Un Nobel de Física y dos Príncipe de Asturias, maestros de instituto
Alumnos de secundaria asisten a una clase de los científicos Claude Cohen-Tannoudji, Pedro Miguel Echenique y Juan Ignacio Cirac
A veces, no es fácil impulsar el gusto por el conocimiento y por la ciencia en los adolescentes, por mucho que Internet haya abierto una puerta al mundo de las tecnologías y la ciencia más avanzada. A veces, lo mejor es ponerles en frente a verdaderos maestros, como el Nobel de Física, Claude Cohen-Tannoudji y los premios Príncipe de Asturias, Juan Ignacio Cirac y Pedro Miguel Etxenike, que han animado este jueves a centenares de estudiantes de secundaria a apasionarse por la ciencia y elegir la física como opción universitaria.
Los alumnos presentes en top@DIPC, una iniciativa formulada por Donostia International Physics Center —dirigida por Etxenike— como parte del programa Zientziarekin solasean, pedían firmas en los descansos y preguntaban sin parar en las charlas, como representantes de cada uno de los institutos. "¿Qué sintió al recibir el premio Nobel?", preguntaban a Tannoudji los adolescentes del Instituto Ategorri de Erandio: "Gran felicidad", contestaba el físico que recibió su Nobel en 1997 por sus estudios en el enfriamiento y atrapado de los átomos.
El acto, presentado por Itziar Alkorta, viceconsejera de Universidades e Investigación, le ha empujado a recordar sus comienzos de la mano de un profesor que "hacía poesía con la física". Para él, "la curiosidad" con la que impregna un "buen profesorado" fue lo más importante, aunque también ha criticado las trabas que ponen en la actualidad Gobiernos con "visión a corto plazo", haciendo "recortes de los laboratorios".
El director del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica y Premio Príncipe de Asturias, Juan Ignacio Cirac, ha admitido, aun así, que la física "supone mucho trabajo pero también da la fortuna de conocer gente extraordinaria". La educación "de hoy es la investigación de mañana y la economía de pasado mañana", anunciaba: "La gente tiene la imagen de que un científico se pasa las horas solo en su laboratorio, sin comer ni tener contacto con nadie, y eso ya no es así, es un acto mucho más social", ha añadido, todo en un ambiente lúdico, amistoso y cercano.
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