Ahogado en su contradicción
Si quedaba algún ingenuo que creía que el PP iba a entregar el poder sin pelear que se vaya desengañando
Si quedaba algún ingenuo que creía que el PP iba a entregar la cuchara del poder sin pelear hasta el último aliento que se vaya desengañando. Retirado el cordón sanitario que Mariano Rajoy impuso por los casos de corrupción que agusanaban el partido, los populares van a luchar para recuperar terreno en lo que, en su día, fue uno de sus mayores activos electorales y ahora alcanza poco menos que la consideración de bono basura. Que nadie se sorprenda por el desembarco del presidente del Gobierno y buena parte de sus ministros de aquí a las elecciones europeas. Medios y dinero no van a faltar para conseguir un solo objetivo: movilizar a los más fieles entre los fieles para evitar una debacle que, en la Comunidad Valenciana, puede suponer una caída superior a los 25 puntos respecto de las elecciones europeas de hace cinco años.
El PP boquea en busca de oxígeno electoral, pero corre el riesgo de ahogarse en sus propias contradicciones. Lo que ha ocurrido con los trabajadores de RTVV es paradigmático. Allá por el mes de noviembre el presidente Alberto Fabra justificó el cierre de la cadena autonómica asegurando que “desde luego no voy a ser yo quien ponga 40 millones de esas partidas [sanidad, educación y servicios sociales] para poder cumplir la sentencia del TSJ, readmitiendo a las 1.000 personas”. El preacuerdo alcanzado entre los sindicatos y la Generalitat para extinguir RTVV alcanza los 83 millones. El problema, como se ve ahora, nunca fue el dinero. Y si, por alguna extraña razón, lo fue en su día, hoy no lo es. El Consell no ha explicado el porqué de este cambio. Un silencio que invita a la especulación. ¿Acaso tanto generosidad busca poner fin a los constantes incordios y protestas que han protagonizado los empleados de RTVV desde el cierre de la cadena y que, a buen seguro, iban a seguir produciéndose durante toda la campaña electoral? La única certeza es que el Gobierno de Fabra ha colocado toda la presión sobre CGT. Si este sindicato no acepta el resultado de la asamblea celebrada ayer el preacuerdo se convierte en papel mojado. El Consell no quiere dejar ningún cabo suelto; pero es una apuesta que tiene sus riesgos.
Las contradicciones son la especialidad del PP. Que se lo pregunten si no al vicepresidente José Ciscar que ha dicho una cosa y su contraria cuantas veces ha hecho falta para salvarle la cara y los argumentos (?) a Fabra. A Ciscar lo están cociendo a fuego lento el presidente y el secretario general Serafín Castellano. Cada rueda de prensa tras el pleno del Consell es un espectáculo circense en el que se ve al portavoz pasar por el alambre, haciendo equilibrios para no caerse. Un repaso a la hemeroteca revelaría los moratones que lleva de tantas costaladas como se ha pegado. La última a cuenta de Milagrosa Martínez. La Perla no es buena para permanecer sentada en el grupo parlamentario popular, pero sí para seguir siendo alcaldesa de Novelda, cuyos vecinos no deben ser tan exquisitos ni merecer el menor respeto, a diferencia de los diputados del PP en las Cortes Valencianas, capaces de soportar durante años la presencia de imputados entre sus filas y solo inquietos cuando ven acercarse las elecciones. ¿Cuánto ha costado quitarse de encima a La Perla? La pregunta es pertinente, aunque suene a tremenda. En ética, coherencia y decencia política, mucho.
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