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PATRIMONIO

La arquitectura que Madrid perdió bajo las bombas

Durante la Guerra Civil y los convulsos años que la precedieron se destruyeron todo tipo de edificios emblemáticos. Un libro hace inventario de todos ellos

La antigua Iglesia del Buen Suceso, entre las calles de la Princesa y de Quintana.
La antigua Iglesia del Buen Suceso, entre las calles de la Princesa y de Quintana.J. LAURENT (ARCHIVO RUIZ VERNACCI / INSTITUTO DEL PATRIMONIO NACIONAL DE ESPAÑA)
J. A. Aunión

El último día de febrero de 1936 se inauguró en Madrid, entre las calles de Villanueva y del Cid, frente a la Biblioteca Nacional, el Frontón Recoletos. En el partido más emocionante que se jugó aquella tarde, “el veterano Irigoyen [...] batiéndose como en sus años juveniles” venció por 45 a 43, junto al “seguro Ugarte”, a la pareja formada por “el impetuoso Aspiroz y el maestro Zabaleta”. Así lo narraron los periódicos al día siguiente, aunque, más allá de lo deportivo, todas las crónicas insistieron en la espectacularidad del edificio, de moderna y atrevida arquitectura. En ella, destacaba una cubierta de estructura laminar que salvaba “55 metros, con 8 centímetros de espesor solamente, sin ayuda de vigas ni armaduras”, decía una publicación especializada poco antes de su inauguración. Diseñada por el ingeniero Eduardo Torroja (autor del edificio junto al arquitecto Secundino Zuazo), suponía “un alarde estructural único en su época”, vuelve a insistir hoy Cándido López, profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Coruña.

El exterior de antiguo Frontón Recoletos (en la imagen de arriba), durante la construcción de su singular cubierta (centro) y su interior.
El exterior de antiguo Frontón Recoletos (en la imagen de arriba), durante la construcción de su singular cubierta (centro) y su interior.ALEJANDRO ALMAZÁN PECES (INSTITUTO DEL PATRIMONIO NACIONAL DE ESPAÑA)

Sin embargo, apenas unos pocos meses después de su inauguración, comenzó la Guerra Civil y, con ella, un asedio a la capital durante el que un obús cayó sobre el frontón. El impacto dejó la estructura tan débil que acabó provocando el derrumbe de aquella maravillosa cubierta en el verano de 1939, justo cuando los técnicos trataban de averiguar la mejor manera de reparar los daños. El frontón se rehízo, y volvió a funcionar como recinto deportivo durante décadas hasta su derribo final en 1973 (hoy ocupa su espacio un apartahotel). Pero aquella cubierta nunca se llegó a rehacer porque era muy caro.

Se trata solo de un ejemplo del patrimonio arquitectónico que se perdió en Madrid durante la guerra y los convulsos años que la precedieron. Solo entre 1936 y 1937, el Ministerio de Obras Públicas de la República constató en un informe que el 39% de los edificios protegidos (3.178 de casi 8.000) estaban deteriorados, otros 219 semidestruidos y 146 más totalmente arrasados. Lo recoge la historiadora María Andrés Urtasun en el libro Arquitectura perdida. Madrid (1931-1939) (Y Editorial, 2017), que contiene un minucioso listado de todas las obras devastadas en aquellos años en toda la Comunidad de Madrid, resultado de 15 años de investigación.

Hay memoria de iglesias quemadas por los movimientos de izquierda —como la de San Luis, en la calle de la Montera, muy cerca de la Puerta del Sol—, palacios arrasados por las bombas franquistas —como el del Marqués de la Torrecilla en la calle de Alcalá— o en mitad del fuego cruzado —la Casa de Velázquez en la Ciudad Universitaria, por ejemplo—. Y, entre todas las historias, una conclusión salomónica de la autora: “Ni todo fueron destrozos de los republicanos ni todo de las bombas de los nacionales”. A las destrucciones intencionadas —sobre todo de patrimonio eclesiástico— antes y en los primeros momentos de la guerra, le siguieron a partir de 1937 las de origen militar, la mayoría causadas por la artillería franquista, a lo que se sumaba la situación de abandono y los saqueos por pura necesidad —se quemaron maderas de vigas, puertas y ventanas para combatir el frío—.

El Palacio del marqués de la Torrecilla quedó completamente destruido durante la Guerra Civil (izquierda). Pero el edificio se incorporó al contiguo Ministerio de Hacienda, conservando una parte de la fachada. Hoy es el número 5 de la calle de Alcalá.
El Palacio del marqués de la Torrecilla quedó completamente destruido durante la Guerra Civil (izquierda). Pero el edificio se incorporó al contiguo Ministerio de Hacienda, conservando una parte de la fachada. Hoy es el número 5 de la calle de Alcalá.INSTITUTO DEL PATRIMONIO CULTURAL DE ESPAÑA / R. C.

Al final, aunque Madrid no quedó completamente arrasado como después acabarían otras capitales europeas en la Segunda Guerra Mundial, sí sufrió una importante pérdida patrimonial. Incluso, en la mayoría de los casos en que se reconstruyeron los edificios, pues fruto de unos trabajos acometidos sin apenas dinero, resultaron en pálido reflejo de lo que habían sido. Sin contar todos aquellos que directamente se perdieron para siempre.

En esta categoría está la Cárcel Modelo de Madrid, ejemplo de la arquitectura panóptica del siglo XIX, consistente en galerías celulares radiales que confluyen en una rotonda central que permite vigilar desde allí fácilmente todo el edificio. O el palacete que acogió la sede del Instituto nacional de Higiene Alfonso XIII, que ocupaba el solar en el que hoy se levanta el Rectorado de la Universidad Complutense. O la basílica de la Virgen de Atocha (entre la avenida de Ciudad de barcelona y el paseo de la Reina Cristina). O el palacio de Santa Elena en el paseo de la Castellana...

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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