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Channing Tatum, la Tormenta Perfecta

Seis estrenos en 2012. Es su año. Y la confirmación de un actor en el que muchos ven un producto de ‘marketing’, pero cuyo oficio él defiende con uñas, dientes y lo que haga falta. No tiene reparos en dejarse la piel. Por algo fue ‘stripper’ a 100 dólares la hora.

Un fotograma 'Querido John', que protagoniza de Channing Tatum.
Un fotograma 'Querido John', que protagoniza de Channing Tatum.

Las estrellas, ¿nacen o se hacen? Aunque siempre se habla del “nacimiento de una estrella”, Channing Tatum es el mejor ejemplo de lo contrario. Nacido como un niño tímido, tartamudo y con problemas de dislexia, a los 31 años se ha convertido en uno de los actores más deseados del momento, con una carrera que abarca 16 películas en menos de cinco años y media docena de estrenos solo en 2012, entre los que hay trabajos para todos los gustos. Está el Channing héroe de acción de Indomable, el romántico en Todos los días de mi vida, el divertido de Infiltrados en clase (las tres cintas estrenadas esta primavera en España). Más el Tatum transgresor que lo enseña todo en Magic Mike, al frente de una franquicia en G. I. Joe: La venganza (película que retrasará su estreno al próximo año para ampliar su papel) y simplemente el actor dramático en Ten years. Como dice Amy Pascal, al frente de los estudios Sony que han producido varios de sus estrenos, en Tatum encuentras a alguien que sabe “empuñar una pistola, besar a la chica y gastar una broma”. Talentos todos ellos que ni el propio Channing era capaz de ver hace unos años. “Nunca tuve intención de ser actor. Ni tenía preparación ni sé cómo ha pasado. Leer en alto en clase era mi mayor tortura. ¡Me sentía tan estúpido!”, recuerda ahora con soltura y esa perpetua sonrisa que le alegra los ojillos.

Tampoco era un enamorado del cine, aunque recuerda haber visto muchas películas con su padre. Puestos a ganarse la vida, prefería el fútbol americano, “donde caneaba de lo lindo” o el striptease, donde ganaba 200 dólares al día por un par de horas y se sentía el más grande, “porque la gente te vitorea aunque seas un pringado”. Un pasado en el que como dice sin vergüenza hay de todo y del que además de salir indemne –“sin adicciones y con esposa, casa y dos perros”– evolucionó a estrella. Alguien que, cuando tuvo una carrera asegurada como modelo en Abercrombie & Fitch gracias a “esa lotería genética” con la que describe su cuerpo, prefirió dar el salto y en lugar de aspirar a ser la Megan Fox masculina prefirió convertirse en la Charlize Theron de los actores. “De verdad que no tengo ni idea de por qué me metí a actor, pero sí sé que desde que lo probé me gustó, que desde el primer día quise aprender más”, explica.

Una cosa es querer y otra poder. De hecho, estrellas, estrellas, no hay muchas. Son más los que estos días, incluso con suerte, no pasan la fase del “niño bonito”. Chan, como le llaman los amigos, es el primero en reconocerlo. “Están Brad, Leo y Will”, dice en referencia a Pitt, DiCaprio y Smith. “Esas sí que son estrellas. Pero hace falta una nueva generación, lo que quizá Heath Ledger hubiera llegado a ser”, admite sin una pizca de ambición en sus palabras, como alguien a quien lo que le gusta es trabajar sin buscar ni focos ni fama. “Luego voy y me pongo nervioso y no sé qué decir”, comenta de sus encuentros con esos otros famosos a los que tanto admira.

Sin embargo, Tatum parece la tormenta perfecta, el actor que contra todo pronóstico cuenta con todos los elementos para ser estrella y este es su año. Una combinación en apariencia tan calculada que es imposible concebir como un fenómeno natural y es visto como el fruto de la manipulación de sus agentes, su mánager, su abogado y su publicista. “Es ridículo que alguien pueda pensar que nos sentamos en una habitación a dilucidar mi futuro, si debo hacer una comedia para ampliar mis seguidores o seguir en el campo de las películas románticas”, se aturulla Tatum al defenderse de quienes le presentan como un producto. Si lo es, resulta un producto de lo más apetecible, con una belleza que no es la del típico guaperas, que suena honesto y reconoce sus errores y sus bendiciones y al que se le llena la boca al hablar de su esposa, la también actriz Jenna Dewan-Tatum a quien conoció en Step up (Bailando), película que le lanzó a la fama después de que Memorias de Queens mostrara el talento que había detrás de sus músculos. Y aun siendo la mezcla perfecta de belleza y humildad, talento y carne, suerte y empeño, ángel y demonio, Tatum es el primero en hablar de todo lo que puede ir mal a pesar de lo bien que le van las cosas. “Una película puede ser buena, pero no estar bien vendida. O mala, pero que funcione. Buena, pero que nadie la vea. O con malas críticas, pero que llegue al público. ¡Son tantas las combinaciones!”, añade con un suspiro.

Disfruta de su momento en la cumbre y lo que venga, vendrá. Para eso tiene, como dice, miles de malas ideas y otras tantas miles de buenas. “Me gusta sacarlas todas y ver lo que acaba funcionando”, se relame recordando esa cerveza que se tomó con Steven Soderbergh el día que le contó su pasado como stripper y del que nació Magic Mike, cinta que sin ser totalmente autobiográfica también ha escrito. Además, es copropietario de Constellation.tv, ese proyecto de cine-fórum global en las redes sociales, donde promociona el visionado de películas para que el público comparta sus comentarios durante la proyección y hasta cuente con la presencia de sus estrellas para el coloquio virtual. Para rematar, ya está planeando su futuro como director para el próximo año, porque le apetece meterse en la piel del famoso motociclista de acrobacias de los años sesenta y setenta Evil Knievel.

Genética 10 Tatum sale a más de tres películas por año en el último lustro. A la izquierda, en plan póster de habitación de ‘teenagers’ en ‘Querido John’ (2010). Arriba, con Rachel McAdams en ‘Todos los días de mi vida’ (2012). Abajo, con Matthew McConaughey en ‘Magic Mike’ (2012), película de Steven Soderbergh sobre su pasado sin ropa en las pistas de baile, y en ‘Indomable’ (2011), también de Soderbergh. Cambios Es el niño bonito de Steven Soderbergh, con quien repite en ‘The bitter pill’, que se estrenará el próximo año. Arriba, con Rooney Mara en un descanso del rodaje de esta película. Abajo, en tono épico en ‘La legión del águila’ (2011), y con Jonah Hill en ‘Infiltrados en clase’ (2012), adaptación de la popular serie de televisión ‘Jóvenes policías’, para intentar demostrar que, aparte de cuerpo, tiene otros registros.

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