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Otra universidad es posible

El autor explica que los campus de la Complutense requieren importantes inversiones para mejorar la docencia y la investigación

Joaquín Goyache Goñi
Alumnos en la Ciudad Universitaria, donde se ubica la Universidad Complutense de Madrid.
Alumnos en la Ciudad Universitaria, donde se ubica la Universidad Complutense de Madrid.KIKE PARA

La decisión de presentarse a rector en una Universidad grande y compleja como la Complutense, no es fácil, pero participo en estas elecciones por responsabilidad hacia la institución en la que me he formado y en la que trabajo. Desgraciadamente, hay problemas que deben ser atajados y, de no hacerse, hay riesgo de daños irreversibles.

Tenemos una plantilla muy envejecida, que en los próximos años se va a ver mermada de forma alarmante por las jubilaciones; y esto afecta al personal de administración y servicios y al profesorado. Debemos actuar, de lo contrario, la sangría que hemos sufrido en los últimos años, con una tasa de reposición cero, no solo cristalizará, sino que se irá multiplicando. Por esta razón, es prioritario, estabilizar nuestra plantilla, actuando sobre las bolsas de interinidad y, además, reponer los huecos que nos ha dejado la crisis. Estos procesos deberían haberse acometido antes, cuando los recortes se suavizaron y se alcanzaron mejores tasas de reposición, pero no se ha hecho, de manera que, lo que fue urgente hace cuatro años, ahora es acuciante. Afortunadamente, el poco personal con el que contamos, ha mantenido a flote esta institución con grandes dosis de esfuerzo, más allá de lo exigible. Pero esta situación no puede perpetuarse.

Nuestros campus requieren importantes inversiones para hacer posible el día a día de la docencia y la investigación y para conservar el inmenso patrimonio histórico y cultural que encierra la institución en sus edificios. Cierto es, que tenemos algo que no se puede comprar: la historia de esta Universidad que habita en su patrimonio, en su Biblioteca y en su Archivo y que se ha ido enriqueciendo desde que el Cardenal Cisneros la fundó en 1499.

En la Complutense contamos con investigadores en todas las áreas; muchos y con una producción puntera. Nada de esto puede perderse y para conservarlo y acrecentarlo se requieren -en realidad, se requerían desde hace unos pocos años- acciones enérgicas que garanticen la pervivencia del proyecto docente, investigador y de transferencia que es la Complutense. A nadie se le escapa que nuestro personal está sobrecargado de trabajo y que la labor de los investigadores es cada vez más difícil; tienen que asumir una carga de gestión excesiva que no les compete: el investigador debe de investigar, no gestionar las necesidades de su investigación. Los investigadores están cansados de tanta labor burocrática y, como su esfuerzo, no está suficientemente reconocido, ni su trabajo, adecuadamente apoyado, acabarán abandonando.

Todo lo anterior tiene, además, una consecuencia en la docencia que no nos podemos permitir; su calidad empeora si no hay detrás una labor de investigación. En la Universidad no se trasladan meros conocimientos, sino conocimientos que son fruto de una previa investigación. La Universidad no es una academia, sino una institución que investiga, transmite los conocimientos derivados a los alumnos, transfiere sus resultados a la sociedad y, además, los divulga. Porque la Universidad debe entenderse en su entorno, como actor principal del mismo, formando ciudadanos y futuros profesionales, trasladando progreso y ciencia y explicando lo que hace.

Esta misión de la Universidad está en riesgo. Se requieren actuaciones contundentes, pero no erráticas; intensas, pero no improvisadas. En los últimos tres años se ha realizado en la Universidad Complutense una reestructuración de sus Departamentos, para reducirlos a la mitad, en base a criterios económicos y que solo han tenido en cuenta números. Lo que sí se ha conseguido es un descontento generalizado en el personal, además de poner en riesgo algunas áreas concretas. Costará resolver los daños de esta reestructuración, que se nos presentó en 2016 incluyendo la desaparición de nueve Facultades. Se nos dijo que se buscaba aumentar la masa crítica y potenciar las sinergias; ni lo uno, ni lo otro ha ocurrido y, a pesar de ello, el actual equipo rectoral se muestra satisfecho. Y recordemos, el peor error no es el que se comete, sino el que no se reconoce.

Joaquín Goyache es catedrático de Sanidad Animal y candidato a rector de la Universidad Complutense de Madrid.

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