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En gallego hasta en la muerte

35 vecinos de Gondomar firman para que sus lápidas estén en el idioma propio

Un momento de la firma de la declaración por parte de los vecinos de Morgadáns, en una imagen cedida por valminor.info.
Un momento de la firma de la declaración por parte de los vecinos de Morgadáns, en una imagen cedida por valminor.info.ÁLVARO PERALTA

La conquista de espacios de uso de la lengua gallega en las últimas décadas no ha logrado traspasar el umbral de la muerte. Si los cementerios fuesen un espejo fiel de la realidad sociolingüística, Galicia sería monolinge en castellano. Mientras que el gallego sigue siendo el idioma de la mayoría de la población, solo una de cada mil lápidas están escritas en esa lengua. Para paliar ese abismo entre vida y muerte, la Asociación de Funcionarios para a Normalización Lingüística promueve desde hace años una declaración de voluntad en la que el firmante pide que todos las ceremonias y actos relacionados con su fallecimiento se desarrollen en el idioma en el que vivió, en gallego.

 Un total de 35 vecinos de Morgadáns, una parroquia del municipio pontevedrés de Gondomar, solemnizaron el pasado domingo su adhesión a este escrito en un acto en el que el fiscal superior de Galicia, Carlos Varela, ejerció de notario público. El texto refrendado también establece una manda para que los hijos defiendan el patrimonio cultural heredado “ante las adversidades que lo pudiesen amenazar”. Los participantes han decidido cambiar las lápidas de sus familiares. Xaime Lugilde, el promotor de la iniciativa y vocal nacionalista de la entidad menor de Morgadáns, explica que evaluarán si hacerlo colectivamente, en otra ceremonia pública.

Lugilde comenta que la cantidad de adhesiones desbordó sus cálculos. La mayoría de firmantes son adultos de entre 40 y 50 años, pero también hay gente joven y mayores. Destaca los apoyos recibidos desde la importante colonia de emigrantes de la parroquia (en la que habitan unas 3.000 personas) de Uruguay. También resalta que su propuesta fue respaldada por unanimidad en la entidad menor, con mayoría del PP.

Su presidente, el popular Urbano Esmerode, participó en el acto y llamó a los vecinos a defender “el mayor patrimonio” de los gallegos, su idioma, según recoge el portal de información local valminor.info. La ceremonia se desarrolló en el atrio de la iglesia parroquial y remató con la colocación de una placa en la entrada del cementerio. “En la memoria de los que yacen aquí, porque gracias a ellos Galicia sigue teniendo cultura y lengua propias”, reza el texto, obviamente escrito en gallego.

“Galicia necesita galleguizarse ahora y siempre; ayer, hoy y mañana; en la vida y en la muerte”, dice enfático, parafraseando un poema de Ramón Cabanillas, Xosé González, secretario de la Asociación de Funcionarios para a Normalización Lingüística. González, veterano activista por la normalización, promueve desde hace años por toda la comunidad actos como el celebrado en Morgadáns. Los últimos, en Calvos de Randín, Xinzo de Limia, A Estrada o Vilaboa.

Dice que las declaraciones, que en realidad no tienen un valor legal ni vinculante, sí que se van cumpliendo y que en los cementerios de esas localidades ya se han cambiado lápidas. Recuerda que cuando comenzó había “mucho recelo” y hasta le reprochaban tener una “mentalidad necrofílica”, pero esas reticencias se han disipado en gran parte, a su juicio, porque la muerte forma parte de la cultura del país.

González califica como “pernicioso” que los cementerios “hablen en castellano”, cuando sus moradores utilizaron en vida el gallego. En en este sentido, define los campo santos como “espejos deformantes” de la realidad lingüística de muchas parroquias de la comunidad. Amplía su análisis a las esquelas publicadas en la prensa, de las que solo un 1% están en el idioma propio, un porcentaje todavía menor que cuando empezó con la idea hace 12 años. Culpa de esta anomalía a la masa de votantes nacionalistas, unos 300.000. “No han profundizado en el mensaje de Cabanillas”, lamenta.

El diputado del BNG Bieito Lobeira promovió en 2006 una proposición no de ley en la que pedía a la Xunta que fomentase y facilitase el uso del gallego en todos los actos relacionados con la muerte. La iniciativa, que causó gran revuelo en la derecha mediática, fue aprobada por unanimidad, pero seis años después ha caído en saco roto. Ni el bipartito ni el actual Gobierno tomaron ninguna medida concreta al respecto. Lobeira solo recuerda un convenio de colaboración firmado con la Iglesia católica para que en las ceremonias funerarias se hablase en gallego.

Esa dejadez de la Administración refuerza la tesis de Xosé González de que han de ser los ciudadanos los que se impliquen para corregir la situación. Cada gallego, proclama, debe hacer un acto de galleguidad para preservar el idioma y transmitirlo a las generaciones futuras. “Si hubiese una hecatombe de grandes dimensiones, los arqueólogos descubrirían que aquí no se habló gallego”, argumenta, y apunta que esta “perversión” de la realidad no se produce ni en Euskadi ni en Cataluña. No basta, dice, con con defender el gallego el Día das Letras, hay que hacerlo “todo el año; y vivir en gallego, también en la muerte”.

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