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ÁNGEL PÉREZ | Portavoz de IU en el Ayuntamiento

“No volveré a ser candidato”

“Hacer política es casi incompatible ahora con tener convicciones” “La izquierda no ha sido capaz de ofrecer una alternativa real al PP”

Ángel Pérez, en noviembre de 2010.
Ángel Pérez, en noviembre de 2010.SAMUEL SÁNCHEZ

Voz pausada, espíritu crítico, humor inteligente y discurso de Estado. Madrid echaría de menos a Ángel Pérez si se fuese. Y ese parece ser su deseo. Pérez (Madrid, 1954) está cansado. Nació en el barrio de Pacífico, y se mudó a Rivas cuando se dio cuenta de que ya no reconocía el espíritu de las calles en las que creció. Fue conductor de metro antes que sindicalista, y comunista cuando aún no era legal serlo. Luchó por una democracia más justa cuando los jóvenes que tomaron Sol aquel 15 de mayo aún no habían nacido, y en esas se perdió precisamente la niñez de sus dos hijos. Ha sido diputado regional y nacional, y ahora es concejal del Ayuntamiento de Madrid. Fue candidato de Izquierda Unida en 2007 y ganó un escaño. Repitió en 2011 y ganó otro. Suma seis, frente a los 15 socialistas y los 31 del Partido Popular, que gobierna con mayoría absoluta. Las elecciones de 2015 presentan augurios halagüeños, pero, según confiesa por primera vez en esta entrevista, está demasiado cansado para repetir.

Pregunta. ¿Se aburre?

Respuesta. No es aburrimiento o desgana, es desencanto. Nos gustaría un Gobierno más activo, aunque hiciera cosas que no nos gusten, para crear debate. Hoy no se debate de la política que afecta a la gente, sino de la que asusta o repele. Hoy lo que se transmite desde la política son los problemas de la política, y no los de la ciudadanía. Debería ser una actividad pública reconocida socialmente porque se hace cargo y da soluciones a los problemas de la gente. Pero lo que transmite son los problemas de los políticos con los políticos. Eso es un mal democrático, un deterioro importante. 

P. ¿Tiene solución?

R. El problema es fruto del modelo que ha defendido siempre el PP, pero que no puede gobernar: la libertad de los mercados, lo privado frente a lo público, etcétera. Este modelo genera un deterioro social y económico muy importante. Llevábamos 15 años diciendo que nos iba a llevar a esto, pero como somos IU nadie nos hace caso, ya están estos con la misma paliza, tómate una caña, no seas asfixia... Y ha pasado lo que tenía que pasar. El PP no encuentra soluciones, y cuando no hay soluciones se contamina el mundo de la política, aparece como incapaz de resolver los problemas. El descreimiento es ya generalizado, y en ese charco beben los populismos.

P. ¿Es reversible?

R. Es necesario reconstruir la izquierda, que está ensimismada. Desde PSOE e IU no hemos sido capaces de alumbrar un proyecto político con capacidad de alternativa real. Nosotros somos lo que somos, una parte de la izquierda social con apoyos limitados. Y aquellos que votan al PSOE y piensan que votan izquierda tampoco tienen una alternativa al modelo fracasado del PP. No se van a hacer cambios con discursos hacia dentro, hacia nosotros mismos, sino con la capacidad de interlocución con mayorías sociales.

P. ¿Pactando con el PSOE?

R. Claro, perfectamente. En el mapa político actual, decir que no se pacta con el PSOE y que además no se quiere que gobierne el PP es muy complicado. Otra cuestión es qué sentido y profundidad tiene ese pacto. No se pacta para que no gobierne el PP, sino para que gobierne la izquierda. Si no hay un cambio de política, no quiero un cambio de Gobierno. A partir de ahí, se puede llegar a un acuerdo de corresponsabilidad en el Gobierno, o votar una investidura... o que nos la voten. Pero creo que hay que acabar la etapa del PP por una cuestión de salubridad democrática. Esa sensación de impunidad, de que hagan lo que hagan no va a pasar nada, es el signo de que hay que cambiar. Y para eso hay que pactar.

