Fin de etapa
En general, los grandes partidos no han tirado mucho de sus líderes en esta campaña
Poliesportiu Nova Icària. Tiene el bonus track de contar con la presencia de Artur Mas. Un tipo que el pack CiU no ha exhibido demasiado en la República de Barcelona. En general, los grandes partidos no han tirado mucho de sus líderes en esta campaña. Salvo, claro, ERC, que tenía que poner a alguien al lado de Bosch para que pasara algo.
Bueno. Empieza el acto. Habla Ramon Espadaler. Uno le escucha y CiU no es un partido con 15 sedes embargadas por espolio, no es una estructura de corrupción prolongada, no es uno de los partidos que ha recortado la democracia, el bienestar y los derechos civiles. Es lo contrario. Lo que provoca un problema ético en quién redacta estas líneas. ¿Qué se debe de hacer cuando lo que dice un político no es cierto? O, peor, ¿qué se puede hacer cuando la existencia de un político consiste en negar la realidad? ¿Qué hacer cuando todo un Régimen, que ha traspasado una línea roja democrática y moral, consiste en eso?
Cuando escribo esto se ha descubierto que Esperanza Aguirre cobró 5 millones, vía cheque, mientras era presidenta. No pasa nada. Lo desmiente. Puede ser reelegida. Incluso Rita Barberá puede ser reelegida. Susana Díaz ha sido reelegida. Con un discurso regenerador.
Mas, que en otra democracia estaría muerto desde el caso Pujol, ahora me explica que Cataluña es diferente a los datos sobre ella. Trias, que luego habla de cosas que no han ocurrido -Barcelona, en fin, ha seguido la estela del modelo Madrid; la Marina del Port Vell ha despertado sospechas incluso en la Oficina Antifrau; en el Vanity Fair de enero, declaraba: "nunca pregunto de dónde sale el dinero"-, puede ser reelegido.
¿Qué hacer cuando informar, describir, consiste en decir que mienten, constántemente?
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