La segunda vida de las urnas del 9N
El Moianès vota a favor de crear una nueva comarca catalana
Pepe Albert Bosch y sus amigos de Sant Quirze de Safaja se reunieron ayer en el ayuntamiento de este bucólico pueblo de 640 habitantes. Se les notaba alegres, habían bebido algún gin tonic de más tras una multitudinaria calçotada organizada por los vecinos de este municipio del Vallès Oriental. Tras la calçotada, Bosch, Glòria Ardenui —su mujer— y otro matrimonio se acercaron al consistorio para votar en un referendo muy especial: ¿Ha de formar parte Sant Quirze de una nueva comarca, el Moianès? Bosch y Ardenui tenían claro que hay crear la 42 comarca de Cataluña. La diferencia entre los dos radicaba en las razones: mientras Ardenui creía que se trata de hacer más ágil la administración de los diez municipios del Moianès, Bosch aseguraba que él apoya el cambio por la misma lógica que da apoyo a la independencia: “Se trata de gestionar tu dinero, de ser amo de tu destino”.
“No hagas caso a mi marido, esto no tiene nada que ver con la independencia”, insiste Ardenui. Bosch replica que en el momento actual, toda iniciativa ciudadana que suponga un cambio, tiene que ver con el cambio por conseguir ser un nuevo estado. El único punto en común visible con el proceso soberanista eran las urnas, que eran las mismas que fueron utilizadas en estos pueblos en la consulta del 9N.
El alcalde de Sant Quirze de Safaja, Ramón Banús, hace acto de presencia a las 18.00 para presenciar el recuento parcial de votos. Banús, de CiU, confirma que la consulta tiene poco que ver con la independencia. Sus razones son más prosaicas: los diez municipios del territorio del Moianès se dividen en tres comarcas: Osona, Bages y Vallès Oriental. La ley estatal de racionalización de la administración local suprimió en diciembre de 2014 el consorcio que aglutinaba administrativamente a estas poblaciones. La solución para mantener y mejorar los servicios que gestionaba el consorcio es crear un nuevo consejo comarcal, según los diez alcaldes. “Siendo comarca, y creando un consejo comarcal, conseguiremos una mejor gestión del transporte escolar, que ahora está fragmentado. Y podremos mancomunar servicios municipales, sobre todo el de recogida de residuos”, dice Banús.
Dentro del ayuntamiento, Marta Hierro llama por teléfono a su hijo para que se acerque a votar para el sí. Todo el mundo se conoce y parece que dan por hecho que votarán lo mismo. “Es normal que los partidarios de ser comarca nos hayamos movilizado más. Somos los que queremos el cambio”, explica Hierro. La participación fue del 47,3%, de un total de 10.840 ciudadanos llamados a las urnas. El sí ganó en los diez municipios con un apoyo global del 80,4%. Los menores de entre 16 y 18 años también podía participar aunque esta franja de edad fue poco activa en la consulta, según la opinión recogida en las mesas electorales de Moià, Castellterçol, Castellcir y Sant Quirze.
El resultado del referéndum era no vinculante pero la Generalitat, CiU y ERC se han comprometido a acatar la decisión y hacerla efectiva en el Parlament. La votación se pudo celebrar pese al veto del Tribunal Constitucional a un artículo de la Ley de Consultas catalana que permite las consultas populares supramunicipales. La manera de esquivar el veto, según los organizadores, ha sido convocar diez procesos participativos diferentes, uno por municipio, puesto que los ayuntamientos sí tienen potestad legal para convocar consultas ciudadanas que afecten a su municipio.
En Can Sala, un bar de Castellcir, un nutrido grupo de hombres se reúnen para echar unas partidas de butifarra. Dos jugadores admiten haber votado por el no. Ramón y Fernando eran contrarios a la creación de una nueva comarca por tres razones: porque no ha habido información sobre las desventajas de crear una nueva comarca, porque desconocen cómo se elegirán los órganos de poder del nuevo consejo comarcal y por el nombre de la comarca. Ramón y Fernando son vecinos de Castellterçol, el pueblo natal d’Enric Prat de la Riba, que ha mantenido una rivalidad histórica con Moià, la capital y pueblo natal de Rafael Casanova.
Anna Palou, periodista de la zona, confirma que la principal razón de los votos del no en Castellterçol han sido por estas rencillas históricas. Nati es una jubilada que votó por el sí pese a las desigualdades que asegura que padecen en Castellterçol: “Aquí no tenemos ni bomberos ni ambulancia. Si los necesitamos, han de venir de Moià”. Castellterçol tiene una población de 2.400 habitantes.
De nuevo en Can Sala, Pere Martínez me enumera sus razones para haber votado a favor de crear la nueva comarca: “Sin el Consorcio, para cobrar el subsidio de desempleo hemos de ir a Manresa o a Barcelona. Y para otras ayudas, o para los cursos de formación laboral, más de lo mismo”. A su lado, una mujer añade que Castellcir forma parte del Vallès Oriental pero la escuela depende del Bages, con todos los inconvenientes burocráticos que esto supone.
En la sede del Consorcio del Moianès, donde se estableció la organización de la iniciativa, Sebastià Padrissa admitía que para él, el Moianès tiene que ser comarca “porque es una exigencia política histórica. Administrativamente no cambiará mucho. Tendremos los mismos hospitales, bomberos, etcétera. Pero podremos gestionar mejor la oferta laboral para desempleados, la política de turismo y comercial”. Los alcaldes aseguran que crear un nuevo ente administrativo no costará más a los ciudadanos: “La caja central para los consejos comarcales será la misma, la diferencia es que habrá que repartirla con uno más”, según Banús.
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