_
_
_
_
OTRES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Feliz amistad por San Valentín

Mis primeras amistades fueron por defecto: éramos los últimos elegidos para los equipos de fútbol en Educación Física

Chenta Tsai Tseng
Daria Morgendorffer y Jane Lane, en la serie 'Daria'.
Daria Morgendorffer y Jane Lane, en la serie 'Daria'.

Como dice E., cuando se habla del amor, poco se habla del amor entre las amigas. Para muchos, las relaciones de amistad se entienden como esas relaciones previas antes de ser abducida para formar una pareja, insistiendo en jerarquizar las amistades después del amor y las relaciones románticas. No fue hasta en mi veintena cuando empecé a darme cuenta de la importancia de las amistades. Una vez le pregunté a una amiga por su primera amistad y me contestó que la tuvo a sus 20 años. Hasta entonces, me dijo, en todas las amistades que había forjado no se permitía existir en su totalidad como mujer racializada bisexual.Sea para no incomodar a sus amistades, por el miedo al rechazo al salir del armario, o por el mero hecho de que no entendían las diferentes opresiones que le atravesaba el cuerpo. Debido a esto, performó su identidad desde pequeña, sintetizándose y fraccionándose para evitar ese conflicto y no quedarse sola.

Yo respondí que, en mis recuerdos, las primeras amistades también fueron forjadas por defecto, durante las clases de Educación Física cuando tocaba jugar al fútbol y los capitanes tenían que elegir sus equipos. No teníamos mucho en común más allá de siempre ser los últimos elegidos. Bueno, eso, y un odio compartido por las clases de Educación Física. Como Daria Morgendorffer y Jane Lane, que después de clase se refugiaban en la habitación acolchada de Daria donde apenas entraba luz, o Romy y Michele en su minúsculo apartamento en Venice Beach, nosotros creamos nuestros espacios como respuesta a un constante rechazo. Recuerdo cómo la profesora de música nos dejaba las llaves del aula durante los recreos para que pudiéramos pasar el tiempo allí. No sé si lo hizo adrede o realmente pensó que iba a ensayar piano durante el recreo. Aún así, en estos espacios sentía una necesidad de sintetizarme, de ocultar para evitar conflictos, ya que todas mis amistades eran predominantemente personas cis heterosexuales blancas, y porque nunca se sacó el tema de la homosexualidad, más allá de los chistes homófobos y plumófobos.

Mis amistades ideales las grababa y las guardaba en cintas de VHS y CD's, cuando en TVE2 echaban Will y Grace o Ellen, o a escondidas a las 00.30 en Cuatro cuando en Queer As Folk se juntaban y quedaban para unos tragos. Al principio pensaba que podía navegar mi propia identidad sin amistades disidentes sexuales, de género, racializados, o ni siquiera eso, aliados y personas que me entenderían. Que todo lo que necesitaba eran estas representaciones que empezaban y acaban en la televisión. Pero en realidad fue una experiencia aislante. Tuve tanto la buena y la mala suerte de haber crecido en un entorno cisheteronormativo, y quizás por eso, desde la búsqueda de esas amistades, tardé tanto en valorar las amistades. Feliz San Valentín, sobre todo para las amistades, y para aquellos que siempre son los últimos en ser elegidos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_