El visitante español en Cataluña cae un 11,3% y castiga al sector turístico
Los establecimientos de la costa de Barcelona y Tarragona han notado especialmente la pérdida de clientes
El verano toca a su fin mientras el turismo pierde fuelle en Cataluña. El sector alerta de un descenso de la ocupación que alcanza el 5% con respecto al año pasado. Y un informe de la Generalitat pone al descubierto que el turista español se ha vuelto reacio a viajar a Cataluña: la caída de los viajeros del resto de España es del 11,3%, tres veces superior al descenso de visitas del turista extranjero. Los establecimientos de la costa de Barcelona y Tarragona han notado especialmente la pérdida de clientes. El sector era consciente, pese a todo, de que igualar los excelentes datos de 2017 iba a ser prácticamente imposible.
La consejera de Empresa, Àngels Chacón, ya avisó al poco de arrancar el verano que la resurrección de algunos destinos, considerados como poco seguros en los últimos años, iba a tener “consecuencias” para el turismo catalán. La recuperación del atractivo de Turquía y Egipto, tras años de sobresaltos e incertidumbre social, ha motivado a los touroperadores europeos —sobre todo británicos y alemanes—, a volver a apostar por estos destinos mediterráneos.
Los números han confirmado los presagios y Cataluña cerrará la temporada turística con un descenso de la ocupación por encima del 5% en relación con 2017. El clima de crispación ha penalizado a Cataluña donde, al margen de las tensiones por el procés, se han acumulado incidentes con los taxistas y los ya crónicos problemas veraniegos del aeropuerto de El Prat. Los hoteleros, recelosos al ruido, habían alertado insistentemente de las consecuencias que tiene la agitación para el turismo.
Llegada la hora de hacer los primeros balances, el director general del Gremio de Hoteles de Barcelona, Manel Casals, ha afirmado en declaraciones a la agencia Efe que la ciudad “no está funcionando como debería”. Una impresión que comparte el presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos (Apartur), Enrique Alcántara, quien señala que el empañamiento de la imagen de Barcelona ha provocado una caída de la facturación de las viviendas de uso turístico de entre un 5% y un 10% al final de verano.
En los hoteles de la capital catalana, la ocupación media ha caído al 80%, cinco puntos menos que el año pasado, y Manel Casals atribuye el descenso de visitantes a un empeoramiento de la percepción que se tiene de Barcelona en el exterior. Para justificar su relato, el director del gremio hotelero alude a “las huelgas y retrasos en el aeropuerto”, así como “al aumento de vendedores ambulantes”, sin olvidarse de un supuesto repunte de la inseguridad ciudadana o del “conflicto” protagonizado por los taxistas en julio.
Pese al descenso de ocupación, Barcelona fue la ciudad de España con más pernoctaciones en julio: 1,8 millones de noches por parte de turistas extranjeros y 233.749 de viajeros residentes, según datos del INE. Casals desmarca el descenso de visitantes del desafío independentista, una tesis cuestionada por varias voces del sector turístico. Entre ellas, la del secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Zurab Pololikashvili, que en sus manifestaciones públicas ha alertado de la erosión que causa en el turismo una situación de tensión política.
Un estudio sobre ocupación hotelera elaborado por la Generalitat pone al descubierto que el descenso del turismo que visita Cataluña es mucho más acusado en el caso del visitante nacional que en el extranjero. Mientras que la caída del turismo extranjero de visita en Cataluña fue del 3,9% durante el mes de julio, el turismo llegado desde otras zonas de España se desinfló un 11,3%. Según el mismo informe, la caída de la ocupación hotelera en Cataluña derivó en una reducción de las pernoctaciones del 6,5% el mes de julio, un hecho insólito, ya que ninguna comunidad española registró un descenso parecido. El documento recoge que la de Madrid se benefició de un aumento del 4,8% del número de viajeros.
Analizando la ocupación hotelera que va de enero a julio, se constata que la pérdida de interés del viajero español por Cataluña es constante: hay un 5% menos de visitas y las pernoctaciones se contraen un 8,8%.
Solo se salva Lleida
A la espera de los datos de agosto, la Generalitat expone que en julio, por segundo mes consecutivo, se redujo el flujo en los establecimientos hoteleros en términos interanuales. Se recibieron 2,4 millones de viajeros, un 3,6% menos que el año pasado. En valores absolutos, el descenso se traduce en 89.654 viajeros y 550.321 pernoctaciones menos.
Por territorios, solo la demarcación de Lleida se salva del declive. Lleida registró el mejor mes de julio de su historia, en comparación con la acusada bajada de la ocupación en la Costa Daurada, del 86,9% al 80,3%, y de la costa de Barcelona, del 86,2% al 81,2%. La Costa Brava ha tenido un decrecimiento más amortiguado. Según la gerente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de la Costa Brava (ATA), Angela Galceran, se ha perdido el “turismo prestado”, es decir, las personas que cambiaron sus destinos habituales por Cataluña, pero que ahora se han vuelto a desplazar hacia otros países, como son Turquía, Túnez o Egipto.
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