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Gibraltar hunde la popa del buque siniestrado ante el riesgo de nuevos vertidos por el temporal que se avecina

Los rescatistas intentan que el granelero gane estabilidad en una actuación que se prevé termine en la noche de este viernes, mientras siguen diseñando el plan de retirada del mercante. Las autoridades gibraltareñas han detectado manchas de alquitrán en la cara levante del Peñon

Jesús A. Cañas
Vista del buque 'OS35', varado al este de Gibraltar, en el que se aprecia la inclinación de la zona de proa hundida y la de popa, a flote, en una imagen de los primeros días del suceso.
Vista del buque 'OS35', varado al este de Gibraltar, en el que se aprecia la inclinación de la zona de proa hundida y la de popa, a flote, en una imagen de los primeros días del suceso.A.Carrasco Ragel (EFE)

El granelero que quedó varado junto a la costa de Gibraltar tras un accidente el pasado 29 de agosto está peligrosamente a merced de los temporales del Estrecho. La debilidad de la estructura tras el siniestro —está combado por la mitad— y los inminentes fuertes vientos de levante que se esperan para este domingo han llevado a la Autoridad Portuaria gibraltareña (GPA) a poner en marcha este viernes un operativo para hundir controladamente la popa del OS35, la única zona que aún quedaba a flote, una actuación que se prevé culmine esta noche. Con ello, los rescatistas esperan que el buque gane estabilidad, al quedar esa parte del mercante también posada sobre el banco de arena en el que la proa lleva encallada desde hace 20 días.

El operativo llamado Plan Resolve ha arrancado el mediodía de este viernes, será un proceso “muy lento” —según han asegurado fuentes del Gobierno de Gibraltar— y se debe alargar, al menos, “cuatro o cinco horas”. El equipo integrado por la empresa privada gibraltareña designada por el seguro del armador, con el apoyo de efectivos de la GPA y de Salvamento Marítimo español, está inundando de forma controlada la bodega de carga seca 5 y la sala de máquinas del barco para que quede posado en el lecho marino. Ambas, situadas en la zona de popa, aún seguían a flote y eso comprometía la estabilidad de un buque que quedó muy dañado tras el accidente el pasado 29 de agosto.

Ese día, el granelero cargado con barras de acero chocó con un metanero que estaba fondeado en las inmediaciones del puerto de Gibraltar. El choque le provocó al primer mercante una brecha en la parte central de 10 metros de largo y cuatro de ancho. Aunque el capitán pretendió seguir con su marcha a Países Bajos, los graves daños obligaron a la GPA a ordenarle que dirigiese el buque hacia la cara de levante del Peñón, a una zona de la costa conocida como Catalan Bay. Allí, a 700 metros de la costa, el OS35 acabó varado de forma controlada en un banco de arena a unos 17 metros de profundidad. El procedimiento fue avalado a posteriori por expertos y autoridades españolas como el más adecuado para el rescate del combustible y controlar los vertidos. Las autoridades de Gibraltar han informado este viernes de que han localizado bolas de alquitrán en Catalan Bay y que han señalado que ya están procediendo a la limpieza de las mismas.

La vía de agua provocó el hundimiento de la proa —de 73 metros de longitud—, que quedó varada en la arena, pero la popa —de 105 metros— se salvó del hundimiento. Sin embargo, un experto independiente en salvamento de la GPA ha considerado que el OS35 “está ya, por definición, hundido”. El desequilibrio entre la parte delantera y trasera provocó que la zona central del buque se doblase. Las dos secciones siguen unidas a duras penas, ya que “la integridad estructural del casco se ha quebrado totalmente”, según aseguró este jueves por la tarde el Gobierno gibraltareño en un comunicado. De ahí que los rescatistas hayan recomendado hundir la zona trasera para evitar que siga a merced del oleaje, pueda desgajarse por completo y provoque nuevos vertidos incontrolados. La Agencia Española de Meteorología (AEMT) ha activado la alerta amarilla por viento y fenómenos costeros en La Línea de la Concepción para este domingo.

En el momento del siniestro, el mercante dijo que viajaba, para su autoconsumo, con 255 toneladas de gasóleo, 222,5 de fueloil y 27 de lubricante. Parte del fuel —el combustible más contaminante y complicado de retirar— fue el que acabó vertido en el mar en una mancha que alcanzó las costas de Gibraltar y La Línea, pero que no provocó grandes afectaciones. Aunque Gibraltar consiguió retirar todo el diesel, los aceites y más de la mitad del fuel —atribuyó la diferencia de petróleo a la complicación de saber con exactitud los combustibles que viajan en los barcos—, ya aseguró que los vertidos de restos eran inevitables, siempre que el granelero siguiese en esa situación.

La maniobra de hundimiento controlado de este viernes estará respaldada por una barrera antivertidos, por la posibilidad de que el movimiento provoque nuevas salidas de fuel. Sin embargo, una vez que termine, se retirará ya que en situaciones de mala mar se rompe, desplaza y resulta poco efectiva, según aseguran desde el Peñón. Una vez pase el temporal, Gibraltar deberá retomar el plan de rescate y retirada del buque, algo a lo que la Junta de Andalucía ya le apremió este pasado jueves. En un principio, el Peñón llegó a tener un primer borrador de retirada, pero lo ha modificado para incorporar este hundimiento de la popa.

Mientras, las actuaciones legales del accidente ya han comenzado. Este pasado miércoles, la policía de Gibraltar acusó formalmente al capitán del buque de siete infracciones, todas relacionadas con su desobediencia a la GPA la noche del accidente. A.K., de nacionalidad siria y 53 años, ya fue detenido al inicio de las pesquisas y fue puesto en libertad bajo fianza horas después. El Ayuntamiento de La Línea ya ha anunciado que presentará una demanda contra el armador del buque y su seguro, previsiblemente, la semana que viene. Los vertidos provocaron el cierre de tres de los cuatro caladeros de la zona, una medida que afectó a más de una treintena de pequeños pesqueros.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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