La incógnita sobre los protegidos frente al coronavirus que no han tenido contacto con él
Los efectos de otros virus que provocan resfriados estimulan una respuesta del sistema inmunitario en un porcentaje de la población que iría de un mínimo del 20% hasta el 80%
Después de meses de incertidumbre y malas noticias, algunos científicos son reacios a reconocer lo que pueden ser buenas nuevas. Durante las primeras semanas de la pandemia, se estimaba que sería necesaria una infección de en torno al 60% de la población para lograr la inmunidad de grupo. Las tres encuestas realizadas en España para estimar cuántas personas habían contraído el coronavirus ofrecieron una media similar, de alrededor del 5% de la población, con diferencias notables entre una provincia como Soria, que superaba el 14%, y Cádiz, que se quedaba en el 1,2. La esperanza parecía lejana y facilitar el contagio para alcanzar esa protección una locura. Con el paso del tiempo, sin embargo, se ha acumulado información que sugiere que la cantidad de la población protegida frente al coronavirus o al menos frente a sus versiones más graves es mayor que la que reflejan las pruebas de anticuerpos. Los expertos, no obstante, no quieren que esta información suponga un incentivo para relajar las medidas profilácticas.
“Llevamos conviviendo con los coronavirus desde hace muchísimo tiempo. La mayor parte provocan cuadros respiratorios leves [como los resfriados], y otros, más graves, como el SARS o el MERS”, explica Juan Pablo Horcajada, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital del Mar de Barcelona. Cuatro coronavirus causan alrededor de un 25% de los resfriados y “es conocido que cuando hay una infección por un virus de la misma familia puede haber reactividad cruzada y es posible que el sistema inmunitario genere anticuerpos parecidos a los que neutralizan al otro virus”, continúa Horcajada. “Algo que no sabemos aún es si esos anticuerpos tienen capacidad para proteger o en qué medida pueden hacerlo”, puntualiza.
Los estudios indican que más del 20% y hasta el 80% de la población podría tener cierta protección ante el nuevo coronavirus
Un estudio publicado recientemente en la revista Science calculaba que al menos un 20% y quizá hasta un 50% de la población que nunca ha sufrido una infección por SARS-CoV-2 tiene algún tipo de protección celular frente él, generada, probablemente, por un contacto previo con alguno de los cuatro tipos de coronavirus que provocan los resfriados. El trabajo, no obstante, se ha realizado en muestras de células y la hipótesis se debe poner a prueba en situaciones reales con personas reales. Por el momento, los autores, investigadores del Instituto de Inmunología de La Jolla (EE UU), reconocen que relacionar el mejor pronóstico de algunos pacientes con covid y su exposición previa a los coronavirus de los catarros es “muy especulativo”.
Análisis parecidos de otros grupos de investigación han obtenido resultados que colocan la presencia de linfocitos T con respuesta protectora en cifras que superan el 40% de sus muestras y llegan hasta el 81%. “Esto explicaría el comportamiento de la pandemia en las últimas semanas. Aunque existe preocupación por el aumento de casos, no está pasando lo mismo que en marzo y parte de la explicación puede estar en que existe un mayor porcentaje de gente protegida que el que se refleja en las encuestas serológicas”, plantea Manel Juan, jefe de inmunología del hospital Clínic de Barcelona. Luisa Villar, jefa de inmunología del hospital Ramón y Cajal de Madrid, coincide en que en esta región, “con solo un 11% de respuesta serológica positiva, habrían sido esperables más infecciones”.
Para Villar, esta respuesta de los linfocitos T, generada por un contacto con virus similares o por el propio sistema inmune del sujeto, puede explicar también la heterogeneidad en el impacto de la enfermedad. “En las personas jóvenes, los linfocitos T están más activos, pero esa respuesta va decayendo a partir de los 70. Por eso los jóvenes pueden tener una enfermedad más leve e incluso asintomática y los mayores presentan cuadros mucho más graves”, apunta. Uno de los factores que harían que los coronavirus que causan los resfriados sirvan de entrenamiento frente al nuevo coronavirus es que comparten una proteína en forma de aguja que utilizan para colonizar las células de sus huéspedes. Esta espícula ha sido empleada por los laboratorios que desarrollan algunos candidatos a vacunas como diana frente a la que generar una respuesta para evitar la infección.
Más difícil de explicar es el motivo de las diferencias en el número de contagios en distintas regiones de España, un país en el que, en principio, las políticas y los hábitos culturales no parecen tan diferentes. “A mí me habría cuadrado que hubiese más protección en el norte de España, porque pensarías que hay más resfriados, pero no es lo que vemos”, especula Juan.
Jesús Rodríguez Baño, jefe de enfermedades infecciosas del hospital sevillano Virgen Macarena, en Sevilla, también considera que la hipótesis de que exista gente protegida frente al coronavirus por un contacto previo con ciertos patógenos tiene sentido, aunque advierte que hay que esperar a una confirmación epidemiológica de los datos que se están viendo en los trabajos en laboratorio. “Con la gripe sucede algo así, hay cierto grado de inmunidad después de contagiarse con virus similares de la gripe”, afirma Rodríguez-Baño. No obstante, señala que el mismo hecho de que este virus haya provocado una pandemia de grandes dimensiones sugiere que esta protección “no es algo generalizado”.
Conocer la situación inmunitaria de la población puede ayudar a desvelar muchos de los misterios que aún persisten sobre el desigual impacto del coronavirus, pero las pruebas para medir la inmunidad real más allá de la generación de anticuerpos requiere pruebas que ahora son caras y difíciles de hacer. Desde Barcelona, en un esfuerzo en el que también están implicados otros laboratorios del mundo, Manel Juan lidera un proyecto europeo para desarrollar pruebas con las que medir quienes están protegidos por una respuesta de sus linfocitos T de una forma más rápida y sencilla. La información sería útil para conocer cuánta gente está protegida y hasta qué punto, pero también para diseñar mejores vacunas, que ayuden al organismo a generar la reacción más eficaz contra el coronavirus. Por el momento, la buena noticia de los protegidos contra la enfermedad que nunca tuvieron contacto con el virus necesita confirmación experimental.
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