Van Reybrouck, historiador: “Sustituir los combustibles fósiles es más eficaz contra el colonialismo que quitar estatuas”
El pensador belga aboga por nuevas formas de democracia participativa para impulsar acciones ambientales más decididas sin provocar las protestas de los ‘chalecos amarillos’ o de agricultores
La conferencia Huizinga es una prestigiosa charla anual sobre historia cultural o filosofía organizada por la Universidad de Leiden, Países Bajos, que puede llegar a reunir a un millar de asistentes, pero cuando en su 50 edición tomó la palabra el historiador belga David van Reybrouck (Brujas, 11 de septiembre de 1971; 52 años) la iglesia gótica de San Pedro (Pieterskerk) estaba llena de espacios vacíos. Era el año 2021 y el mundo estaba en plena pandemia de covid. A pesar de ello, la ponencia en neerlandés de Van Reybrouck sobre colonialismo y crisis climática no solo resultó un éxito en internet, sino que acabó convertida en un libro, De kolonisatie van de toekomst (La colonización del futuro), que en 2023 fue traducido al francés. En una entrevista online, este pensador defiende que con la pérdida de biodiversidad y el calentamiento del planeta estamos colonizando hoy el mundo del mañana. Y considera que hacen falta nuevas formas de democracia participativa para impulsar acciones ambientales más decididas sin provocar las protestas de chalecos amarillos o agricultores.
Pregunta. ¿Qué tiene que ver el calentamiento del planeta con el colonialismo?
Respuesta. He escrito dos grandes libros, uno sobre el Congo y otro sobre la Indonesia, las colonias más grandes de mi país, Bélgica, y de nuestros vecinos, los Países Bajos. Y me choca que cuando se habla de colonialismo se haga sobre todo de colonialismo histórico. Cuando miramos el mapa de los países que más emisiones generan y los que son más impactados por el cambio climático, vemos que es una copia del mapa del colonialismo. Los principales emisores hoy son los antiguos colonizadores, además de China.
P. ¿Por qué dice que estamos colonizando el futuro?
R. Si el colonialismo histórico fue una conquista de continentes, el colonialismo del futuro es la conquista de generaciones futuras. Está produciéndose un colonialismo del tiempo provocado por el impacto de nuestras acciones de hoy para conseguir intereses a corto plazo y ganancias financieras particulares.
P. ¿Para luchar contra el colonialismo hay que descarbonizar la economía?
R. No basta con luchar contra los símbolos del pasado si no ponemos atención al presente. Un alcalde que se ocupe de descolonizar el espacio público de su ciudad, quitando las estatuas problemáticas, cambiando los nombres de las calles, adaptando los manuales escolares, pero sin prestar atención a los combustibles fósiles, hará menos contra el colonialismo, el racismo y la discriminación que otro alcalde que deje las estatuas y haga todo para descarbonizar la ciudad para 2030. Sustituir los combustibles fósiles es más eficaz contra el colonialismo que quitar estatuas.
P. ¿Y cuál es la relación entre el colonialismo y la pérdida de biodiversidad?
R. La pérdida de biodiversidad es una urgencia todavía más grave que la del cambio climático, pero atrae mucha menos atención pública que el clima. Hay un autor indio, Amitav Ghosh, que en 2021 publicó The Nutmeg’s Curse (La maldición de la nuez moscada), un libro que muestra hasta qué punto el colonialismo histórico es también un colonialismo ecológico. La nuez moscada es una especia que venía de Indonesia y que era muy buscada por Occidente. La acción del poder colonizador, especialmente de Holanda, fue desastrosa. Los colonizadores deforestaron islas enteras para evitar que otros comerciantes tuvieran acceso a los árboles de nuez moscada, para tener el monopolio. El colonialismo también es violencia contra la naturaleza.
