Falcón, el héroe imperfecto de Colo Colo
Anotó el gol en Colombia que terminó con la sequía alba en Copa Libertadores. Pero pudo, perfectamente, ser el villano de la llave ante Junior. La historia del uruguayo que se ganó, empujando, el corazón de la hinchada
“Esto es para los locos, los inadaptados, los rebeldes. Los alborotadores. Aquellos que no encajan, los que ven las cosas diferentes. Para los que no les gustan las reglas y no respetan el statu quo. Los puedes citar, no estar de acuerdo con ellos, glorificarlos o insultarlos. Pero lo único que no puedes hacer es ignorarlos, porque cambian las cosas, empujan a la raza humana hacia adelante. Mientras algunos los ven como locos, nosotros vemos a genios. Porque las personas que son tan locas y creen que pueden cambiar al mundo son las que lo hacen”.
La cita original es de Steve Jobs, pero en Chile la levantó la uruguaya Florencia Pouso, la pareja del artífice de la clasificación de Colo Colo a cuartos de final de la Copa Libertadores, Maximiliano Falcón.
Habitualmente comparado con Carles Puyol, el charrúa Falcón se ha transformado en un ídolo inusual en el cuadro chileno. Nacido hace 27 años en Paysandú, “Peluca” –que ese es su apodo– marcó el gol del triunfo ante Junior en Barranquilla, terminando con una larga sequía alba en los torneos continentales. Pero también pudo ser el villano tras dos errores monumentales, uno en la ida y otro en la vuelta- que le dejaron regalado el arco a Carlos Bacca, quien marcó de manera increíble los goles que pudieron terminar con el sueño del equipo de Almirón.
Colo Colo, el único equipo chileno campeón de la Copa Libertadores el año 91, pasó en apenas tres oportunidades la fase de grupos en el siglo XXI. Cansado de los fracasos, apostó fuerte este año con la contratación del entrenador Jorge Almirón, doble finalista en el torneo con Lanús y Boca Juniors. Y repatrió a Arturo Vidal y Mauricio Isla, dos veteranos integrantes de la Generación Dorada del fútbol chileno.
Pero los esfuerzos directivos han estado enfocados en los últimos años a reforzar el centro. Falcón, formado en Nacional de Montevideo –donde no llegó a debutar oficialmente– se hizo titular en Rentistas antes de ser contratado de urgencia en el 2020 para salvar a Colo Colo del peor momento de su historia, cuando estaba a punto de perder la categoría en 100 años de vida.
Paradojalmente, un penal cometido en el último partido obligó al equipo a jugar un partido de definición. “Cómo olvidarlo. Pasé de héroe a villano. Debe ser una de las tres peores cosas que me han pasado en la vida. Estaba destruido en el camarín. Y cuando llegué a mi casa me derrumbé y lloré toda la noche”, confesó después.
De allí en más, su vida fue un loop interminable. Héroe de la hinchada por su bravura, hizo sufrir a Gustavo Quinteros y al mismo Almirón por su ímpetu irrefrenable. Discutió con los técnicos y sus compañeros en la cancha, reclutó a un ejército de defensores en redes sociales, que no trepidan en insultar y amenazar a quienes lo critican.
La peluca que lo identifica se ofrece como souvenir en las puertas del Estadio Monumental, su camiseta es la segunda más vendida detrás de la de Vidal y su fama se extiende por el continente. Ha sabido mantener su puesto pese a la contratación de reemplazantes que deben resignarse ante los actos iluminados que agigantan su influencia.
La foto de Falcón festejando aparece en todas las portadas que ensalzan la clasificación alba, y no es difícil de conseguir. Peluca celebra los goles, las pelotas que envía al córner y hasta los duelos mano a mano donde se impone. Maximiliano es un festejo permanente, que confiesa disfrutar “pese a las cagadas que pudieron amargarme la noche”. Es el héroe de los nuevos tiempos, imperfecto y desesperante, pero admirado hasta el fanatismo.
Insultado o glorificado, pero jamás ignorado, como impone Florencia, la hincha que más lo entiende.
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