Santiago entierra el pelotazo urbanístico atribuido a Conde Roa
Hernández anuncia que no recalificará Finca do Espiño y abre el parque al público
La intención del exalcalde popular de Santiago Gerardo Conde Roa de facilitar la construcción de viviendas privadas de lujo en la conocida como Finca do Espiño, con una de las mejores vistas de la Catedral, fue ayer enterrada por el nuevo regidor, Agustín Hernández, después de que su antecesor y teniente de alcalde del primero, Ángel Currás, ya la hubiese aparcado durante su mandato intermedio. Hernández abrió al público parte de la finca convertida en parque y ratificó que la promotora que pretendía construir las viviendas en una parcela privada anexa, Layetana, no puede esperar de él una recalificación que facilite sus intenciones. Si quiere construir en su terreno junto al parque deberá atenerse, según el alcalde, “al cumplimiento estricto” de lo que establece el plan de urbanismo municipal o esperar que la justicia se pronuncie sobre si el rechazo del anterior gobierno socialista a sus pretensiones fue o no legal.
La Finca do Espiño, junto a la residencia del presidente de la Xunta en Monte Pío, era una vieja propiedad señorial, con un palacete medio derruido en su interior. La inmobiliaria barcelonesa Layetana se hizo con los terrenos y en 2001 firmó un convenio con el Ayuntamiento, entonces socialista, por el que, a cambio de ceder para el uso público los 18.000 metros cuadrados de bosque que rodean el palacete, rehabilitar este y ceder otro 10% de edificabilidad, podría construir al lado algún tipo de residencia comunitaria. En 2005 el PSOE admitió que se modificase el convenio al entender que la rehabilitación del palacete era equivalente a la cesión del 10% de edificabilidad, pero cuando luego Layetana le pidió licencia para construir viviendas en lugar de una residencia se lo denegó y la promotora recurrió a la justicia.
Cuando llegó al Ayuntamiento en 2011, Conde Roa pidió que la promotora cediese igualmente el 10% de edificabilidad, con lo que abrió el segundo frente judicial sobre la finca. Pero en octubre de ese año, en una de sus más controvertidas actuaciones, firmó un protocolo de intenciones con Layetana para recalificar el uso del suelo en el plan de urbanismo y facilitar su intención de levantar viviendas privadas. Conde Roa dejó el Ayuntamiento medio año después y su sucesor Currás desistió del proyecto al tiempo que las escuchas de la Operación Pokémon revelaban que los propios colaboradores más estrechos del exalcalde consideraban su iniciativa un “pelotazo”.
Ayer Hernández abrió al público el bosque que hay junto al palacete, edificio que se rehabilitará con cargo a la fianza que en su día depositó Layetana en el Ayuntamiento. Pero quedan por resolverse los conflictos judiciales sobre la cesión del 10% de la edificabilidad y sobre la denegación de licencia de la época socialista. El nuevo gobierno local no piensa interferir en ambos procedimientos, que seguirán su curso, pero el alcalde dejó claro que la promotora no puede esperar de él ningún cambio de la consideración de su parcela privada en el plan de urbanismo. “El propietario ajustará lo que considere al cumplimiento estricto del PGOM [...] y a la Ley de Ordenación Urbanística de Galicia”, dijo Hernández. Y lo que pone el plan es que los usos de la parcela son “asistencial, sanitario, sociocultural, hotelero o residencial comunitario”. La promotora, sin embargo, mantiene en su página web el proyecto de “108 viviendas de alto standing”.
Un promotor privado planea otro parque a pocos metros
A 800 metros del nuevo parque de Finca do Espiño, en la ladera meridional del monte Pedroso, un promotor privado proyecta en 300.000 metros cuadrados de su propiedad un nuevo parque con varias actuaciones dispersas y de escaso volumen ligadas a su uso como espacio natural con las que hacer rentable la iniciativa.
El plan de urbanismo de Santiago prevé que esos terrenos, entre los núcleos de Bar y Sarela, junto al río del mismo nombre, que en parte albergaron cultivos y que hoy están abandonados, se recuperen para el uso público sin perder su consideración rústica y sus valores naturales y paisajísticos. La empresa propietaria sometió a principios de año a exposición pública un proyecto que firma el arquitecto Xerardo Estévez, exalcalde socialista de Santiago reconocido por su buen hacer urbanístico. El documento, muy genérico, plantea cinco posibles actuaciones que podrían desarrollarse a la vez en distintas esquinas del ámbito: aprovechamiento de las aguas ferruginosas existentes (clave para “hacer sustentable toda la operación”), instalaciones deportivas al aire libre, hosteleras vinculadas al Camino a Fisterra que pasa por allí, actividades relacionadas con el vecino parque botánico de la Universidad y dotaciones públicas asociadas a los núcleos rurales que bordean el ámbito. Serían “actuaciones menores” y “respetuosas con la naturaleza” con las que recuperar el “monte abandonado”.
La Consellería de Medio Ambiente ha decidido que el proyecto se someta a un estudio de impacto ambiental específico antes de autorizarlo ya que “afecta a un ámbito con un elevado valor paisajístico, natural y patrimonial” y “pueden producirse efectos ambientales significativos”. También ha reclamado a los promotores que en ese estudio en profundidad aclare dudas sobre el posible balneario o equipamiento para aprovechar las aguas: “No fueron concretados ni su localización ni los usos o actividades específicos que en él se pretenden llevar acabo, aspectos que deberán ser definidos con claridad”.
El mismo departamento advierte de las necesidades de transporte: “Dado que existe una considerable previsión de afluencia de población al ámbito, debe garantizarse la accesibilidad y la movilidad”. Por su parte, el Instituto de Estudos do Territorio coincide en que por los objetivos de recuperación ambiental que se ha marcado el proyecto “solo cabe esperar efectos positivos sobre el paisaje”.
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