La pasión por el teatro de Tomás Gayo
Desaparece a los 52 años uno de los hombres más comprometidos con la escena como productor, actor, director y dramaturgo Su cuerpo será velado mañana miércoles por la tarde en el Teatro de la Latina
Tomas Gayo Bautista, además de un hombre de teatro, era una pasión por el teatro, que ha desaparecido del panorama escénico español el pasado día 21 en Cancún (México), donde había ido a descansar y no pudo superar una neumonía contraída 10 días antes.
Sólo fue por pocos días, porque su entrega al teatro le impedía descansar más. Actor, en sus comienzos al lado de grandes como Nuria Espert y Fernando Fernán-Gómez. Director de escena, dramaturgo de varios textos, pero sobre todo uno de los empresarios y productores más comprometidos con lo que hacía, y arriesgado, muy arriesgado porque ponía en juego su criterio, su dinero, su prestigio, su vida…. Algunas escenas de esas producciones, algunas pequeñas lecturas de sus textos, se representarán mañana miércoles 25 en el Teatro de La Latina, donde se instalará su capilla ardiente de cinco a nueve de la tarde.
También se verá algo de su última producción estrenada hace escasas semanas en La Casa de la Portera, un teatro muy alternativo de Madrid: Sexageración, un montaje con cuatro textos, dos de él y dos de Javier de la Torre, donde se hablaba del sexo y sus obsesiones desde otro ángulo, inquietante, humorístico, novedoso. El espectáculo gustó tanto, y funcionó tan bien, que se ha programado en el Teatro Alfil a partir del día 4 de agosto.
Su compañía, esta última formada por los actores Geli Albaladejo, Jesús Gallo, Nerea Moreno y Miguel Hermoso. Este último ayer comentó: “Era un ejemplo de lucha, entrega y búsqueda de la fórmula para un teatro de valor cultural que fuera a la vez rentable; los miembros de su compañía estamos destrozados, incrédulos e indignados ante esta injusta pérdida”. Hermoso pone de relieve un gran constante de Gayo, intentar ganar dinero para lanzarse a nuevas aventuras teatrales.
Hace 52 años había nacido en Madrid, donde se licenció en la Escuela de Arte Dramático en 1979. Tan sólo un año después fundó su primera compañía Teatro de Actores, y diez años después su propia productora Tomás Gayo Producciones, con la que hizo 24 montajes. Los primeros años de su carrera trabajó en algunas películas y series de televisión La reina del mate, Boca a boca y El amor perjudica seriamente la salud, pero nunca hizo nada por seguir en esos medios: “Su vida fue el teatro, al que dedicaba todo su tiempo y todo el dinero que ganaba produciendo”, señala el periodista Antonio Castro con el que tenía relación profesional y de amistad.
Su última producción ambiciosa fue este año y con importante gira aún en activo, la versión teatral de La Familia de Pascual Duarte que ha dirigido Gerardo Malla, con gran éxito de público y crítica y actores como Miguel Hermoso, Ana Otero, Ángeles Martín, Lola Casamayor y él mismo, haciendo el papel de sacerdote, lo que ha impedido que se retomará la gira el pasado sábado en Oviedo. Gracias al éxito de este montaje la productora de Gayo pudo iniciar una tímida recuperación económica. Como tantas empresas teatrales, la suya había corrido el riesgo de desparecer ante los impagos de las administraciones, tanto de representaciones como de subvenciones.
Antes hizo sus versiones de obras de Samuel Taylor, Claude Magnier, William Douglas Home y Marc Gilbert Sauvajon, Nöel Coward, Rafael Alberti, Bryony Lavery y Carlos Arniches, lo que pone de manifiesto su ecléctico gusto por grandes autores, sin olvidar las dramaturgias realizadas a obras como La Noche de la Iguana, de Tennessee Williams; La Familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela; Una mujer sin importancia, de Oscar Wilde; La Tía de Carlos, de Brandon Thomas y Tirano Banderas de Ramón María Del Valle-Inclán. Teatro del grande. Ana Marzoa, que trabajó en varias ocasiones con él y hizo un potente trabajo en La noche de la Iguana, dijo ayer al conocer la noticia: “Era una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Productor honrado, generoso y con una paciencia infinita ante las injusticias que tuvo que soportar y como actor era humilde y con deseos de aprender y superarse”. Efectivamente a Gayo le gustaba subirse al escenario, pero siempre dejaba los papeles importantes a actores que él consideraba que brillarían más que él, aunque en muchas ocasiones se reservaba algún personaje para alimentar su pasión por la interpretación.
En 2004 comenzó a escribir guiones durante su estancia en la New York Film Academy, de la que sale con un máster de dirección y a su regreso no sólo escribe guión para series, el corto Ojos que no ven, Corazón…, y el largo Amarte es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo, sino que se lanza como autor de teatro con una primera obra La Madre vigila tus sueños, donde mima al máximo la producción. No ha más que ver que estuvo dirigida por Miguel Del Arco e interpretada por Ana Wagener, Mariano Peña, Carmen Conesa y Juan Díaz.
Siempre fue así, meticuloso y apasionado con su trabajo, con sus montajes, que iban desde producciones ambiciosas con las que tuvo éxito como La importancia de llamarse Ernesto (1995), El apagón (1997), El botín (1997) o las reposiciones de Pato a la naranja (2004) y La señorita de Trevelez (2008) a otras mucho más modestas. Muchas de sus numerosas adaptaciones, las realizó junto a Julio Escalada, y como productor tuvo el acierto de propiciar debuts teatrales de algunas figuras actuales, entre ellas Jesús Vázquez, María Esteve, Olivia Molina, Anne Igartiburu o el desembarco de Elvira Lindo al teatro con La ley de la selva (2010).
Babelia
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