P. ¿Pactaría con UPyD?

R. Se pacta sobre programas, y yo respeto cualquier ideología, incluso la falta de ideología.

P. ¿Será el candidato en 2015?

R. No.

P. ¿Quién lo será?

R. No tengo ni idea, y afortunadamente no me compete.

P. ¿Por qué no quiere serlo?

R. Yo entré en política casi por casualidad. He hecho lo que quería, no me quejo. No soy una persona que ha vivido de la política, sino que mi vida no se explica sin la política. Y hacer política en la actualidad es muy duro, es ingrato. Hasta el punto de que, para gente que tiene convicciones, puede ser casi incompatible. No voy a huir, me moriré haciendo política, pero otra cosa es ser el reflejo permanente desde la institución. Llega un momento en el que creo que hay que renovar, y ahora más. Pertenezco a una generación que viene de una forma de entender la política que empieza a ser difícil de encajar. El cuestionamiento de la política no favorece a nadie que aspire a una sociedad democrática. La reforma de la política es precisa, pero no hay un discurso en pos de esa reforma, sino de la aniquilación.

P. ¿Se irá ahora o en 2015?

R. Yo no pretendo abrir un proceso interno. Tengo un compromiso y estoy dispuesto a cumplirlo. Cuando se abra el proceso para elegir candidatos, yo lo facilitaré sin ningún tipo de problemas.

P. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha fallado contra la ley hipotecaria. ¿Qué se le puede pedir al Ayuntamiento?

R. En lo que se refiere a la Empresa Municipal de la Vivienda (EMVS), no ejecutar ni un desahucio más. Y cumplir la promesa que hizo de poner a disposición de familias desahuciadas 200 pisos de protección social, que a día de hoy no debe haber más de 20.

P. El Gobierno considera, en principio, que la vivienda protegida es una competencia municipal. Sin embargo, el Ayuntamiento ha paralizado su construcción.

R. El Gobierno, fiel a la consigna de que la culpa de la crisis es del Estado, pretende recentralizar competencias y recortar el gasto de los Ayuntamientos, el último reducto de cierta política social. Pero es más grave aún lo de la alcaldesa, Ana Botella, que ve en la EMVS una fuente de gasto y no una política social.

P. ¿Cree que los bancos que recibieron ayudas deberían colaborar en el acceso a la vivienda?

R. Las entidades privadas pueden hacer de su capa un sayo, es lo que llevan haciendo desde hace muchos años. Pero también es cierto que la banca, en los países civilizados, debe tener responsabilidad social, entre otras cosas porque se constituye para que fluya el crédito y se redistribuya la riqueza, no solo para que ganen dinero los banqueros. El Gobierno debe tener capacidad para que los bancos sean más solícitos ante determinadas necesidades sociales. Si les señala con el dedo, se verán en la necesidad de reaccionar. Si no lo hace y además dice que no se les puede apretar porque entonces peligran los mercados y se nos hunde el mundo...

P. IU participó en los órganos de dirección de Caja Madrid. ¿Se sienten cómplices de la tragedia?

R. No, porque nosotros tenemos una visión diferente de la tragedia. Sin entrar en los detalles de la gestión de Caja Madrid, que yo no conozco, sí creo que ha habido una operación política contra las cajas, que no repartían dividendos y tenían fondos para políticas sociales. Han desaparecido en beneficio de la gran banca privada. A veces incluso con gritos aprobatorios desde la izquierda.

P. ¿Se podría salvar la obra social de Bankia en Madrid?

R. Las posibilidades económicas existen, pero es un problema de voluntad política. Y la actual no va en ese sentido.

P. Alberto Ruiz-Gallardón prometió en 2011 impulsar la creación de 150.000 empleos. Ahora hay 30.000 parados más. En el primer año de Botella, el paro creció un 11%. ¿Es culpa de ellos?

