Dos horas con el Guernica
El fotógrafo Manu Brabo, premio Pulitzer, trabaja en lejanas zonas de conflicto pero también sabe disfrutar de la capital en sus momentos de descanso
El fotoperiodista Manu Brabo (Gijón, 1981) es ganador, entre otros muchos premios, del Pulitzer (2013) como reconocimiento a su trabajo en la guerra de Siria. Ha trabajado en otros conflictos como Kosovo, Bolivia o Haití. De la mano de National Geographic, acaba de presentar su primera exposición individual en Madrid, en La Neomudéjar.
- La Neomudéjar. Ya me habían llevado ahí para hacer el documental No me llames fotógrafo de guerra (Esther Vergara, 2014) y me había encantado el espacio. Ahora por vueltas del destino hicemos mi exposición Un día cualquiera. Es un espacio industrial y decadente, parecido a las casas okupas clásicas de Berlín, alejado de las salas de exposición más formales y que pega mucho con este tipo de trabajos (Antonio de Nebrija, s/n).
- Lavapiés. Viví por aquí durante muchos años, di clases de fotografía en la calle Ave María… Me movía bastante por aquí, por el barrio, tengo bastantes amigos. Sus bares son muy frecuentados por amigos asturianos en el exilio o colegas periodistas. Tomando cañas en Argumosa me encuentro bastante relajado.
- La biblioteca del Reina Sofía. Siempre recomiendo a los alumnos de mis talleres este lugar, es uno de los sitios donde más horas te puedes perder entre los libros más interesantes del mundo, muchos de ellos de fotografía. El surtido, y la arquitectura, es impresionante (Ronda de Atocha, 2).
- Las Vistillas. Me decía un amigo asturiano que en Madrid lo que más echaba de menos era la línea del horizonte: levantes la vista hacia donde la levantes te topas con un muro. Es agotador para la mirada, para el cerebro, te embota mucho. En Las Vistillas se te puede perder la vista, puedes ir a relajarte.
- Fotocasión. Una de las más grandes e históricas tiendas de fotografía, en la que puedes ir a ver todas las cosas que te gustaría comprarte y para las que no tienes dinero. O para pillar algún chollo de segunda mano, cuando estás empezando. También para ver lo que se compra la gente que tiene pasta y no sabe de fotografía, que es muy curioso (Ribera de Curtidores, 22).
- La Coquette. Trabajé durante algunos años haciendo fotos de motociclismo en el circuito del Jarama, y me tocaba currar los fines de semana. Así que cuando tenía tiempo no tenía amigos para salir: iba a este bar de blues (me gusta bastante el blues), donde se está a gusto solo, sobre todo después de un par de gin tonics (Hileras, 14).
- Campo de Fútbol de Vallecas. Es el estadio del Rayo Vallecano, en el que cubrí bastantes partidos del equipo y conocí a muchísima gente interesante. Aparte de que mi tío abuelo, que era de Vallecas, era super fan del Rayo (Payaso Fofó s/n).
- El apartamento de mi tío Enrique. Lo llamo el Nido del Aguila, donde descomprimo de mis viajes antes de ir a ver mi familia. Está en la plaza de Canalejas, donde todo el barullo, pero cuando cierras las ventanas es un remanso de paz. Te da la sensación de alejarte de todos esos turistas que se sientan en las terrazas en las que yo no me sentaría. Hasta me he hecho amigo de la señora que toca el Despacito en la calle.
- El Guernica. Hago la frikada un par de veces al año de ir a ver El Guernica, en el Reina Sofía, y estar horas allí sentado, mirando a la gente interaccionar con el cuadro, cómo evoluciona la sala, viendo a los japoneses haciendo fotos… siempre encuentro nuevos detalles. Ya es difícil apreciar la obra en sí misma: la obra es la sala en sí (Santa Isabel, 52).
- Pepe Botella. Es uno de los garitos más icónicos de la Plaza del Dos de Mayo, donde se está muy tranquilo para trabajar, escuchar música suave, y donde he conocido a algunas personas muy interesante por ahí dentro (San Andrés, 12).
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