11 años para un millonario portugués por intentar asesinar a su esposa en un hotel
Pasaban un fin de semana en Vigo y el hombre la atacó por sorpresa con una maza cuando la joven víctima se duchaba
La sección cuarta de la Audiencia de Pontevedra ha condenado a once años y cuatro meses de cárcel a Carlos Inácio Pinto, de 56 años, por el intento de asesinato de su mujer Eliza G.P., de 28, en un céntrico hotel de Vigo en mayo de 2016. La sentencia considera probado que el acusado, un acaudalado empresario ya jubilado, pretendía acabar con la vida de su esposa cuando la atacó sorpresivamente por la espalda con una maza de carpintero cuando ella se duchaba y la golpeó reiteradamente en la cabeza.
El fallo da por hecho que el acusado también la agarró con fuerza por el cuello con ambas manos y le dio golpes con la cabeza contra el suelo. La víctima consiguió abrir la puerta y salir de la habitación mientras él quedó tendido en el suelo tras haber sufrido un infarto. Una vez en el pasillo, la mujer fue auxiliada por personal del hotel que había acudido a la zona alertado por sus gritos.
Aunque el hombre declaró en el juicio que fue ella quien intentó matarle para cobrar el seguro de vida de 150.000 euros, el tribunal dice en la sentencia que tras analizar todas las pruebas ha llegado al convencimiento de que fue el acusado quien golpeó con la maza a su esposa y no a la inversa, causándole las lesiones descritas por los forenses que la examinaron.
La declaración de la afectada, según las tres magistradas que integran el tribunal, “es creíble, persistente y verosímil”, pues está corroborada por las declaraciones del personal del hotel, por los informes forenses y por el testimonio de los peritos. La Audiencia tuvo en cuenta a la hora de dictar la pena la agravante de parentesco y también le impuso al acusado la prohibición de aproximarse y comunicarse con la víctima durante 18 años. Además, deberá abonarle una indemnización de 16.000 euros.
La Audiencia, que rebaja un año la condena que pedía la fiscalía, considera que concurre alevosía ya que la víctima se encontraba con su esposo en la habitación del hotel “sin que consten discusiones previas, sino una situación de absoluta normalidad entre las partes”. El acusado lleva desde entonces en prisión preventiva.
“Dado el marco y el modo en que se produce la agresión, la víctima se encuentra desprevenida ante el ataque, lo que entronca con la alevosía doméstica derivada de la relajación de los recursos defensivos como consecuencia de la imprevisibilidad de un ataque protagonizado por la persona con la que la víctima convive día a día”, argumenta el fallo.
Carlos Inácio Pinto residía con su joven esposa de nacionalidad rumana en el lujoso barrio residencial de Sao Felix da Marinha de Vilanova de Gaia, a las afueras de Oporto. Constantemente mosdtraban su buena sintonía como pareja en las redes sociales. Él, ingeniero de profesión, aparentemente vivía de rentas, y había conocido a Eliza cuando esta era modelo. Ella, de familia adinerada de Rumanía, abandonó las pasarelas para vivir una vida de lujo con el empresario.
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