“No tinc por!”, grita Barcelona
Decenas de miles de personas llenan, emocionadas, la plaza de Catalunya durante el minuto de silencio en protesta por el atentado de La Rambla
Hubo un minuto de silencio, guardado por más de 100.000 personas, incluidas las máximas autoridades del país, que se reunieron este viernes en la plaza de Catalunya de Barcelona, en el arranque de La Rambla, cerca de donde el jueves una furgoneta atropelló a 13 personas e hirió a un centenar. Muchos no pudieron contener la emoción y rompieron a llorar. Después de esos 60 segundos, se produjo un aplauso estruendoso y comenzó a corearse un grito de repulsa y de afirmación ciudadana que se extendió por toda la plaza y que luego se ha reproducido por todo el país: “No tinc por!” (“¡No tengo miedo!”).
Decenas de miles de personas, más de 100.000 personas calculó la Guardia Urbana, ocuparon este viernes la céntrica plaza de Catalunya de Barcelona y sus aledaños a las 12 del mediodía y bajo un sol de justicia, para participar en un minuto de silencio como muestra de repulsa del brutal atentado que en la tarde del jueves acabó con la vida de 13 viandantes en Barcelona (más una en los atentados de la madrugada del viernes en Cambrils) e hirió a otro centenar más, la mayoría turistas, que paseaban a esa hora por la popular avenida que cruza la ciudad desde el centro hasta el mar.
Después de 60 segundos de silencio, presididos por las máximas autoridades políticas españolas y catalanas —encabezadas por el rey Felipe VI, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la alcaldesa, Ada Colau —además de los líderes políticos de PSOE, Pedro Sánchez, Podemos, Pablo Iglesias y Ciudadanos, Albert Rivera—, los asistentes, con actitud y semblante serio, irrumpieron en un largo aplauso de varios minutos seguido del grito de “No tinc por!”, coreado de forma unánime. Hubo lágrimas y emoción a flor de piel.
Los asistentes, la mayoría ciudadanos de Barcelona, pero también turistas —sobre todo, italianos, franceses, alemanes e ingleses como muchos de los que el día anterior sufrieron el atentado— acudieron a la céntrica plaza una hora antes en absoluto silencio por el lado sur, desde Portal de l’Àngel y la propia Rambla. Tuvieron que hacer estoicas colas para que los agentes de seguridad registraran sus mochilas y bolsos.
Las palomas, dueñas de la plaza habitualmente, fueron expulsadas, poco a poco, por el gentío y acabaron refugiadas en los árboles que la rodean. Solo volvieron a verse cuando, asustadas por el aplauso, volaron despavoridas.
Para cientos de personas fue muy difícil, por no decir imposible, llegar a la plaza. Riadas de gente bajaron por Paseo de Gràcia y Pau Claris para intentar llegar. Pero no lo consiguieron por el cordón de seguridad que imposibilitaba el acceso.
Todo el mundo quería inmortalizar el momento con sus teléfonos móviles. Estar y dejar constancia de que habían estado en la concentración de repulsa contra los atentados.
Los primeros aplausos los arrancó un grupo de 20 personas que llegó a la plaza portando rosas rojas. Como una ola, los aplausos se extendieron por toda la plaza. Los asistentes acudieron sin consignas, no llevaban ni pancartas ni banderas. Apenas se vieron una estelada y una senyera con crespón negro.
“No hay banderas”
Cuando una señora, subida en uno de los bancos que rodean la plaza, ondeó un banderín con la bandera española las personas que estaban a su lado le gritaron: “¡No hay banderas!, ¡no hay banderas!”. Después de responderles con un “soy catalana” la guardó, obteniendo el aplauso de todo el mundo.
Tras el minuto de silencio, muchos de los asistentes, de forma espontánea, repitieron el mismo recorrido, Rambla abajo, que el día anterior había hecho la mortal furgoneta, hasta el mosaico creado por Joan Miró que preside el Pla de l’Ós, donde acabó el vehículo.
No dejaron de aplaudir y de repetir el mismo grito: “No tinc por!”. Al final, solo la pena y una evidencia: “Podíamos haber sido cualquiera de nosotros”, terminaban reconociendo los asistentes a la multitudinaria convocatoria.
Unidad institucional por un minuto
El encuentro entre los representantes políticos españoles y catalanes durante el minuto de silencio de la plaza de Catalunya dio como resultado una imagen de unidad institucional imposible en los últimos años. Felipe VI, acompañado del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y políticos catalanes del PP, llegaron desde el paseo de Gràcia donde habían aparcado sus coches oficiales para participar en la primera fila de la concentración. Les esperaba el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, con todos sus consejeros y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell.
La alcaldesa Ada Colau accedió junto a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, líderes del PSOE y Podemos, respectivamente, con los que había realizado a pie el camino desde la plaza de Sant Jaume por La Rambla. Todo fueron buenas caras y saludos afectuosos. Tras el acto, Felipe VI daba la mano a todo el que se lo pedía mientras le gritaban: "Gracias por venir, señor". Colau, emocionada, aplaudía a la gente por su templanza.
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