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El asalto a la casa de un cura se salda con la muerte de la mujer que lo atendía

Es la tercera vez que entran en esta rectoral de Padrón en busca del dinero del cepillo

Agentes de inspección ocular de la Guardia Civil registran con la juez de Padrón encargada del suceso la casa del cura de Cruces.
Agentes de inspección ocular de la Guardia Civil registran con la juez de Padrón encargada del suceso la casa del cura de Cruces.ÓSCAR CORRAL

Poco antes de morir, María Soto Montero logró librarse de parte de las ataduras y la mordaza e intentó asomarse a la ventana para gritar. Eran las nueve de la noche. Los vecinos de las casas que flanquean la rectoral de Cruces, en Padrón (A Coruña), se habían citado para rematar la tarde del domingo cenando juntos en la finca de uno de ellos. A pesar de estar separados escasos metros de la vetusta vivienda del cura no oyeron nada. Los asaltantes, tres varones con acento español, dos a cara descubierta y uno encapuchado, obligaron a María, de 80 años, a retroceder y le apretaron más la mordaza. Mientras tanto, Ramón Barral Camba, el párroco de Santa María de Cruces, Oín y Herbogo (estas dos últimas, en el municipio vecino de Rois) permanecía también amarrado y con la boca tapada. Antes de atarlos, los ladrones golpearon al sacerdote, de 78 años, y a María Soto, que vivía desde hace varias décadas con el religioso atendiendo la casa. Durante el asalto, en el que los tres hombres revolvieron la rectoral por completo, la mujer falleció, aparentemente por asfixia. Al huir los delincuentes (se llevaron el coche del cura), Barral, herido y con dificultad para andar tras una operación de rótula, telefoneó a un hermano que vive en Santiago y pidió auxilio. Fue trasladado al Clínico, donde lo atendieron de diversas contusiones y recibió el alta a las pocas horas.

La búsqueda de un Peugeot 207

La Guardia Civil busca un Peugeot 207, de color blanco y matrícula 6060 GWH. En el contexto de la investigación, el instituto armado ha lanzado este martes un mensaje a través de las redes sociales donde pide la colaboración ciudadana para localizar este vehículo: "Si lo ves, avisa rápidamente al 062. Puedes ayudar a esclarecer un homicidio". Al huir, los tres asaltantes se llevaron el coche del cura.

Ayer a primera hora de la tarde se hacía la autopsia al cadáver de la mujer mientras la titular del juzgado de Instrucción número 2 de Padrón entraba en el domicilio del sacerdote con un equipo de inspección ocular de la Guardia Civil. El registro se complicó por el llamativo desorden del interior de la vivienda, pero al final los agentes enfundados de blanco lograron extraer “abundantes huellas, pistas y ADN”, según explica una fuente cercana.

La Guardia Civil está convencida de que los intrusos asaltaron la casa únicamente con la intención de robar, aunque el párroco declaró ayer por la mañana que le parecía que no se habían llevado nada más que el coche. Llamaron a la puerta y María les abrió. Presuntamente uno de ellos iba armado. Barral es rector de A Escravitude, uno de los santuarios que más dinero y donativos cosechan en la archidiócesis de Santiago de Compostela. El lunes de hace una semana, el santuario enclavado en el corazón de Cruces celebró su romería y, según recuerdan los vecinos, “los autobuses cargados de romeros de toda la provincia y también de Pontevedra empezaron a llegar a las siete de la mañana”. En esa concurrida fiesta del día 8, tradicionalmente el templo que regenta Barral recauda mucho más que el resto del año.

La Guardia Civil ya “baraja varios nombres” en su búsqueda de los posibles asaltantes. “Hay sospechosos, personas de nacionalidad española y probablemente de la zona, delincuentes comunes conocidos en los alrededores”, explican las mismas fuentes. Al mismo tiempo que los agentes de criminalística registraban la rectoral, una casa de piedra con apariencia de abandono, otros compañeros peinaban la comarca buscando a las personas bajo sospecha. Pasadas las cinco y media de la tarde, un coche fúnebre llegó a Cruces para colgar en el tablón de anuncios de la parroquia la esquela de María Soto. Los vecinos se acercaron a enterarse de la hora convocada para el cortejo fúnebre, que trasladará a la víctima hoy desde el tanatorio de Santiago hasta el cementerio de Santa María de Oirós, la parroquia natal de la mujer, en Vila de Cruces (Pontevedra). Como el escenario de su muerte sigue precintado y no se puede recoger ni cambiar nada de sitio, el tendal en el balcón de la rectoral, todavía con ropa colgada, seguía hablando de la vida cotidiana de la víctima.

A pesar de gobernar un santuario con miles de devotos y haber sufrido ya varios robos, Don Ramón [un cura que salió en 2012 en las televisiones por negar la comunión a una discapacitada que sufrió un ataque epiléptico poco antes de la eucaristía] nunca tomó medidas para proteger su vivienda. Según las personas consultadas, en el domicilio guardaba objetos litúrgicos de valor, pero los ladrones solo buscaban el dinero en metálico atesorado en las colectas. La puerta exterior de la rectoral no se cierra con llave, y los vecinos explican que “en año y medio entraron a robarle al cura, con esta, tres veces”.

Las dos anteriores los autores aprovecharon que el sacerdote estaba fuera, dando misa en el santuario, que dista de la verdadera iglesia parroquial y de la rectoral menos de 400 metros. La primera vez “dejaron todo patas arriba”, y la segunda fueron sorprendidos por una vecina que suele acudir a diario a la vivienda de Barral “para dar de comer a las gallinas”. “Los ladrones acababan de entrar, le pusieron un cuchillo en el cuello y la obligaron a callarse y subir con ellos al piso de arriba, que es donde vive el cura”. En un descuido, la vecina escapó y dio la alerta. Esa vez, los asaltantes, uno de ellos también encapuchado, huyeron sin llevarse nada. En junio de 2010, de madrugada, lo intentaron directamente en el santuario. Lograron arrancar una verja, una ventana, y romper una cerradura de más de un siglo, pero en la sacristía no había más que 50 euros.

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