El niño que quiso ser Truman
Rubén Ramírez protagoniza 'El niño de la tele' en la sala Flyhard de Barcelona
En El show de Truman de Peter Weir un adulto busca obsesivamente la puerta de salida de la cúpula de ficción en la que ha nacido. En El niño de la tele de Marc González de la Varga y Rubén Ramírez un adulto anhela con la misma tenacidad regresar a los platós de televisión que durante un breve episodio de su vida hicieron de él un personaje. Truman Burbank (Jim Carrey) sólo deseaba escapar de la gran mentira para conocer el "mundo real". Rubén Ramírez ha dedicado casi dos décadas de su existencia a reencontrar el camino de regreso a ese "mundo irreal" que en su niñez le acogió en volandas y que parecía rendido a su don extraordinario de imitar voces. Un lugar mágico —el reino de Narnia con focos, presentador, decorado y regidor— donde un solo gesto inundaba el espacio de risas y aplausos. El deseo legítimo de sentirse de nuevo como cuando tenía doce años y le trataban como el wonderboy de las recién estrenadas cadenas de televisión privadas.
Este espectáculo —epifanía, tribunal, psicodrama, teatro verité y stand-up comedy en un solo paquete escénico— parte del inmediato presente del protagonista. En la intimidad de la Flyhard se muestra de frente un hombre, treinta años, físico corriente, ocupado en la carpintería familiar, colaborador intermitente en distintos medios de comunicación, en proceso de superación de una reciente ruptura sentimental y un despido repentino del primer empleo que le permitía cortar con el refugio económico del negocio paterno, mantener un hogar propio y mitigar el dolor de haberse alejado de sus sueños de fama y popularidad mediática. Una biografía normal. Un hombre normal que se erige en abogado defensor y fiscal de su fracaso como artista de variedades y actor.
Viaje al pasado
Poco tardará en emprender el viaje al pasado y presentar ante el público las pruebas que documentarán su pasado de niño con grandes gafas y americana de centelleante azul eléctrico. Testimonios audiovisuales que dejan constancia que aquello que ha alimentado con crueldad su añoranza de tener "otra vida" es la historia del niño cuyo prodigio es tener una simpática singularidad y el desparpajo suficiente para defenderla ante los adultos.
EL NIÑO DE LA TELE
De Marc González de la Varga y Rubén Ramírez. Dirección: Marc González de la Varga. Intérprete: Rubén Ramírez. Sala Flyhard, Barcelona, hasta el 2 de mayo.
Niños que se suben a la silla y recitan el poema de Navidad, imitan a Rihanna o Justin Bieber, son b-boys de un 1,30, son graciosos respondones, miran con tierno desafío la cámara o imitan voces como Carlos Latre. Virtudes artísticas en ciernes que con la edad irán desprendiéndose como hojas caducas hasta quedar el cuerpo desnudo de un adulto sin atributos. Un hombre normal, aunque se resista en dictar una sentencia auto-inculpatoria. Un protagonista que sume el papel de testigo de cargo de su propio devenir sin responder a la pregunta de qué pasará después de que se apague también el foco en la Flyhard.
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