Seguridad encaja la mala imagen de la Ertzaintza por los incidentes de Bilbao
El cuerpo asume el ‘efecto Cabacas’ y la dificultad para adaptarse al nuevo modelo
“Había que elegir entre los 200 energúmenos o el control de 5.000 manifestantes”. Bajo este dilema se sustancia una de las reflexiones más determinantes que aborda el Departamento de Seguridad al analizar la polémica actuación de la Ertzaintza frente a los graves incidentes ocurridos el pasado lunes, en Bilbao, con motivo del Foro Global España.
Consciente de las críticas políticas, sindicales y de comerciantes, Seguridad reconoce la mala imagen que ha trascendido de la Ertzaintza, aunque advierte de si hubieran entrado al cuerpo a cuerpo “hubiera sido mucho peor, un polvorín”, admitieron ayer en este departamento mientras reunían datos e imágenes en puertas de la comparecencia a petición propia de la consejera Estefanía Beltrán de Heredia, en el Parlamento.
Seguridad asume “por inevitables” las críticas de los sindicatos de la Ertzaintza que continuaron ayer así como las de PSE y UPyD, pero esgrime su satisfacción de un lado porque “el objetivo de una cumbre desarrollada con normalidad se cumplió al 100 % y, de otro, “no hubo desgracias personales en los incidentes derivados de la manifestación”. Eso sí, este departamento asume el “error” en los actos vandálicos, pero advierte de que se evitaron “males mayores”.
Uno de los agentes que participó en el despliegue policial asumió ayer que en el cuerpo “hay miedo a que se reproduzca el caso Cabacas y por eso las actuaciones son más medidas”. Según reconoció a EL PAÍS, el pasado lunes se asistió a “una desmesurada expresión de violencia” que desbordó realmente el dispositivo trazado. “Cuando se produjo la primera detención ya pedimos que nos vinieran a ayudar”, recuerda antes de asegurar que “todos los detenidos son conocidos de anteriores acciones radicales y ya han pasado por comisaría, no eran nuevos”.
Los detenidos son “conocidos” de la Ertzaintza por su vinculación radical
Este ertzaina entiende que los violentos “emularon situaciones de destrozos ya vividas en Madrid o en Italia por antisistemas”, pero la presencia de “caras conocidas” le llevó ayer a concluir que “los de siempre tenían ganas porque llevaban mucho tiempo sin hacer nada”, en alusión a las expresiones de kale borroka que parecían olvidadas.
¿Se actuó con cierta permisividad? El agente lo niega y coincide con Seguridad en que “era mejor asegurar el control de 5.000 personas”. En la aplicación del operativo “se les fue barriendo hacia arriba en la Gran Vía, pero si se hubiera taponado, habrían ido a destrozar otras calles porque estaban por ello”.
Ahora bien, en la Ertzaintza se “entiende” la sensación de “desprotección policial” denunciada por muchos trabajadores de los locales destrozados, aunque advierten de que “no podíamos poner un agente con escudo para cada persona”, se justifican en Seguridad al negar que faltaran medios.
Los sindicatos, no obstante, se reafirman en su denuncia y coinciden en que se trata de una apuesta política por evitar la sensación de “mamporreros” en un escenario sin ETA. Esta denuncia sobre el operativo del pasado lunes quiso ser trasladada ayer por los cuatro sindicatos a la cúpula de la Ertzaintza, durante la reunión mantenida en Erandio.
La consejera no entró ayer a debatir con los sindicatos sobre el operativo
Pero la consejera lo impidió al desviar sus respuestas hacia el Parlamento. El encuentro, del que se ausentó Sipe por cuestiones burocráticas, se centró principalmente en la unificación de las comisarías de Zarautz, donde quedará la base, y Azpeitia, que dispondrá de vestuario.
Mientras, en la Ertzaintza continúa el debate interno sobre el gradual proceso de asimilación del nuevo modelo de proximidad que Seguridad pretende. “Hay diferencias y resistencias, pero se va hacia ello”, admite un agente, consciente de que “han sido muchos años y promociones que solo han conocido actuar a la defensiva”.
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