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RUTAS | CULLERA

La ventura de llegar al mar

El paisaje de la desembocadura del Júcar ofrece su cara amable en el 30º aniversario de la ‘pantanada’

Un catamarán turístico saliendo por la desembocadura del Júcar en Cullera.
Un catamarán turístico saliendo por la desembocadura del Júcar en Cullera. JESÚS CÍSCAR

Ver largarse al Júcar tan plácido mar adentro, llevando en andas un catamarán turístico estrenado en estas aguas hace apenas dos meses, produce una sensación de apacible rutina veraniega y familiar que se acrecienta a la vista de decenas de pescadores acomodados en la escollera, tratando de capturar algún sargo o una dorada. Nadie diría que es el mismo río que en octubre de 1982, pronto hará 30 años, arrasó La Ribera desde el pantano de Tous, haciendo honor a su historial devastador. Y aunque esta zona de Cullera no padeció la embestida del agua y el lodo con la virulencia de Alzira o Sumacàrcer, en la margen derecha la crecida llegó a superar los dos metros de altura. Lo cierto es que el paisaje tranquilo actual no tendría probablemente sentido sin aquél.

L'Estany con Casa Salvador al fondo
L'Estany con Casa Salvador al fondoJESÚS CISCAR

“El paisaje en torno a la desembocadura hay que leerlo en dos momentos distintos, el frente deltaico de aguas bajas y el de las inundaciones, como dos expresiones de un mismo río”, aclara amablemente el geógrafo Joan Mateu. “Hay que tener en cuenta que en el momento máximo de las crecidas”, añade, “llega a extenderse desde El Palmar hasta Xeraco”.

Se calcula que el Júcar se ha desbordado en la Ribera en más de 80 ocasiones desde 1270. Son las dos caras de un mismo río que, como a veces se ha dicho, llega agotado al mar, en una fértil llanura con encharcamientos, arrozales y zonas palustres. Un río que dota a Cullera de un regalo excepcional del que carecen otros enclaves costeros, porque a la playa, a la montaña y a la huerta, suma un río con agua (conviene subrayar lo evidente) y una laguna de aguas dulces y marinas, L’Estany, en el litoral al sur del Júcar.

En L’Estany el jefe es Salvador Gascón, propietario del señero restaurante que lleva su nombre desde hace 62 años. “¿Que si me acuerdo de la pantanada? El agua venía atravesando la llanura, no como el río, pegaba a la casa y seguía hacia el mar”, recuerda. “El agua acabó haciendo en la casa un agujero de ocho metros, por el que se colaba y seguía hacia la mar”. Un desastre para Casa Salvador, que llevaba 28 años abierto. “Tuve que echar 800 camiones de piedra para tener la terraza que tengo ahora”, recuerda. El agua superó los dos metros de altura, más del doble que en el centro de Cullera. “Nos afectó como a toda la zona, pero aquí, como estaba más arreglado y es lo último antes del mar, hacía remolinos, golpeaba la casa, hacía un caracol y se iba a la mar, mientras en otros sitios se limitaba a arrastrar”.

Gascón no cerró, reparó los destrozos y construyó dos barracas adosadas, primero, y una cúpula con tejado de cerámica vidriada azul, después, para llegar al sesenta aniversario con una carta tradicional valenciana modernizada, con productos autóctonos, verduras, hortalizas y pescado de la zona. Cuando empezó, “solo pedían llises”, un pez abundante en la zona, hasta servir “mil llises en un día”, asegura. “Desde hace cinco años no me han pedido ni una, los gustos cambian”.

Cambian los gustos y los paisajes. Nueva es la escollera actual que despide educadamente al Júcar en su salida al mar. Es nueva también la toma, aguas arriba, del muy apreciado por los pescadores Azud de la Marquesa, para el travase Júcar-Vinalopó. Y nuevas son las compuertas del Azud de Antella, un lugar de singular belleza entre Alzira y el embalse de Tous, porque fueron totalmente arrastradas por la brutal avenida. El pueblo de Tous ya no está donde estaba y el nuevo embalse con su nombre tiene más capacidad que el de la pantanada. Lo que básicamente no ha cambiado es el mundo que celebraba el poeta alcireño Ibn Khafaja al escribir en el siglo XI “qué gozo el vuestro / agua y sombra tenéis, con ríos y árboles/ El paraíso eterno está en vuestra casa”.

Pistas

TANIA CASTRO

Para llegar. La salida 59 de la autopista AP-7, en Favara, da acceso a Cullera. La N-332 conecta la ciudad con las poblaciones costeras. La línea de cercanías de Renfe Valencia-Gandia tiene parada en la estación de Cullera.

Para mirar. Para una visión panorámica de la desembocadura del río, así como de la bahía de Cullera y las huertas y marjales circundantes, el castillo de Cullera es una buena opción. Para tener una panorámica de la laguna de L'Estany, se puede acceder por la carretera Natzaret-Oliva, desviándose por la Entrada de l'Estudiant hasta el Mirador del Lago.

Para moverse. A escasa distancia de Cullera se encuentra el Azud de la Marquesa, uno de los más importantes del sistema de riegos del río. Saliendo del primer puente a la entrada a Cullera, en dirección al Brosquil, y tomando el camino Molí Cremat por la orilla del río, se puede llegar en bicicleta en media hora y en dos horas a pie. En la web municipal www.culleraturismo.com se ofrece cumplida información sobre esta y otras posibles rutas o posibilidades de esparcimiento en la zona.

Para comer. El restaurante Casa Salvador está en la orilla de L'Estany y se llega desde la escollera tras recorrer la avenida del Marenyet y la avenida de L'Estany. Su teléfono es 961720136.

Para navegar. El nuevo catamarán de Boramar ofrece excursiones por la bahía de Cullera, saliendo del también recién inaugurado embarcadero turístico, en la avenida. del Puerto, frente al colegio San Vicente Ferrer. Tlfs. 963 449 455 y 662 694 007.

Para escuchar. El álbum de Carles Dénia El paradís de les paraules recoge poemas de poetas alcireños de los siglos XI y XII como Ibn Khafaja o Marj l-Khul en versión de Josep Piera, que transmiten el placer de vivir donde vivían. Cuando Marj Al-Khul escribe "riu que, de tan bell, fas amar qui no ha amat mai", es fácil imaginarlo mirando el Júcar.

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