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2013, un Presupuesto de vértigo

El Gobierno andaluz sostiene que es inviable otro recorte de 2.700 millones en sus cuentas La Junta confía en que fructifique el diálogo con Montoro y permita más endeudamiento

Lourdes Lucio
Griñán, en su comparecencia sobre el recorte del endeudamiento.
Griñán, en su comparecencia sobre el recorte del endeudamiento.PÉREZ CABO

¿Cómo se hace un Presupuesto de una comunidad que atiende a 8,4 millones de ciudadanos, tiene una tasa de paro del 34%, da empleo público a 260.000 personas con 2.700 millones de euros menos? “Es imposible”, reconoció días atrás José Antonio Griñán cuando compareció, más preocupado que enojado, para explicar el significado del límite de deuda impuesto a Andalucía en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera del martes.

Hace dos meses, Andalucía tenía autorizado un endeudamiento en 2013 superior en 2.700 millones al que se le marcó el 31 de julio. No solo no hubo negociación en el CPFF, sino que tampoco se advirtió de que se iba a aprobar ese techo de deuda. Tampoco se lo adelantó Mariano Rajoy a Griñán en la entrevista que ambos mantuvieron a principios de la semana y que, según el andaluz, iba abrir una etapa de “lealtad desde la discrepancia”.

Hacienda ha aplicado el mismo método a todas las regiones, pero el resultado ha sido que las comunidades que mejor han gestionado sus cuentas (ver gráfico) han sido las más perjudicadas, entre ellas las dos gobernadas por los socialistas (Andalucía y Asturias). “El nivel de asfixia va a ser inaguantable, cuando el principal problema no son los gastos, sino los ingresos”, afirma José Sánchez Maldonado, catedrático de Hacienda Pública y miembro de la ejecutiva del PSOE andaluz. Como Griñán, repite una y otra vez la inviabilidad de que Andalucía pueda hacer unos Presupuestos en 2013 con 2.700 millones menos, lo que retrotraería las cuentas a 2006. “Hemos reducido la misma cantidad en las cuentas de 2012 y el Presupuesto andaluz tiene un efecto multiplicador en todo el territorio. El PIB andaluz se vendrá abajo”, vaticina.

La Consejería de Hacienda que dirige Carmen Martínez Aguayo trabaja a golpe de sobresaltos. Hasta el martes contaba con que iba a disponer de 2.700 millones de ingresos a través de la emisión de deuda. Tampoco sabe si la previsión macroeconómica del Gobierno central de una contracción del PIB para 2013 en un 0,5% se mantiene, porque en esa estimación no está contemplada el impacto de los recortes presupuestarios que Rajoy va asestando cada semana y que se trasladan a las comunidades en sus partidas sanitarias y educativas (el gasto social representa el 92% de las operaciones corrientes de la Junta).

Las únicas cifras fiables son las de la bajada en picado de los ingresos

Las únicas cifras fiables al 100% son las de la bajada de ingresos por la inactividad económica, el desempleo y la anemia del consumo. En el primer trimestre del año, el único disponible, los ingresos por IRPF e IVA bajaron un 6% y un 4,8%, respectivamente. Estos tributos están gestionados por la Administración central y las comunidades perciben el 50% de lo que se recauda en ellas. También los impuestos gestionados por la Junta de Andalucía han sufrido un fuerte retroceso. Los impuestos ligados al urbanismo (transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados) se han reducido en un 27%, mientras que el de sucesiones y donaciones ha descendido en un 24%. En el año 2007, el último antes del estallido de la crisis, los ingresos derivados de la construcción suponían 2.890 millones de euros, mientras que en 2012 se prevé recaudar la mitad. Y al mismo tiempo que disminuye el combustible de la recaudación, crecen las peticiones del salario social, en un 14% en el primer semestre del año.

En el Gobierno andaluz se ha abierto un compás de espera para ver si fructifican las negociaciones entre el Ministerio de Hacienda que dirige Cristóbal Montoro y el departamento de Martínez Aguayo, después de que los presidentes Rajoy y Griñán acordasen el miércoles reabrir los canales de comunicación. Hasta entonces aguantan la respiración y todo el mundo quiere ser muy prudente. Ni desde el PSOE ni desde Izquierda Unida, socios del Gobierno de coalición, se quiere hablar de despidos en la Administración, pero está claro que la Junta tendrá que tocar al sector público andaluz.

“Claro que hay que racionalizar la estructura del gasto público, pero también habrá que ir a un nuevo sistema fiscal que Aznar empezó modificando y Zapatero terminó cargándose”, admite Sánchez Maldonado. “¿Cómo Andalucía va a poder aguantar el despido de 20.000, 30.000 ó 60.000 empleados públicos? Vamos a intentar evitarlo y esperar a ver si fructifica el diálogo. Ahora no sabemos si tenemos que cortarnos un brazo, una pierna o sacarnos un ojo”, afirma el diputado de IU y vicepresidente segundo del Parlamento, Ignacio García.

Todo está en el aire. Han tirado una bomba sobre las previsiones Diego Valderas, vicepresidente de la Junta

Las empresas públicas andaluzas surgieron en las etapas de bonanza económica porque los funcionarios no hacían en muchos casos el trabajo que tenían que hacer, según afirma una fuente sindical. “¿Si se muere una vaca quién recoge la vaca?”. Pues la recogen los inspectores de la Empresa Pública de Desarrollo Agrario y Pesquero, ahora convertida en agencia. Pero además de sociedades que prestan necesarios servicios, surgieron otras como la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo más conocida por los casos de enchufismo que por su actividad.

PSOE e IU no se han sentado hablar de los próximos Presupuestos. “Todo está en el aire, han tirado una bomba sobre las previsiones que se habían hecho”, reconoce el vicepresidente de la Junta y coordinador de IU, Diego Valderas, quien muestra cautela a la hora de pronunciarse sobre si puede haber un adelanto electoral si no hay presupuestos andaluces. “No me atrevería a anticipar acontecimientos”, dice.

Este periódico le preguntó a Griñán el miércoles si convocaría elecciones si se veía obligado a incumplir su promesa electoral de preservar el Estado de Bienestar y no privatizar servicios públicos. “Cuando lleguemos a ese río cruzaremos el puente”, dijo. Es su respuesta tipo cuando no quiere contestar.

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