Voces para Morente
Una extensa y escogida selección de artistas para un homenaje al artista granadino
Gala Inaugural. Enrique Morente. Granada, Sevilla, Nueva York...
Cante: Carmen Linares, El Pele, Juan José Amador, Estrella Morente, Arcángel, Soleá Morente, José Enrique Morente, Silvia Pérez Cruz y Tomás de Perrate. Baile: Javier Latorre e Israel Galván. Guitarras: Alfredo Lagos, Dani de Morón, Raúl Fernández 'Refree', Rubén Campos, El Pájaro. Percusión: Miguel Rodríguez. Piano: Pablo Suárez. Proyecto Lorca (Juan M. Jiménez, Antonio Moreno, Daniel B. Marente, Marco Serrato). Guión y Dirección: Pedro G. Romero, José Luis Ortiz Nuevo y José Manuel Gamboa.
Teatro de la Maestranza. 12 de septiembre.
Memoria, amor, entrega y casi devoción por la figura y por la persona. Una extensa y escogida selección de artistas para un homenaje que lleva la firma de sus directores, indiscutibles, sobre el papel, para el proyecto. Pero Enrique Morente fue un artista muy largo, con una trayectoria en la que se fueron uniendo una gran afición y un enorme interés por la tradición y los maestros, con una inquietud y una curiosidad que lo llevó a protagonizar creaciones que marcan la historia del flamenco y de la música popular del pasado siglo. Su poliédrica condición hace que su figura se torne, pues, difícil de abarcar para un propósito como el que perseguía esta gala inaugural que, por momentos, fue muy morentiana, con instantes de belleza innegable, pero también cansina, por mor de la larguísima sucesión de cuadros y, en ocasiones, por la duración de estos. Entre una cosa y otra, cuatro horas de espectáculo, con un breve descanso intermedio.
La forma o el espíritu. El artista granadino puede aparecer por algún quiebro de voz o una melodía, pero también por su condición de creador que no temía el riesgo ni la experimentación. Se antoja así que Israel Galván personificó este último aspecto de Morente, por más que no cantara. Pero sí que dibujó el cante con el cuerpo expresando su estremecimiento. Y lo mismo cuando acompañó la seguiriya de Estrella, pegadito a su sentir con una pasmosa exactitud. También Carmen Linares con esa forma de releer a Lorca. Con ella compartió cuadro la joven Soleá Morente que le dio la réplica con la interpretación del poema El Pastorcico de San Juan de la Cruz. Juego de contrastes: la voz rozada de la de Linares frente a la dulzura de la de Granada. Lo surreal frente al misticismo. Cantar a los poetas fue otra de las pasiones de Morente y así llegó Alberti en la voz de El Pele, que lo interpretó con sentimiento, aunque con exceso por momentos. Antes, Juan José Amador se había adaptado con sobriedad a la música de Sotelo interpretada por Proyecto Lorca y los guitarristas, Alfredo y Dani, excelsos toda la noche, tuvieron su momento de lucimiento por malagueñas.
Enrique tiene en su familia una escuela y algunas secuelas. Estrella tiene personalidad propia y los más jóvenes se están haciendo todavía, aunque José Enrique dejara destellos de futuro. Con él llegó el Morente de los maestros, con la serrana de Matrona como muestra. Tiene un gusto por lo melismático que comparte con Arcángel, que estuvo en su sitio con Yo poeta decadente y se demoró con la soleá apolá antes de perderse en los fandangos compartidos con El Pele. La segunda parte se hundía sin remedio cuando llegó la magia inesperada, el golpe morentiano, en la voz de la catalana Silvia Pérez Cruz y el Pequeño Vals vienés. ¡Ay! Omega. Emoción y conmoción, que se desdibujó con la Elegía a Ramón Sijé de Hernández. La ceremonia final, la ronda de martinetes en ese círculo que Morente usaba como rito al comienzo o final de sus espectáculos, fue el broche. Perseguía la apoteosis final, pero me temo que ya se había hecho un poco tarde.
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