La probabilidad de que los restos del cohete chino caigan sobre algún punto de España es del 0,3%
El lugar y momento exacto no se sabrán hasta que no entre en la atmósfera, cuando se precipitará como un misil
Los últimos cálculos (del mediodía del viernes) estiman que el cohete chino Larga Marcha 5B caerá sobre la Tierra a la 1.59 de la madrugada del sábado al domingo, hora peninsular española. Pero el momento exacto puede adelantarse o atrasarse hasta en ocho horas. En todo ese tiempo, el artilugio sobrevolará España durante tres minutos. Lo más probable es que, si no cambia de trayectoria, caiga sobre el Atlántico, pero la probabilidad de que caiga en territorio español es del 0,3%, según los últimos datos disponibles.
Todos estos cálculos cambian a medida que se acerca el momento de la reentrada. Pero, a la hora de publicar este texto, a media tarde del viernes, los cálculos aseguran que el Larga Marcha 5B podría caer entre los paralelos 40º norte y 40º sur. El primero pasa cerca de Madrid o Nueva York. El segundo lo hace cientos de kilómetros al sur de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), Buenos Aires o Santiago de Chile. En cuanto al eje este-oeste, la longitud, el cohete chino puede caer en cualquier parte del planeta, pero, según Jorge Lomba, responsable del programa del espacio del CDTI, “con la trayectoria actual lo más probable es que lo haga en mitad del Atlántico”.
El CDTI, con Lomba a la cabeza, es el coordinador de un proyecto de vigilancia espacial impulsado por la Unión Europea, el SST por sus siglas en inglés. Tiene tres pilares: evitar el choque de basura espacial o cósmica contra los satélites, seguimiento de fragmentación de bólidos (meteoros) en el espacio, ya sean naturales o artificiales y, por último la reentrada de cohetes y otros artefactos de las misiones espaciales. Esta es la división que está teniendo mucho ajetreo estos días. Además de la coordinación, España aporta a esta red de sensores que vigilan el espacio un radar que opera el Ejército del Aire en Morón (Sevilla). Es con sus datos, y con los de los radares franceses e italianos, con los que se le sigue la pista al cohete chino
El cohete ‘Larga Marcha 5B’ se mueve en una órbita elíptica a una velocidad de 28.000 kilómetros por hora
“Es lo más avanzado que hay ahora en Europa”, dice Lomba. El radar proyecta sus ojos hacia el espacio que hay sobre España, y detecta 2.000 objetos al día. “Puede ver objetos de 90 centímetros a 800 kilómetros de altura”, destaca Lomba. Respecto al cohete chino, con sus 30 metros de altura y 5 de diámetro, el problema no es verlo, sino seguirlo. El Larga Marcha 5B, el lanzador más grande que tiene el programa espacial chino, despegó el pasado miércoles 28 de abril y debía regresar tras dejar en órbita la primera parte de la futura estación internacional china. Pero algo falló en el momento de reorientarlo para el regreso y acabó orbitando de forma descontrolada y acercándose cada vez más a la Tierra.
“Viaja a una velocidad de 28.000 kilómetros por hora”, recuerda el coordinador del SST. El cohete, además de girar sobre sí mismo, se desplaza con una órbita elíptica, no circular. “La Tierra también se mueve, con lo que se superponen ambos movimientos”, recuerda Lomba. El resultado es una aparente curva sinusoide que complica determinar el dónde y el cuándo. El clima solar, la radiación, es otro factor que tiene su influencia en la trayectoria del Long March 5B. Todo lo anterior vale hasta que el cohete toque la atmósfera terrestre. “A partir de aquí se producirá un comportamiento físico completamente diferente”, dice Lomba.
Según los cálculos del SST, que se afinarán a medida que se acerque la hora del impacto, el Larga Marcha 5B contactará con la atmósfera a las 1:59 del sábado al domingo, con un margen de ocho horas de adelanto o retraso. En ese margen temporal, el cohete sobrevolará España unos tres minutos, tiempo que podría reducirse siempre que no cambie de trayectoria. Pero podría aumentar si la cambiara. “Hasta las dos últimas horas no podemos afinar más”, detalla Lomba. En porcentaje, este rango temporal implica que, con el rumbo observado al mediodía del viernes, la probabilidad de que caiga sobre la península Ibérica es de “un 0,3%″. Pero todo dependerá del momento y punto exacto de contacto con la atmósfera.
