_
_
_
_
JOAN LLUÍS BOZZO / Director del musical ‘Scaramouche’

“De pequeño tenía fantasías con el Tulipán Negro”

Dagoll Dagom estrena el jueves su nuevo espectáculo, de capa y espada

Jacinto Antón
Joan Lluís Bozzo, director de 'Scaramouche' blande la espada en el escenario.
Joan Lluís Bozzo, director de 'Scaramouche' blande la espada en el escenario.JOAN SÁNCHEZ

Ya está aquí Scaramouche,el nuevo musical (en puridad “comedia musical de capa y espada”) de Dagoll Dagom, basado en las aventuras del célebre espadachín creado por Rafael Sabatini.  El director de la compañía y del espectáculo (que se estrena en el teatro Victòria de Barcelona mañana jueves), Joan Lluís Bozzo, parece cansado Y eso que él no se ha visto sometido, como los actores al riguroso aprendizaje de esgrima que les ha hecho sudar de lo lindo y perder unos buenos kilos a costa de la espada. Cosas del maestro de armas Jesús Esperanza, que no iba a dejar a ningún pupilo salir de sus manos sin suficiente dominio del acero.

“La recta final de un montaje sigue siempre una ley inexorable y es que te parece que nunca llegas con tiempo suficiente al estreno”, dice Bozzo. “Scaramouche ha sido muy costoso de hacer y montar. Algunos momentos he llegado a pensar que no lo lograríamos. No se trata solo de que todo esté a punto sino de que fluya sin esfuerzo, que no se vean las partes, las costuras. El estado natural de un espectáculo que se está creando es la entropía, tiende a disgregarse, a convertirse solo en un enorme tinglado y hace falta mucha energía para cohesionarlo. Es un proceso muy delicado, como reflotar un naufragio, lograr que todo encaje, la comedia, los personajes, el decorado, las luces, los efectos, el ritmo, y que pase a primer término lo que tiene que ser lo importante: la historia. Este es un oficio de contar historias. Eso es lo primordial”.

"La esgrima era una condición imprescindible del montaje"

¿Dagoll Dagom, con tanta experiencia, no tiene ya superada esa etapa de incertidumbre del montaje? “Nunca te acostumbras, aunque ya llevamos 40 años, es consustancial al oficio, y Anna Rosa [Cisquella] tiene una energía extraordinaria pero yo ya no. He de racionar mucho la que tengo. Suerte de la espléndida gente de producción con que contamos y que tira del carro. La esgrima, sobre todo, me parece muy cansada. Hay que ver la panzada de trabajar que se han pegado los actores con Jesús Esperanza".

La idea de Scaramouche, recuerda Bozzo, es del compositor Albert Guinovart, autor de la música del espectáculo. “Siempre ha sido un fanático de la película de Hollywood de 1952 con Stewart Granger, la adaptación más famosa de la novela de Sabatini. Hace 12 años íbamos a montarla pero entonces se hizo en Madrid y la aparcamos. Ahora, tras el último Mar i Cel volvimos a nuestra vieja caja de proyectos y volvió a salir Scaramouche. Es una obra que cumple muchas de las condiciones de esta especie de Teatro Nacional Popular, a lo Jean Vilar, que hacemos y propugnamos nosotros. Es una historia para todos los públicos, emocionante, transgeneracional y capaz de atraer a la gente joven”. El libreto, que firma el propio Bozzo, incluye elementos de las películas de espadachines, de la novela de Sabatini, y de otras fuentes como La Comedia de los errores, de Shakespeare, y Los dos gemelos venecianos, de Goldoni.

“Un reto era que el espectáculo requería mucha preparación esgrimística, eso era una condición sine qua non. Y el de la esgrima es un mundo que no conocíamos”. Bozzo explica que él no se formó en el Institut del Teatre, donde quizá hubiera tenido la oportunidad de empuñar alguno de los viejos floretes de las panoplias que decoraban las salas de la sede de Elisabets. “Yo vengo de los Lluïssos de Gràcia y el teatro de aficionados, y luego del teatro independiente. Nunca practiqué la esgrima. Así que buscamos quién pudiera enseñarnos; vimos cosas que había hecho el maestro Esperanza, visitamos su escuela en Madrid, y nos lo trajimos. Se ha tomado el proyecto con grandísimo interés y se ha pasado tres meses viviendo en Barcelona para instruirnos El resultado me parece magnífico”.

 El espectáculo incluye referencias al mundo de la gran revista y guiños al musical estadounidense

Bozzo, no obstante su inexperiencia con las armas, se declara un fan del género de capa y espada. "De pequeño me encantaban las novelas y películas. Especialmente El tulipán negro, con Alain Delon, Virna Lisi y Adolfo Marsillach como el villano. ¡Hasta salía Laura Valenzuela! Era una coproducción franco-italo-española de 1964. Me marcó la infancia. Jugaba a ser yo el Tulipán Negro. Incluso tenía fantasías con el personaje y las chicas que me gustaban". Bozzo no se parece excesivamente a Delon, pero también es verdad que el Tulipán Negro llevaba antifaz.

El director aprovecha para recordar que la película poco tenía que ver con la novela de Alejandro Dumas de la que tomó el título y que se centraba en un horticulor tulipómano obsesionado por crear un tulipán negro en la Holanda de la Guerra de los Treinta Años. Probablemente en el filme confundieron el tulipán negro con la pimpinela escarlata...

Bozzo reflexiona que se hace poca capa y espada actualmente. Quizá porque la esgrima ha pasado a ser cosa de la fantasía: La guerra de las galaxias, El Señor de los Anillos, Juego de Tronos... “Y es una pena porque la capa y espada tiene elementos muy atractivos, vistosos y excitantes”. Visto el entusiamo, ¿piensa iniciarse en la esgrima? “No me veo, no estoy en forma, pero he descubierto un mundo. Tiene mucho de danza, y precisión y concentración. Me parece muy zen”.

¿Qué ofrece Scaramouche? “Un musical con el contexto histórico de la revolución francesa, que es la paradigmática. El pueblo quiere contar, el poder se niega a ceder ni un milímetro... Damos también teatro dentro del teatro, con la compañía de Comedia del Arte en la que se esconde Scaramouche (Toni Viñals), un personaje misterioso, un enmascarado justiciero; y una historia de amor a cuatro bandas, y una música fácil de oír y elegante”.

Bozzo subraya que el Scaramouche de Dagoll Dagom “es una comedia con gotas de drama, algunas referencias al mundo de la gran revista y guiños al musical estadounidense, incluido un homenaje a West side story”. La representación dura 2 horas y cuarto más un descanso y tiene como grandes momentos “el de la revolución italiana (una extravagancia con Mireia Mambo); el intenso final del primer acto, o el duelo entre Ivan Labanda y Ana San Martín”. Bozzo también destaca la escena de la mosca de la Comedia del Arte, que ya imita su hijo de cinco años, “y al final el himno del pueblo”.

Sin interlocutor en Madrid

Scaramouche no irá a Madrid, donde, lamenta Bozzo, "no tenemos interlocutores; los empresarios de Gran Vía están más por el musical comercial traído de fuera y a los teatros públicos no les interesamos. Nos movemos en tierra de nadie".

De la situación actual en Cataluña del teatro y de la cultura en general, el director opina que es “muy desconcertante. No es que nunca haya sido la bomba pero ahora con la crisis predominan los espectáculos desnudos y la autoexplotación del actor. El IVA del 21 % ha dejado la profesión en los huesos y yugulado las ya muy improbables posibilidades de beneficio”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_