Los antivirales olvidados
Los científicos llevan 17 años recomendando el desarrollo de fármacos universales contra los coronavirus
Estamos tan obsesionados con las vacunas que nos hemos olvidado de la otra pata esencial contra la pandemia, los fármacos antivirales. Las vacunas son medicamentos preventivos, destinados a inducir las defensas contra una posible futura infección, y representan la gran esperanza para controlar el SARS-CoV-2 en el planeta. Mientras llega ese nirvana, sin embargo, los médicos necesitan fármacos antivirales para tratar a sus pacientes de covid. Cuando funcionan salvan vidas y la pandemia ha pillado a los laboratorios con el pie cambiado.
La cuestión es importante, aunque no tiene nada de n...
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Estamos tan obsesionados con las vacunas que nos hemos olvidado de la otra pata esencial contra la pandemia, los fármacos antivirales. Las vacunas son medicamentos preventivos, destinados a inducir las defensas contra una posible futura infección, y representan la gran esperanza para controlar el SARS-CoV-2 en el planeta. Mientras llega ese nirvana, sin embargo, los médicos necesitan fármacos antivirales para tratar a sus pacientes de covid. Cuando funcionan salvan vidas y la pandemia ha pillado a los laboratorios con el pie cambiado.
La cuestión es importante, aunque no tiene nada de nueva. Los virólogos y epidemiólogos, incluido Robert Webster, la autoridad mundial en el virus de la gripe, ya publicaron en 2004 sus recomendaciones de preparación contra futuras pandemias, y una de las principales era desarrollar y almacenar fármacos antivirales. Eran los tiempos de la pandemia de SARS (o SARS-CoV-1 en la actual nomenclatura), un primo del SARS-CoV-2 que nos aflige ahora.
Aquel virus exhibía una letalidad espantosa, cercana al 10%, frente al 1% que revela el nuevo coronavirus. Por fortuna, el SARS de 2002 no se contagiaba con tanta eficacia como el de ahora. Solo infectó a 8.000 personas en Asia y Canadá, de las que murieron 800, que es lo que significa una letalidad del 10%. Si el SARS-CoV-2 tuviera semejante virulencia, el planeta no lloraría ahora por tres millones de muertos, sino por 30 millones. Por extraño que suene, en el fondo hemos tenido suerte, pero las recomendaciones de Webster y sus colegas siguen vigentes.
En el mismo momento en que el SARS-CoV-1 se dio por controlado, a finales de 2003, los reguladores sanitarios, los gobiernos y los de la pasta, incluida la ‘big pharma’, se olvidaron por completo de las lecciones aprendidas de la crisis
Si los mejores especialistas recomendaron desarrollar y almacenar antivirales hace 17 años, ¿cómo es que no teníamos esas existencias cuando llegó la covid-19? Vaya pregunta. Es la naturaleza humana, estúpido. En el mismo momento en que el SARS-CoV-1 se dio por controlado, a finales de 2003, los reguladores sanitarios, los gobiernos y los de la pasta, incluida la big pharma, se olvidaron por completo de las lecciones aprendidas de la crisis. La próxima pandemia, se dijeron, tardaría en llegar más de una legislatura, y eso suele ser un argumento definitivo para los asesores políticos, un futuro lejano, neblinoso e irrelevante para la demoscopia que parece regir la política de nuestro tiempo.
Webster, que ahora es profesor emérito del Hospital Infantil Saint Jude de Memphis, Tennesse, sigue insistiendo en la razón científica. “La comunidad científica debería realmente haber desarrollado antivirales universales contra el SARS”, dice en Nature. “Entonces habríamos tenido algo en las reservas para la emergencia de la covid”. No ha sido así, como es evidente. Con la tímida excepción del remdesivir, un antiviral desarrollado contra el ébola y la hepatitis C que ofrece ayuda a ciertos pacientes de covid, la pandemia nos ha pillado con un arsenal farmacológico que ni merece ese nombre. La big pharma se ha centrado tradicionalmente en los fármacos contra el sida y la hepatitis C, para los que la demanda es amplia y estable. Desarrollar antivirales contra una futura pandemia impredecible es un negocio de alto riesgo y el sector público debería calmar esas ansias contables.
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