R. Yo nunca he responsabilizado a Comunidad o Ayuntamiento de las políticas de empleo, porque son fundamentalmente nacionales. A nivel local, son posibles políticas que no resuelven el problema, pero pueden ejemplarizar. Pero el paro no responde a problemas coyunturales. Este es un país desindustrializado, que ha asumido el papel que le han dado las potencias europeas, fundamentalmente Alemania, como país de servicios. ¿De qué son culpables los políticos con estas declaraciones? De las declaraciones en sí, que crean expectativas que quien las hace sabe que no son posibles. En primer lugar, porque generar 150.000 empleos en cuatro años es lo que puede crecer la población laboral de una forma vegetativa. En este país estamos esperando a que nos den la noticia de que se acabó la crisis, mediante la creación de 500.000 empleos sin derechos laborales y con sueldos de 500 euros. Y ese no es el empleo que genera consumo y que permite la recuperación. Pero la derecha va ganando ese debate, está imponiendo sus condiciones en la crisis y va a imponer sus condiciones en la salida de la crisis si nadie lo remedia.

P. ¿Qué solución propone?

R. Lo primero que se debe plantear la izquierda responsable es el contexto de economía globalizada. Hay que hablar de izquierda europea, porque el papel de España se está atribuyendo por encima. Hay que conocer los márgenes de maniobra para hacer políticas económicas efectivas. Determinar sectores de futuro, impulsar industria e innovación, hacer que el modelo educativo coincida con el modelo productivo... Hace un mes, EL PAÍS publicó 10 o 12 medidas que deben ser pactos de Estado por encima de quien gobierne. Hay que distribuir la riqueza de otra forma, producir de otra forma y consumir de otra forma. Pero si en España hemos asumido que somos un país del sur, que se dedica a los servicios, a poner copas, hacer corridas de toros y dar gracias a Dios para que salga el sol todos los días, que afortunadamente sale porque no depende del Gobierno, pues seguirán llegando los turistas y viviremos de eso. Ahora, vivir de eso significa vivir así. Este discurso no es fácil, no inflama las voluntades en dos minutos. Pero es el que me creo. El otro, el de decir que pasado mañana nos van a votar de repente, tampoco sabemos por qué, y entonces vamos a hacer la revolución... Para mí hace tiempo que la revolución es un proceso, no un impulso.

P. Otro gran problema de los madrileños es la contaminación. ¿Prohibiría el coche en el centro?

R. Totalmente no. Madrid tiene grandes vías de penetración sin límite, y no se puede crear un embudo. Nosotros peatonalizaríamos el centro histórico, que por el tipo de vida no requiere un tráfico excesivo. Y más allá, implantaríamos anillos concéntricos de zonas de velocidad limitada a 30 kilómetros por hora, ampliando luego a zonas de 40 o 50...

P. Pero eso no serviría para disuadir la entrada de coches.

R. Nosotros planteamos la disuasión en círculos anteriores, en M-30 y M-40, con aparcamientos en intercambiadores, nudos de transportes y en algunos barrios.

P. ¿Subiría los impuestos, dado que el Ayuntamiento no tiene ni un euro para sus políticas?

R. Nosotros no subimos o bajamos impuestos, los modulamos: hay quien tiene que pagar más, y quien tiene que pagar menos. Las rentas catastrales altas, las grandes superficies, la Iglesia y los grandes hoteles deben pagar más, por ejemplo. El IBI hay que modularlo según la renta. Y Madrid debe poner encima de la mesa la capitalidad, deben subir las transferencias por IVA e IRPF. Además, podrían crearse figuras impositivas, como las tasas a los cajeros. Y las cargas fiscales a los vehículos no deberían hacerse por su antigüedad, sino por otros factores como la potencia.

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