Los aviones históricos en vuelo que Madrid no puede lucir
La tercera colección más grande de Europa tiene 45 minutos al mes para exhibirse al público
Parecen 44 aviones de juguete, pero están a miles de pies de serlo. Todo es tela, madera, tubo motor y hélice. E historia, muchísima historia. El más antiguo data de 1925 y el más moderno de 1973, pero los han cuidado con una prolijidad que engañan y parecen recién salidos de la fábrica. Juntos conforman la tercera colección de aviones históricos en vuelo más grande de Europa. La Fundación Infante de Orleans (FIO) los tiene aparcados en el aeropuerto de Cuatro Vientos, que al ser de uso civil, solo les permite exhibirlos en el aire una vez al mes durante 45 minutos. Para la muestra, el Real Club de España les presta “el corralito”, un pequeño terreno al lado de las pistas, donde solo cabe la mitad del conjunto. Carlos Valle, piloto y director de la fundación, quiere poner fin a esta “precaria situación” y está en conversaciones con tres interesados para trasladar el museo en vuelo.
Oír arrancar el motor del Moth (1925), el modelo de avión de la premiada Memorias de África, ver despegar al Polikarpov U-2 (1928), el avión con que los pilotos republicanos realizaron el curso en la Unión Soviética durante la Guerra Civil Española o contemplar las piruetas del Zlin 326F, un modelo histórico que en 1964 le dio al español Tomás Castaño el primer galardón en el Campeonato del Mundo de Acrobacia Aérea, es parte de lo que se puede apreciar en las exhibiciones de esta colección por seis euros. “Aquí no se pueden ver bien, unos tapan a otros, esto no es ni muchísimo menos lo que necesita una colección como esta”, crítica Valle.
En los 28 años que lleva la fundación instalada en Cuatro Vientos, más de 330.000 personas han presenciado las 250 demostraciones aéreas. Lo que quiere Valle es que en vez de hacer 12 exhibiciones al año con la mitad de los aviones a un público reducido, la colección se traslade a un lugar donde se hagan presentaciones tres veces al año pero que en cada una de ellas puedan acudir hasta 20.000 personas durante todo el día. “Así es como funciona en otros países que tienen una colección similar a esta. Con que vengan 10.000 personas, solo con un 60% del ingreso neto —los mayores y niños no pagan—, ya tienes 180.000 euros de ingreso solamente en ese concepto”, explica el presidente de la fundación.
Los gastos operativos de la FIO están en el torno a los 500.000 euros anuales, según Valle. Se cubren mediante patrocinio y recursos que genera la propia fundación siendo el más importante las donaciones de los más de 3.000 socios.
Tres alternativas sin concretar
Las condiciones climáticas para trasladar la colección de Cuatro Vientos a otro sitio han sido adversas. En 2005 el viento soplaba a favor con el interés del Ayuntamiento de Getafe en llevarla al parque empresarial de La Carpetania, que desarrolla una ampliación que supondrá una superficie de cerca de cuatro millones de metros cuadrados. Norman Foster diseñó el edificio donde se hubiera situado la colección de aviones históricos pero llegó la crisis y con ella, el aterrizaje forzoso del proyecto, que sigue paralizado.
Cuando se eliminó la posibilidad de ubicarlo en La Carpetania, la fundación le ofreció a Airbus situar la colección en sus inmediaciones (también en Getafe), que también contemplan una ampliación. Ellos se mostraron interesados, pero desde entonces han pasado siete años y los aviones históricos continúan en los hangares de Cuatro Vientos. “Les ofrecemos tener a su disposición la colección todo el año. Es hacer los mismo que ha hecho Airbus en en Manching (Alemania) y en Toulouse (Francia). Ambas han montado sus propios museos”, detalla Valle. La fundación tiene prevista una reunión el 16 de marzo con la empresa para abordar el tema.
Según Valle hay otros dos interesados que han aparecido en el transcurso de la espera: Corral de Ayllón (Comunidad de Castilla y León) y el aeropuerto de Ciudad Real (Comunidad de Castilla-La Mancha). “En Corral de Ayllón hay una aeródromo histórico de la Guerra Civil con un entorno natural fantástico con condiciones para la operación inmejorables y en Ciudad Real hay un proyecto empresarial para poner de nuevo en marcha el aeropuerto”, narra Valle.
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