca Ubreblanca, cuya asombrosa producción de leche figuraba cada día en la portada de Gramma

Diré una obviedad zizekiana: la culpa de la crisis no es la codicia ni la ambición individual ni el despilfarro o gasto excesivo de los ciudadanos, ni su codicia, que les ha llevado a estirar más la mano que la manga, a endeudarse, a querer disfrutar de bienes que el mercado le ofrece, y que ahora es justamente castigada. Porque el deseo de crecer más, tener más, obtener más, vender más, y comprar más, y poseer más, no son vicios particulares, sino el meollo mismo, el motor de nuestra civilización, o sea —me permito recuperar palabras en desuso— del sistema o sea del capitalismo. No es justo castigar a la gente por haber hecho lo que se le dijo que hiciera, y se le dijo por activa y por pasiva, en el discurso público y subliminalmente. Es injusto castigarla por los pecados del estamento político-financiero y sus predicadores. Y de esta injusticia vienen todas las indignaciones públicas, en Barcelona y en Wall Street. Que fracasarán como anarquía insignificante si no se organizan para vertebrar una alternativa.

Perdón por usar las palabras capitalismo, sistema y alternativa, y pensar en ideología y en cambios estructurales, no lo haré más. Mientras, Mas sigue con la matraca del desafecto a España, sube al helicóptero, condecora vacas, pugna por convertir Barcelona en Las Vegas e inaugura la exposición sobre El Bulli en el Palau Robert. Por cierto que esta coincidía con su aniversario, y Bibiana Ballbé, pizpireta locutora de su televisión, animó al público a secundarla cantándole el Moltes felicitats. En plan Marilyn-Kennedy, ¿entiendes? Y en casa de Trimalción. Y luego dijo Mas: “Mucha gente es pesimista, ¡yo no!”. ¡Nos alegramos! ¡Le seguimos con una sonrisa! ¡Con él se despejará el horizonte! ¡Confiamos en él!

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_