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La corrupción noquea a Convergència en plena carrera hacia el 27-S

Rull admite donaciones de Teyco y su filial por un total de 357.000 euros La vicepresidenta del Gobierno pide a CDC que no busque culpables fuera de sus filas

El presidente catalán, Artur Mas, juntamente con el número uno de la lista Junts pel Sí, Raül Romeva.
El presidente catalán, Artur Mas, juntamente con el número uno de la lista Junts pel Sí, Raül Romeva.Albert García

Convergència llega al momento crucial de su apuesta independentista herida gravemente por la corrupción. La anunciada refundación del partido, camuflada ahora con la confluencia con ERC y las entidades soberanistas en la candidatura Junts pel Sí para las elecciones del 27-S, amenaza con estrellarse contra las evidencias de una corrupción institucionalizada y extendida por Cataluña que salpica a pesos pesados del partido. El “problema del 3%”, con el que amagó el presidente Pasqual Maragall hace una década, vuelve hoy con renovadas fuerzas.

Las sombras de corrupción que se ciernen sobre Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) desde hace años —con el caso Palau como último y mayor ejemplo— han generado un recelo histórico en el resto de los independentistas, especialmente los de izquierda. Unas suspicacias que, en buena parte, ya impidieron pactar la lista única propuesta por Artur Mas a principios de año.

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Tras la derrota de Xavier Trias frente a Ada Colau en las pasadas municipales, sin embargo, el independentismo asumió que era mejor concurrir unidos el 27-S, un proyecto favorecido por las intensas presiones ejercidas sobre ERC por CDC y su entorno. Con el señuelo de la independencia en el horizonte, republicanos, entidades e independientes aceptaron sumarse al barco de Junts pel Sí. La desconfianza por los negocios de los convergentes y el temor a que las investigaciones judiciales acabaran por lastrar a Junts pel Sí, sin embargo, nunca acabaron de disiparse.

Raül Romeva es un buen ejemplo de ello. Procedente de las filas ecosocialistas y al frente de una candidatura destinada a reelegir a Mas como presidente, Romeva acudió a una entrevista ya programada con TV-3 una hora después de que la Guardia Civil entrara en la fundación de Convergència CatDem. Preguntado por el caso, acertó a exigir “responsabilidades” y a poner “la lucha contra la corrupción” como uno de los principales objetivos de la candidatura. ERC, por su parte, se mantuvo en silencio, salvo algunos apoyos poco contundentes a CDC, y tachó la operación policial de ataque al proceso soberanista.

Convergència volvió a cargar contra los investigadores para defenderse, como ha hecho con otros casos de corrupción que la han salpicado en el pasado. El coordinador general de la formación, Josep Rull, compareció tres horas después del comienzo del registro de la fundación y antes de que la Guardia Civil registrara la sede del partido. “Desde la consulta del 9 de noviembre ya sabemos cómo actúa la fiscalía y por orden de quién”, dijo sugiriendo presiones del Gobierno

“Espectáculo”

El discurso del dirigente nacionalista se basó sobre todo en lamentar el “espectáculo” que, según él, ha dado la Guardia Civil con el registro. “Lo que se quiere es influir en la campaña electoral”. El mensaje unánime de los dirigentes de Convergència es que existe una suerte de guerra sucia contra el partido desde que ha optado por defender el independentismo; una guerra, dicen, que se reproduce en cada campaña electoral.

Rull buscó un gesto de transparencia al detallar las donaciones de la constructora Teyco y su filial Bluedream han hecho a la fundación de CDC los últimos años. Teyco donó 150.000 euros entre 2007 y 2009 y la filial, otros 207.000 euros entre 2012 y 2014. “Todo este dinero es legal y está fiscalizado y registrado”, aseguró. Rull insistió en que las donaciones de la constructora a la fundación de CDC suponen solo el 1,7% del total de las que recibió la entidad en los tres ejercicios, mientras que las de Bluedream suponen el 2,4%. Un ejercicio de transparencia, sin embargo, de difícil encaje con las cuentas aportadas al Tribunal de Cuentas, ya que no detalla el importe por ejercicio ni coincide con los informes de este organismo.

La tensión que el nuevo episodio introduce en la candidatura Junts pel Sí es directamente proporcional al oxígeno que da al resto de formaciones que concurren el 27-S. El PP, los socialistas, Ciudadanos y la confluencia de izquierdas Catalunya Sí que es Pot ven la operación policial de ayer como una nueva muestra de que Convergència es un partido carcomido por la corrupción.

El candidato de Catalunya Sí que es Pot, Lluís Rabell, se mostró cauto al recordar que “muchos otros anteriores quedaron en nada”, aunque destacó el cúmulo de casos de corrupción que afecta a CDC. El líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, ironizó asegurando que la lista de Romeva “se convertirá en la candidatura ‘Juntos para tapar el 3%”. El candidato del PP, Xavier García Albiol, reclamó la comparecencia de Mas en el Parlament y aseguró que las acusaciones de guerra sucia son “incomprensibles”. Inés Arrimadas, de Ciudadanos, se mostró confiada en que el caso “pasará factura” a los independentistas el 27 de septiembre.

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, pidió a Convergència que “no busque culpables fuera de sus filas”. “Si algo ha quedado claro es que las actuaciones de lucha contra la corrupción no entienden de partidos ni de fechas electorales”. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, afirmó que “soberanía y corrupción son incompatibles”.

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