P. ¿Por qué resulta tan difícil poner en marcha acciones ambientales más decididas?
R. Tenemos un desafío muy grande. Sin embargo, existe una dificultad en las democracias actuales para lograr progresos serios. El modelo político actual no es capaz de cambiar este colonialismo de futuro. Resulta muy interesante que en los últimos años hemos visto una serie de asambleas ciudadanas sobre el clima en diferentes países, con gente escogida por sorteo. En España ha habido una, y en Cataluña se acaba de terminar otra hace unos días. Un investigador alemán llamado Jonas Lage ha comparado las propuestas de estas asambleas ciudadanas en Europa y los planes nacionales de Energía y Clima de los países. Resulta fascinante, pues las asambleas ciudadanas van siempre más lejos que los planes oficiales de los países, lo que muestra hasta qué punto los políticos tienen miedo de imponer medidas climáticas por posibles manifestaciones, otros nuevos chalecos amarillos o protestas como las de agricultores. Ralentizar la acción climática tiene consecuencias, cuanto más se retrase más drásticas serán las medidas en el futuro. Sin embargo, un ciudadano, un agricultor que sea incluido en la toma de decisiones climáticas no va a salir a protestar o bloquear carreteras.
P. Pero por ahora las recomendaciones de las asambleas climáticas no se están traduciendo en medidas reales.
R. Así es, las asambleas ciudadanas producen recomendaciones formidables, pero hay que pasar por la política de alguna manera. Se ha visto muy bien en Francia con la convención ciudadana para el clima. Macron era muy entusiasta, pero el gobierno francés ha hecho muy poco con ese trabajo destacable de los ciudadanos, el problema es la implementación política.
P. ¿Qué es un preferéndum?
R. El preferéndum es un instrumento que creo necesario desarrollar, como una forma de validación colectiva de lo que una asamblea ciudadana ha recomendado. Porque incluso si organizas una asamblea ciudadana con 150 personas, puede haber 20 agricultores que participen, pero esto no va a cambiar la frustración de otros muchos agricultores a los que no se va a implicar. En un referéndum clásico hay que responder con sí o un no, en un preferéndum se pueden incluir 20 propuestas de otros ciudadanos para que el resto de la gente muestre su acuerdo o desacuerdo. Esto permitiría aprobar una lista de prioridades compartidas, un documento colectivo que impulse la acción política. Es muy importante inventar procedimientos democráticos que permitan ir más rápido en las recomendaciones ambiciosas de las asambleas ciudadanas, que muy a menudo se convierten en papel mojado a nivel político.
P. También plantea el uso de créditos de emisiones individuales. ¿No es así?
R. Esta es una larga discusión que viene sobre todo de un escritor británico, David Fleming, que propuso dar derechos de emisiones individuales a los ciudadanos. Imaginemos que cada persona, a partir de los 18 años, recibe cada lunes por la mañana una determinada cantidad de créditos de carbono. Luego, cuando va a comprar carburante en una gasolinera, no solamente paga en euros, sino que también debe descontar una parte de sus créditos. Y aquellos que no los necesiten, pueden revenderlos. En el caso de un impuesto al carbono, que pone un precio a las emisiones, este puede impactar en la gente con pocos recursos, para los que la calefacción o el coche representan una gran parte de su presupuesto. Pero con los derechos de emisiones individuales, es más bien lo contrario. En lugar de perjudicar a aquellos más pobres, puede ser una forma de que consigan dinero a costa de los más ricos.
P. Otro mecanismo que menciona para impulsar la acción climática es la desobediencia fiscal.
R. Todavía existen muchos subsidios y exenciones fiscales para los combustibles fósiles. Se trata de calcular el porcentaje de dinero público que va al sector fósil para llevar a cabo una forma de boicoteo fiscal. La idea es seguir pagando impuestos, pero en lugar de pagar todo al Estado, se mete la parte correspondiente al porcentaje que va a los combustibles fósiles en una caja colectiva para pagar lo que venga de los tribunales por el boicot.
P. ¿Qué propone para resolver la lentitud de la acción climática en el ámbito internacional?
R. Las asambleas ciudadanas por el clima habría que hacerlas a escala local, regional, nacional, pero también hay que empezar a pensar en crear algún sistema mundial. Pienso que las COP [las cumbres mundiales del clima], por ejemplo, deberían tener una asamblea ciudadana permanente para ir más rápido. Resulta desesperante ver la lentitud de la diplomacia tradicional ante la emergencia climática. Hace falta alguna forma de gobernanza mundial. Por ahora lo que tenemos es un enfoque internacional, un debate entre naciones, donde los países están para defender primero sus intereses nacionales. Pero hace falta un enfoque mundial. Nos enfrentamos a un desafío planetario, pero no tenemos instrumentos planetarios. Tenemos instrumentos diplomáticos que se remontan a siglos pasados.
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