El goleador insolente que divide al fútbol chileno
Gran esperanza de recambio en su club y la selección, Nicolás Castillo no pudo pasar de la millonaria promesa que alguna vez rivalizó con Harry Kane. Hoy lidia con las lesiones mientras el medio duda de su inteligencia emocional
En julio del 2013, plena antesala del Mundial Juvenil de Turquía, la revista británica Four Four Two publicó en su portada la foto de dos goleadores que se enfrentarían en la fase de grupos: Harry Kane y Nicolás Castillo. En el duelo en cancha, en la ciudad de Antalya, cada uno marcó para su equipo ratificando que eran dos goleadores que prometían comerse al mundo en los próximos años. Chile llegó a cuartos de final, Inglaterra quedó eliminada en la fase de grupos.
El futuro era prometedor para el delantero chileno, nacido en Renca y formado en la Universidad Católica. Su irrupción en el primer equipo fue arrasadora: marcó dos goles a Colo Colo (club en que se probó primero y abandonó porque querían hacerlo jugar de defensor central) en una Copa Chile. Pese al éxito del debut, su entrenador, Mario Lepe, lo devolvió a las series menores “para que no se le suban los humos a la cabeza”. De personalidad fuerte y modales bruscos, no tardaría en hacerse notar en su club y la selección chilena.
Antes del Mundial, Inter de Milán y Udinese sondearon la posibilidad de contratarlo, pero toparon con los 6 millones de dólares que pedían los cruzados por su pase. Finalmente, la presión de sus representantes obligó al club a ceder un porcentaje de su pase al Brujas de Bélgica por tres y medio millones de euros.
Todo parecía encaminado a la consolidación del sucesor de Zamorano y Salas, pero la rotura de los ligamentos de su rodilla derecha justo cuando había sido cedido a préstamo al Maguncia 05 de Alemania interrumpió el irrefrenable ascenso. Tras un breve paso por Frosinone, retorna a la UC para ser bicampeón, goleador y figura fundamental del equipo. Obtiene, con la selección chilena, la Copa Bicentenario batiendo a la Argentina de Messi en la final.
Mientras Harry Kane en el 2017 era doble goleador de la Premier con el Tottenham y jugaba la Champions, Castillo iniciaba otra vez el camino. Ídolo en el Pumas mexicano, es transferido en ocho millones de euros al Benfica, donde se titula campeón sin demasiado protagonismo. Y es aquí donde su carrera da un giro.
Referente absoluto en México, decide aceptar la oferta del América —eterno rival de los Pumas— para volver en apenas seis meses. Con el odio de sus antiguos fanáticos a cuesta, para Castillo comienza una pesadilla increíble: dos lesiones en pocos meses (fractura de peroné y rotura del tendón del recto femoral) lo obligan a una larga recuperación en medio de la cual le sobreviene una trombosis. Con su vida en riesgo, el jugador permanece más de dos años inactivo, con tratamientos médicos que matizó, fiel a su estilo, con varias polémicas en las redes sociales. La más recordada es cuando las emprendió contra otro ídolo de la Universidad Católica, José Pedro Fuenzalida.
Casi retirado de la actividad, la UC lo invita a entrenar y tras varios meses de observación, lo contrata a comienzos de esta temporada para ser el reemplazante de Fernando Zampedri, el goleador del siglo en la institución. Juega, marca dos goles, reinicia el romance con la hinchada pero su carácter lo traiciona. Golpea a un entrenador de la Universidad de Chile en el complejo de San Carlos de Apoquindo y hace gestos obscenos y provocadores a la hinchada azul en la victoria en el Estadio Nacional.
Los hechos abren un debate, es citado a los tribunales de disciplina, divide al plantel -hay compañeros que lo apoyan, otros que lo critican, incluido su técnico- y, lejos de la ilusión de recuperar al goleador promisorio que insinuó alguna vez, hoy el debate se centra en sus actitudes. Enfrentado con ex jugadores ahora comentaristas, se duda de la decisión del club de acogerlo nuevamente, pese a su prontuario. Castillo les reprocha a sus dirigentes la tibieza de su defensa, viejos estandartes de la institución le reprochan la carencia de valores. La afición lo respalda, aunque duda que sea una alternativa válida por sus constantes sanciones. Y lesiones. Inmediatamente producido el incidente, debió viajar a España para someterse a una nueva internación de su tendón, lo que lo tendrá un mes fuera de las canchas, hecho que, de paso, convertirá en letra muerta cualquier sanción.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS Chile y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.