El ‘lobby gay’ ataca de nuevo
Fue oir a Reig Pla hablar sobre este lobby en el PP y soñar de inmediato con los sótanos del Palau de la Generalitat convertidos en una caverna de encuentros 'cruising', una especie de club 'leather' con sus señorías populares bailando la conga
No andaba falto de razón el reverendísimo señor obispo de Alcalá de Henares don Juan Antonio Reig Pla —todavía lo recuerdo con afecto cuando era “estrella invitada” del programa Carta Blanca de Canal 9— alertando de un poderoso lobby gay incrustado en las entrañas del Partido Popular. Fue oír decírselo ese día y por la noche soñar de inmediato con los sótanos del Palau de la Generalitat convertidos en una caverna de encuentros cruising, una especie de club leather con sus señorías populares bailando la conga a ritmo de Village People. Ahí estaban don Alberto Fabra y Serafín Castellano suministrando disciplina inglesa al personal mientras lanzaban toda clase de gritos lascivos: “¡Toma soberanismo!”, “¡Arreando una reforma estatuaria!”. Los azotes más contundentes, si mis sueños freudianos no me traicionan, eran para el vicepresidente, José Ciscar que se dejaba infringir los tormentos como si fuera la Justine del Marqués de Sade. Lo que no recuerdo bien, si era Rita Barberá la que estaba subida a un Toro mecánico vestida de cow-boy o era Alfonso Rus cantando Méjico a lo Luis Mariano.
Quizás este mano negra —o mejor rosa chicle—, de ese lobby gay siniestro en la sombra que anida en las profundidades del Partido Popular, sea también en parte responsable que al nuevo arzobispo de Valencia, monseñor Antonio Cañizares, lo recibieran al son alegre del pasodoble Amparito Roca nada más puso sus pies en su nueva demarcación arzobispal, en el fronterizo pueblo de Villargordo del Cabriel. Más allá de la inevitable estampa berlanguiana que ofrecía el acto de bienvenida, a su excelencia Cañizares le pasaba -salvando las distancias jerárquicas- tres cuartos de lo mismo que al Papa Pablo VI cuando viajó a Nueva York y fue saludado con el Hello Dolly como si se tratara de una estrella camp de Broadway. La próxima vez, si esto no lo remedia alguien, me temo que al futuro arzobispo lo reciban con el Waka Waka de la Shakira. O con el Libérate de El Titi.
De todas formas, a la vista de la profusión de encajes, brocados y puntillas que ofrecían el otro día sus jerarquías religiosas en la Catedral de Valencia, no sé bien si estábamos en un acto de toma de posesión eclesiástica, en el día del patrono del gremio de modistas y costureras de la ciudad o en la obertura de la comedia musical La cage aux folles. Los oropeles exhibidos hasta dejaron en un segundo plano a los políticos presentes, empezando por el ministro de asuntos exteriores, José Manuel García Margallo, que no gana para sobresaltos su cuerpo serrano desde que empezó la cuenta atrás del llamado proceso catalán, y los tres presidentes de la Generalitat, reunidos para la ocasión, como si fueran tres antiguas vedettes de revista convocadas por el notario para el reparto de la herencia de su antiguo empresario y amante.
El lobby gay en la sombra popular debería un día de estos hacer su coming out para acabar con cualquier equívoco o malentendido. Y más ahora que hasta el Vaticano está dispuesto a reconocer que las parejas gays se aman —y se odian de paso— como el resto de los humanos. Como madrina del acto y para darle solemnidad al evento, lo podía presidir Mayren Beneyto que para la ocasión rescataría la peineta y la mantilla de doña Pepita Ahumada depositadas en el Museo de la Ciudad. Como broche final del acto, el nombramiento, ahora que ha dejado la presidencia de las Cortes y los asuntos políticos, de Juan Cotino como Mister Daddy 2014.
Desde que tengo constancia de este poderoso lobby gay del Partido Popular no hay día en que no se me aparezca en el horizonte la vieja gaviota popular envuelta en la bandera arcoíris. Sólo le falta ponerse a cantar Agradecida y emocionada…
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