Las agencias espaciales apagan sus misiones por miedo al coronavirus
El envío de tres astronautas a la estación internacional se mantiene pero bajo medidas de seguridad reforzadas
El coronavirus ha obligado a las agencias espaciales a echar el freno a buena parte de sus misiones espaciales. La estadounidense NASA ha paralizado el mayor telescopio que se iba a poner en órbita. Mientras, la europea ESA ha detenido el funcionamiento de los instrumentos de varias sondas y satélites científicos. Solo el relevo de la tripulación de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), a comienzos de abril, sigue programado. Eso sí, se han reforzado las medidas para evitar que los astronautas lleven el virus al espacio.
“La tripulación que enviaremos en abril estará en una cuarentena extendida antes del lanzamiento”, dice el responsable de operaciones y astronautas de la ISS Frank De Wine. En condiciones normales, los tripulantes son aislados durante dos semanas antes de ir a la estación internacional. En esta ocasión la expedición número 63, formada por dos cosmonautas rusos y un astronauta estadounidense, despegará el nueve de abril después de un confinamiento casi completo de un mes. “El acceso a la tripulación se ha restringido al mínimo y hemos tomado todas las precauciones para evitar la infección”, añade De Winne. Y todos los que pueden acercarse a ellos han sido analizados para descartar que porten el virus.
También se tiene mucho cuidado con el instrumental, material y provisiones. “Lo que sube a la estación se limpia a fondo y, según el material que se trate, se puede esterilizar”, decía a la revista Newsweek el experto en microbiología espacial de la Universidad de Colorado en Boulder (EE UU) Luis Zea. Lo que aún no se sabe son las medidas de protección que tomarán en Roscosmos (la agencia espacial rusa) con los astronautas que están ahora en la ISS en su regreso a la Tierra para evitar que sean infectados por el personal de tierra cuando la cápsula de la Soyuz caiga en algún lugar del desierto de Kazajistán a mediados de abril.
Los dos cosmonautas y el astronauta que irán a la ISS pasarán el doble de tiempo en cuarentena
El resto de misiones en marcha o proyectadas sí se están viendo alteradas por la pandemia. La ESA ha decidido esta semana detener temporalmente el funcionamiento de los instrumentos y la recogida de datos de cuatro misiones científicas. Las sondas y satélites afectados seguirán su ruta pero dejarán de recoger datos y de enviarlos a la Tierra. La agencia europea ya se había visto obligada a retrasar dos años su misión para buscar vida en Marte hace unos días en buena medida debido al impacto del virus.
La gran mayoría del personal de la agencia europea llevaba ya casi dos semanas trabajando desde casa. Solo aquellas personas encargadas de labores críticas, como el mantenimiento de las operaciones de las naves en tiempo real, siguen presentes en los centros de la ESA. Pero la detección de un primer caso de COVID-19 entre el reducido personal que aún iba al centro de control de misiones de Darmstadt (Alemania) y el refuerzo de las medidas de confinamiento ha obligado a restringir todavía más la operativa presencial.
“Nuestra prioridad es la salud de nuestros trabajadores, por lo que vamos a reducir la actividad de algunas de nuestras misiones científicas, especialmente nuestras naves interplanetarias, que son las que ahora mismo precisan de un mayor número de personas sobre el terreno”, señalaba en una nota Rolf Densing, director de operaciones de la ESA. “Al tener órbitas estables y tratarse de misiones de larga duración, desactivar sus instrumentos científicos y ponerlos temporalmente en modo seguro, que apenas necesita supervisión, tendrá un impacto insignificante en su operatividad general”, añadía.
Por otro lado, la NASA mandó a su casa a todo el personal no esencial y a todo el que pudiera teletrabajar el 20 de marzo. También allí hay varios infectados entre sus operarios. Todo esto está obligando a suspender o aplazar varias de sus misiones. Lo más reciente ha sido la paralización del ensamblaje y pruebas de estrés del telescopio espacial James Webb, un ambicioso ingenio destinado a suceder al Hubble. Su salida al espacio estaba prevista para el 21 de marzo del año que viene, fecha que ahora queda en el aire. Por cierto que, el lugar desde el que debía de despegar el cohete que llevaría el telescopio, la base espacial de Kourou, en la Guayana francesa, también está cerrada por el coronavirus.
Esta paralización se une la de la producción y pruebas de su cohete y cápsula lunares, el lanzador SLS y la cápsula Orion, que debían partir para la Luna en la segunda mitad del año que viene dentro de la misión de la NASA para que un astronauta estadounidense regrese a la Luna. También el Centro de Investigación Ames, ubicado en California y que estaba trabajando en el proyecto de un rover para el reconocimiento del polo sur lunar también ha sido cerrado. Sin embargo, sigue la cuenta atrás para el envío a Marte del nuevo rover Perseverance. Previsto para mediados de julio, el lanzamiento aprovecha la ventana temporal de apenas tres semanas en la que Marte y la Tierra están más alineados. De no aprovechar ese lapso por culpa del coronavirus, la misión debería esperar otros dos años.
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