Una vez que el cohete choque con la atmósfera, a una altura de unos 80 kilómetros, entran otros factores en los cálculos, como el ángulo de entrada, la forma del Larga Marcha 5B o el material del que está hecho. Todo esto y más, como la parte con la que entra, la velocidad inicial o factores atmosféricos, determinará el grado de ficción. Y con esto, cómo llegará el cohete y dónde. Los cálculos hay que hacerlos deprisa porque el lanzador caerá como un misil y tardará muy pocos minutos en tocar tierra o, lo más probable, agua.
Nieves Caballero, investigadora del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA-CSIC) y experta en aerodinámica, afirma: “La fricción es clave, puede provocar temperaturas de entre 3.000º hasta 10.000º, dependiendo del ángulo de entrada, la forma o el tipo de material”. Eso hace que lo más probable es que se desintegre antes de tocar la superficie.
China ha dicho que es “altamente improbable” que los restos del cohete causen daños en su regreso a la Tierra. En una rueda de prensa, el portavoz del Ministerio de Exteriores Wang Wenbin también dijo que “la mayoría de los restos del cohete se desintegrarán y se destruirán durante su reentrada en la atmósfera”. Añadió además que “aunque lo más probable es que no sea peligroso, China está prestando mucha atención a la reentrada del cohete en la Tierra”, informa Efe.
El problema para los expertos es que la agencia espacial china tendría que haber prestado esa atención en el lanzamiento y antes, en el mismo diseño del artefacto. El año pasado ocurrió lo mismo y con el hermano de este cohete. El 5 de mayo de 2020, lo lanzaron para poner en órbita una cápsula de prueba, pero como ahora, no supo salir correctamente de esa órbita. Entonces, y sin armar tanto ruido como esta vez, sus restos cayeron en una franja del Atlántico y sobre Costa de Marfil. El Gobierno de Estados Unidos y los administradores de la NASA ya se quejaron entonces de la forma de operar de los chinos.
“El resto [de agencias y compañías] se toman muchas molestias para diseñar cohetes que permitan su regreso controlado”Jonathan McDowell, científico del Observatorio Astrofísico Smithsoniano (Estados Unidos)
“Una vez que dejan la carga, este tipo de cohetes son inservibles”, recuerda Caballero, la investigadora del INTA. Hasta hace unos años la mayoría de los cohetes que salían al espacio se abandonaban o dejaban caer. Pero ahora suelen llevar un sistema de propulsión adicional para reorientarlos, frenarlos y que regresen a una zona concreta de la Tierra. Su compañero también del INTA Gabriel Liaño recuerda que “el resto de las agencias han implementado sistema para la reentrada” y añade que “la reentrada de los pequeños no representa un gran problema”. Pero, como apostilla Caballero, “el problema es que este es muy grande”. Y como recuerda Liaño, “un mayor tamaño exige un segundo cohete, combustible adicional y resulta mucho más caro”.
La economía o la negligencia parecen haber sido decisivas en todo este caso. El científico del Observatorio Astrofísico Smithsoniano (Estados Unidos) Jonathan McDowell dedica buena parte de su tiempo a vigilar lo que cae del cielo. En declaraciones al New York Times dice que la forma de actuar de los chinos “ha sido negligente” e “irresponsable”. Al preguntarle por sus respuestas al diario neoyorquino, lo argumenta en un correo: “La práctica general es que para cohetes o satélites de dos toneladas o menos, está aceptado que vuelvan a entrar sin control. Pero para cualquier cosa de cinco toneladas o más, el resto [de agencias y compañías] se toman muchas molestias para diseñar cohetes que permitan su regreso controlado”. Y el Larga Marcha 5B pesa más de 20 toneladas.
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