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Martiño Noriega | Coordinador de ANOVA

“AGE preocupa al poder, se le golpeó duro y faltó cohesión para aguantar”

El coordinador de Anova avisa: "O damos respuesta a la gente o nos evaporaremos poco a poco"

Sonia Vizoso
Martiño Noriega en San Martiño de Teo
Martiño Noriega en San Martiño de Teo ÓSCAR CORRAL

Martiño Noriega (A Coruña, 1975) vuelve a ser en Anova la mano derecha de su mentor, Xosé Manuel Beiras, tras un portazo que duró menos de tres meses. Y regresa decidido a dar un paso empírico que ayude a resolver uno de los dilemas del nacionalismo gallego. ¿Mezclarse o no mezclarse con fuerzas estatales de la izquierda no nacionalista? El alcalde de Teo está convencido de que ahora es el momento de probar mestizajes como el de AGE. Hay quien lo considera un traidor. Él insiste en que no supone una renuncia a sus convicciones nacionalistas.

Pregunta. ¿Cuál es el parte médico que redactaría sobre el estado de salud de Anova hoy?

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Respuesta. Tuvo una crisis de personalidad y decidió seguir con el camino emprendido con AGE.

P. ¿Está en estado crítico?

R. Está más expuesta que otras fuerzas. A ella se le trasladan debates del nacionalismo gallego, entre los que priorizan lo identitario y otros que, sin renunciar a lo identitario, entendemos que lo social es hoy la prioridad y que estamos dispuestos a ser transfronterizos y mestizos.

P. ¿Dudó en algún momento de este año y medio de vida sobre la conveniencia de la coalición con Esquerda Unida?

R. El camino que se inició generó una ilusión de que podía ser posible otra manera de hacer las cosas. Por eso hay que consolidarlo. AGE no es inmutable, debe abrirse a movimientos sociales y en el futuro, bajo esa denominación u otra, a otros partidos. Y ahí el BNG tiene un lugar.

P. ¿Ayudó a que AGE despertara ilusión el hecho de que IU en Galicia no tenga pasado?

R. Lo que valoró la gente fue el esfuerzo de dos concepciones políticas por ponerse de acuerdo y un espacio donde hay independentistas, federalistas o galeguistas con un discurso nítido de izquierdas. Valoró el riesgo y la valentía.

P. Tras los esfuerzos fallidos, ¿qué margen tiene para crecer?

R. Aquí tienen espacio movimientos sociales, plataformas cívicas y partidos. Si queremos una alternativa potente al Gobierno de Feijóo, también debería estar el BNG, pero por el momento eso parece que está verde.

P. ¿Cuánto riesgo hay de que los vicios de los partidos espanten a los movimientos sociales?

R. Ahora mucho. Y eso que está habiendo espacios de oxigenación. El referéndum de las europeas demostró que se puede adoptar una decisión contra la opinión de la dirección. Hay que darle respuesta a la gente porque si no, nos evaporaremos poco a poco.

P. ¿Es operativo funcionar sometiendo todo a la militancia?

R. Hay que intentarlo. Con las nuevas tecnologías se pueden tomar decisiones colectivas en un tiempo corto.

P. ¿Echa algo de menos del funcionamiento del BNG?

R. El BNG me aportó muchísimas cosas y configuró muchas de mis convicciones. Estoy en otra etapa vital y debo a ir a lugares que el BNG no quiso visitar.

P. ¿El referéndum de las europeas no reflejó demasiada división en la militancia de Anova sobre un asunto tan estratégico como las coaliciones electorales?

R. A Anova se trasladó un debate de muchos años en el nacionalismo gallego. Estamos en un eterno retorno. Volví a escuchar estas semanas los mismos argumentos que cuando decidimos salir del BNG. Eso es legítimo y respeto las posiciones. El problema es que esto polarizó la organización y estableció líneas divisorias que no son tales. Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.

P. ¿Estuvo enclaustrado el nacionalismo gallego hasta ahora?

R. (Seis segundos de silencio) No. El nacionalismo gallego tuvo un proceso histórico basado en un proyecto estratégico que tuvo su recorrido. Ahora estamos obligados a explorar nuevos espacios. Cuando se dice que AGE es antitética al proyecto estratégico del nacionalismo, siempre me pregunto si ese proyecto está colisionando entonces con el de la ciudadanía gallega. Y tengo claro que yo priorizo el proyecto de la ciudadanía, agredida hoy por unas políticas terriblemente duras.

