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CRÍTICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Oda al público medio

Javier Ocaña

En ocasiones, críticos e informadores tendemos peligrosamente hacia la frase-coctelera que nos haga comprensibles al instante en lugar de arriesgarnos con el análisis en profundidad, ya sea por escasez de espacio o, peor, por falta de inspiración o por mero reduccionismo barato. Y, sin embargo, a veces se acierta en pleno centro de la diana, como en esta sentencia acerca de Intocable, tremebundo éxito de público en Francia con 19 millones de espectadores: “Un cruce entre Paseando a Miss Daisy y El discurso del rey”. No es de un servidor, ya quisiera, es de la revista estadounidense The Hollywood Reporter. Y es perfecta. Pero no por lo que resume, que también, sino sobre todo por lo que implica. Explicación: todos los que al leer la frase, ese combinado peliculero, hayan sentido erizarse el vello pensando en lo bonita que puede ser la película no se equivocarán…

INTOCABLE

Dirección: Olivier Nakache, Eric Toledano.

Intérpretes: François Cluzet, Oma Shy, Anne Le Ny, Audrey Fleurot.

Género: comedia. Francia, 2011.

Duración: 112 minutos.

…Y todos los que al leerla hayan sentido un principio de ardor de estómago culminado en un acceso de vómito, tampoco. Sobre todo porque Intocable, dirigida al alimón por Olivier Nakache y Eric Toledano, recoge lo más indolente de estas dos (polémicas) obras ganadoras del Oscar a la mejor película (la primera, olvidable; la segunda, notable): tema trascendente, tratamiento superficial; buen ritmo, tanto que no hay caídas porque el relato siempre está demasiado arriba; estructura tan académica que se fuerzan los giros de guion aun a costa de la credibilidad; simpatía un tanto forzada, pero constante; humor comprensible; leves dosis de gamberrismo controlado; drama no demasiado punzante; ¡si hasta el héroe de la película es un inmigrante de segunda generación que desmonta la altanería de un puñado de aristócratas gabachos! En fin, una de esas películas basadas en hechos reales en las que su condición se avisa desde el inicio y en las que, al final, ponen las fotos de los verdaderos para que la platea se emocione. Algo así como el mejor exponente de lo que al parecer demanda el público medio. Ya saben, como la mítica frase de David Simon, creador de The wire, “¡El público medio que se joda!”, pero al revés. La parte buena del asunto es que Hollywood no podrá hacer una nueva versión de Intocable. Mentira, la hará, pero será imposible hollywoodearla más.

Coda: la certera frase de The Hollywood Reporter quizá se pueda mejorar: “Intocable, un cruce entre Paseando a Miss Daisy, El discurso del rey y Esencia de mujer". Más vellos de punta. Más ganas de vomitar.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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