Un enigma llamado Mick Taylor
El exguitarrista de los Rolling Stones actúa en El Sol, unos meses después de volver a tocar con sus excompañeros
Si hablamos de guitarristas de estatura mítica con el sambenito de haber desperdiciado su talento, probablemente sólo Jeff Beck, el hombre que dijo no a los Rolling Stones, supere a Mick Taylor (Welwyn, Inglaterra, 1949). Taylor sí estuvo en los Stones, y además contribuyó a su época más gloriosa, la de la primera mitad de los 70, que produjo obras como Sticky Fingers o Exile on Main St. Pero en 1974, sin dar explicaciones, Taylor dejó el grupo.
Se ha especulado con que quiso bajarse de la rueda de excesos y adicciones de los Stones (él mismo tuvo problemas con la heroína) y también con que se sintió maltratado por sus entonces compañeros, que no acreditaron su coautoría en temas como Sway. Hoy, casi 40 años después, tampoco quiere aclarar su decisión: “No recuerdo precisamente por qué lo hice. Suelo tener muy buena memoria, excepto de esa época”, cuenta en una de sus escuetas respuestas por escrito.
Entrevistar a Mick Taylor, un hombre con fama de reservado, es lo más parecido a perseguir a un niño que no quiere hacer sus deberes: pide recibir el cuestionario con antelación para decidir si contesta por teléfono o por correo electrónico. Después, se plantea la inusual opción de que responda por escrito de su puño y letra y el periodista reciba las páginas escaneadas (¡!). Luego, su mánager llama por teléfono y se ofrece a dictar las respuestas de su representado (¡¡!!). Al final, las manda por email, aunque ignora las cuestiones en las que no le apetece entrar: los conflictos con los Stones, su situación económica, etc.
A Taylor le podemos permitir el mareo porque pertenece a una irrepetible generación de guitarristas de blues-rock, ingleses —blancos— como Jimmy Page, Eric Clapton o Jeff Beck que crecieron adorando a los intérpretes —negros— de blues y rock & roll: “Desde el principio me influyeron mucho Chuck Berry y los grandes del blues, como BB King”, explica Taylor. Sin haber llegado a la mayoría de edad, John Mayall lo reclutó para sus Bluesbreakers, con los que aprendió “a improvisar y desarrollar poco a poco mi propio sonido”.
Cuenta Taylor que en su actuación en El Sol, donde estará acompañado de una banda de veteranos instrumentistas que han tocado con el citado Beck o con Paul McCartney, sonarán un par de temas de su época con John Mayall, al menos uno de Dylan (con quien trabajó a principios de los 80) y varios de sus álbumes en solitario: “Una selección muy blues”, resume. Y aunque no lo puede asegurar porque el repertorio cambia cada noche, de vez en cuando cae No Expectations, de los Stones: “No participé en su grabación, pero me gusta mucho, es de las mejores de Mick [Jagger] y Keith [Richards]”.
Recientemente, el guitarrista fue invitado a los conciertos del 50 aniversario de los Rolling Stones, en Londres y Nueva York. El bajista Bill Wyman, también convocado, se ha quejado de su escaso protagonismo, pero Taylor no tiene más que buenos palabras: “Disfruté de tocar con ellos otra vez, el ambiente de los cuatro conciertos fue fantástico”, señala: “Mick únicamente me pidió que saliera y me divirtiera, y eso hice. Me hicieron sentir bienvenido. Y estuvo bien ponerme al día con Keith, al que no suelo ver”. Para hacerse una idea de lo que puede esperarse que ocurra —a pequeña escala— en El Sol, se puede gozar viendo en Youtube la versión de Midnight Rambler que Mick Taylor tocó junto a los Stones en esas actuaciones y comprobar cómo conserva una fluidez cristalina y poderosa tocando la guitarra.
Tras abandonar el caos de los Stones a mediados de los 70, Taylor tocó con Mike Oldfield, Bob Dylan o Jack Bruce, pero su discografía en solitario se ha reducido a algunos directos y tres correctos discos de estudio, el último de 2000. “De vez en cuando compongo canciones, pero me considero más un guitarrista que un cantante o un compositor: disfruto tocando en discos de otra gente”, cuenta este superdotado de las seis cuerdas al que su falta de ambición (o de ego) probablemente haya privado de ocupar un lugar aún más importante en la historia del rock.
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