P. ¿Es una adaptación a la ciudadanía gallega?

R. Es una búsqueda de síntesis o equilibrio. Corren tiempos en los que debemos rozarnos y no adoptar posiciones de máximos.

P. Esto supone un riesgo continuo de inestabilidad…

R. Como decían los Ataque Escampe, vivimos en los violentos años diez. En todo hay riesgo de inestabilidad permanente.

P. ¿No siente vértigo?

R. Ya se me pasó. Si coloco el espejo retrovisor hacia estos dos últimos años, sí puedo sentirlo. Pero ya he desarrollado tolerancia y lo llevo con jazz.

P. ¿Cuál es la mayor fortaleza de Anova?

R. Pues que tenemos todo un futuro por construir y no arrastramos deudas financieras.

P. ¿Cómo se financia Anova?

R. Para las autonómicas suscribimos microcréditos entre los simpatizantes y militantes que fueron devueltos mayoritariamente en parte por los excelentes resultados. Eso y las cuotas nos convierte en una organización saneada, lo que da mucha libertad. Solo hay que ver las deudas bancarias que arrastran las fuerzas políticas de este país.

P. ¿Tiene alguna línea roja en las donaciones?

R. Aquella que puede condicionar decisiones políticas a futuro. Si vas a gobernar Teo para desarrollar un proyecto antitético al que había nunca puedes aceptar donaciones del sector inmobiliario. El equivalente en Galicia son cuestiones estratégicas en las que está siendo agredida, como la ambiental o energética. Pensar que son ayudas gratuitas es ingenuo. Ahí debemos andar con cuidado.

P. ¿Tienen algún código ético sobre financiación?

R. No, pero no descartamos que en algún momento tengamos que explicitarlo. Creo más en el compromiso ético individual y colectivo que en las normas escritas. La corrupción institucional es estructural. Emerge ahora por la crisis y los dos grandes partidos están manteniendo una posición corporativista. Espero que sirva para establecer nuevos códigos de comportamiento.

P. ¿Depende el futuro de AGE de los resultados de las europeas?

R. Sé que serán buenos. Me gustaría pensar que no depende de ellos pero van a influir en poder asentar el modelo.

P. La líder de EU, Yolanda Díaz, admitió que AGE no había estado a la altura. ¿Por qué tiene que creer un ciudadano que a partir de aquí sí lo estará?

R. Se cometieron errores propios por dinámicas partidarias que no entendían el espacio que se estaba creando. Pero también creo que hubo un momento en que AGE tuvo un crecimiento espectacular y acabó convirtiéndose en una preocupación para los poderes establecidos. Se le golpeó duramente y AGE no estaba los suficientemente cohesionada para aguantar y soportar el embate.

P. ¿Qué deja en Teo que ejemplifique lo que haría Anova en el poder?

R. Transparencia y honestidad, gestión económica responsable, y una política social, cultural y de equipamientos digna.

P. ¿Y qué no consiguió hacer?

R. Que los culpables de las irregularidades urbanísticas que denunciamos al llegar ante la fiscalía pagaran por su responsabilidad. Es difícil explicarle a la gente que se queja de falta de espacios verdes que todo eso se vendió en los noventa a las inmobiliarias.

P. O sea, que llegaron y levantaron las alfombras.

R. Lo que no hicimos fue amparar. Las irregularidades que encontramos las trasladamos, incluso ahora. Acabamos de enviar el contrato de Aquagest a la fiscalía.

P. Dice que no se presentará a la reelección en 2015. ¿Tiene otras aspiraciones dentro de Anova o se plantea dejar la política?

R. Vivo en el carpe diem. Si me preguntan hace tres meses si volvería a ser coordinador, hubiera dicho que no y aquí estoy. La gente hace cábalas de que dejo esto para ir a otro lado; decían que me iba a Europa, a Santiago… En la política estaré siempre, pero puede ser en el anonimato diario.

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Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.

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