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“La mitad de los accidentes bajo el agua son achacables al buceador”

El jefe de los GEAS en Girona cree que no hay que alarmarse pese a los 8 submarinistas fallecidos

El jefe del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil en Girona, Fernando Aguirre, en L'Estartit.
El jefe del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil en Girona, Fernando Aguirre, en L'Estartit.PERE DURAN

Fernando Aguirre, jefe del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) en Girona, lleva una temporada complicada. Ocho personas han muerto desde el 11 de abril mientras practicaban submarinismo en la Costa Brava y una novena se encuentra hospitalizada en situación de coma irreversible. Aguirre (Vigo, 1968) es quien dirige los rescates bajo el agua e investiga las circunstancias en caso de fallecimiento. El guardia civil le quita hierro a la mala racha de este verano, a pesar de que las cifras son muy elevadas comparadas con las del año pasado, cuando no murió ningún buceador. “Son muy pocos casos si tenemos en cuenta que cada año se hacen entre 150.000 y 300.000 inmersiones en la costa de Girona”, afirma.

La lancha neumática de los GEAS está siempre atracada en el puerto de L´Estartit, donde Aguirre tiene su base. Desde allí salen si hay que realizar algún rescate, como el del hombre de 51 años que se quedó atrapado a 45 metros en el interior de una angosta cueva en el macizo del Montgrí a principios de mes. El buceador incurrió en una imprudencia al entrar en una cueva muy estrecha que ni siquiera aparecía en los mapas y sin el material adecuado, afirmó Aguirre nada más recuperar el cuerpo. “La mitad de los accidentes bajo el agua se deben a que el buceador no acata las normas de seguridad o carece de una formación adecuada”, explica. “El resto son por causas fisiológicas”.

Desde hace unos tres años hay un fenómeno que tiene despistados a los GEAS y a los forenses: el aumento de los fallecimientos entre personas sin patologías previas diagnosticadas y con el certificado médico requerido en vigor que manifiestan encontrarse mal durante la inmersión. Aguirre lo califica de “muy llamativo”. “¿Qué está pasando aquí?”. Es una pregunta que lanza al aire para la que él y sus colegas del Instituto de Medicina Legal de Girona están intentado encontrar respuesta. Tras darle muchas vueltas han decidido enviar muestras a analizar por si pudiera tratarse de casos de muerte súbita.

"No eres mejor o peor buceador según el número de carnets que tienes"

Dentro de estas muertes cuya causa última todavía está por determinar se encuentra, por ejemplo, la de un buceador francés de 60 años que el pasado 11 de abril se encontró mal bajo el agua y se desvaneció al llegar a la superficie, en Palamós. Lo mismo le ocurrió a una mujer, también francesa, que falleció el 5 de junio cuando buceaba cerca de las islas Medes. Para hacer submarinismo en España es necesario contar con un título oficial, un seguro y un certificado médico conforme la persona no sufre una enfermedad contraindicada. Pero los títulos no aseguran que, en caso de que surjan problemas, el buceador va a saber cómo reaccionar. Aguirre se queja de la “titulitis” que ha emergido en el sector en los últimos años: “No eres mejor o peor buceador por el número de carnets que tienes”, ilustra.

En los parques naturales, los buceadores de nivel 1 (el básico) tienen que ir acompañados por alguien de un nivel más avanzado. Pero tampoco los submarinistas con experiencia están libres de la fatalidad. El mismo 11 de abril, un monitor de buceo técnico murió en Palamós cuando buceaba con un equipo de circuito cerrado junto con otras cuatro personas. “No sabemos si fue un fallo técnico o humano porque no pudimos recuperar el equipo”, dice el guardia civil. Otro instructor, de nacionalidad alemana, falleció de un ataque al corazón en Port de la Selva cuando ya había llegado al barco . El caso más doloroso para la comunidad de L´Estartit ha sido el de un biólogo del Parque Natural del Montgrí y las Islas Medes y buceador experimentado que falleció el pasado 6 de agosto cuando practicaba buceo a pulmón.

La única forma de reducir al máximo los riesgos es “hacerse un reconocimiento médico adecuado”, dice Aguirre. El experto recuerda que las cifras de este año son anómalas: la media anual de accidentes mortales en Girona desde 1998 no alcanza los cuatro.

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