La designación de Urkullu abre la puerta a una nueva renovación orgánica
Los estatutos del PNV siguen fijando la exigencia de mantener la bicefalia
El PNV confirmó ayer, con la elección de Iñigo Urkullu como su candidato oficial a lehendakari, la trascendental relevancia que da a las próximas elecciones autonómicas, con las que aspira a recuperar el Gobierno que abandonó en 2009 tras tres décadas en Ajuria Enea. No es una designación baladí la del presidente. Además de tener el perfil más contrastado, su condición de líder orgánico de la formación abre la puerta, si gana finalmente los comicios, a una posible renovación interna que, de producirse, no se antoja sencilla. Es el peaje que está dispuesto a pagar el partido nacionalista con tal de instalarse de nuevo en el poder autonómico, el objetivo que ha marcado el día a día de su actuación a lo largo de los tres últimos años.
Ortuzar gana peso como posible relevo si los peneuvistas ganan los comicios
Garaikoetxea, el primero
Carlos Garaikoetxea Urriza (Pamplona, 1938) fue el segundo y último presidente del órgano preautonómico del País Vasco, el Consejo General Vasco, y el primer lehendakari tras la promulgación del Estatuto de Gernika (1980), cargo que ocupó hasta 1985 como representante del PNV, partido que abandonó tras la escisión que provocó su enfrentamiento con Xabier Arzalluz, y que le llevó a fundar y presidir Eusko Alkartasuna (EA), un año después. Este abogado también ha sido europarlamentario, cargo que desempeñó entre 1987 y 1989. Símbolo inequívoco de EA, participó en el proceso de integración en la coalición abertzale Bildu.
Aunque renovados recientemente, los estatutos del PNV siguen fijando como requisito el mantenimiento de la bicefalia que separa el liderazgo interno del institucional. Si Urkullu alcanza el segundo al ganar las elecciones, tendrá que renunciar al primero. No cabe otra posibilidad. Solo su designación como lehendakari, sin embargo, abocaría a reiniciar una renovación orgánica que culminó el pasado mes de enero con su confirmación como presidente, tras cuatro años al mando. Hasta los comicios, incluso durante la campaña electoral, podrá mantenerse al frente de la formación, cargo que ha utilizado como altavoz mediático para consolidar su liderazgo político.
Aunque no se prevé a corto plazo, la designación de Urkullu y sus opciones de ser lehendakari han reabierto el debate interno en el PNV sobre la elección del futurible sucesor del actual presidente. De llevarse finalmente a cabo, serían las organizaciones municipales, a través de un proceso a doble vuelta entre las bases, las encargadas de poner sobre la mesa los nombres de los posibles sustitutos. Nada de esto ocurrirá, sin embargo, antes de 2013, ya que a las próximas elecciones autonómicas, cuya fecha aún se desconoce pese a la posibilidad de un adelanto tras quedar el PSE en minoría, le sucederán la conformación del nuevo Gobierno vasco y, en caso de liderarlo Urkullu, el propio proceso peneuvista de renovación interna.
Ardanza, al final, añorado
José Antonio Ardanza Garro (Elorrio, 1941) fue un recurso de urgencia tras la escisión del PNV que necesitó fortalecerse ante las heridas internas y ahora, en cambio, sigue siendo añorado en amplios sectores de la sociedad vasca, sobre todo por su esfuerzo condensado en el Pacto de Ajuria Enea.
Este abogado comenzó su carrera política como alcalde de Mondragón, tras el fin de la dictadura de Franco, para luego ser diputado general de Gipuzkoa. Ocupó el cargo de lehendakari entre 1985 y 1999. Encabezó los gobiernos de coalición con el PSE-EE) y al dejar la política fue nombrado presidente de Euskaltel, cargo que abandonó al jubilarse.
Varios nombres emergen con el cartel de posibles, aunque es el del actual presidente del partido en Bizkaia, Andoni Ortuzar, el que lo hace con más fuerza. Tras la de Urkullu, su figura es la más consolidada en el bastión por excelencia del PNV y ningún candidato de otro territorio parece a día de hoy capaz de competir con él entre las bases. Aunque trasladaría la renovación orgánica a nivel territorial, su ascenso al máximo puesto orgánico significaría la culminación del control del partido por parte de la línea oficial, en detrimento del ala soberanista que encabeza el líder de la formación en Gipuzkoa, Joseba Egibar.
Al máximo representante del sector crítico “solo le queda ya salvar los muebles” a nivel interno, en palabras de un destacado militante peneuvista. Y por esto entiende conservar su condición de portavoz en el Parlamento y la de presidente del partido en su territorio.
Otros dirigentes, sin embargo, dan por hecho que Egibar no cederá más terreno sin oponer resistencia y apuntan a la posibilidad de que el reinicio de la renovación orgánica reabra la puerta a la confrontación interna que se ha evidenciado en los últimos meses, sobre todo con la pugna entre Xabier Agirre e Iñaki Gerenabarrena por el liderazgo en Álava.
Ibarretxe, la referencia
Juan José Ibarretxe (Llodio, 1957) ha sido lehendakari por el PNV durante tres legislaturas, y siempre encabezando gobiernos de coalición, desde el 2 de enero de 1999 hasta el 7 de mayo de 2009. Posiblemente, la referencia ideológica más nítida del partido jeltzale, con un nítido discurso soberanista y dotado de una figura que sigue latente, este economista ya ha renunciado a volver a la carrera política y centrarse en su vida universitaria. Lideró la candidatura autonómica que obtuvo 30 escaños en 2009.
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