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‘Vértigo’ renace entre los muertos

Se reedita en España 'Sudores fríos', la novela francesa en la que Alfred Hitchcock basó su 'thriller' El certamen de Cannes proyectará restaurada la película, en una sesión amadrinada por Kim Novak

Gregorio Belinchón

"El licor fresco no le tranquilizó. Seguía dándole vueltas al problema que le obsesionaba. Renée era Madeleine y, sin embargo, Madeleine no tenía nada que ver con Renée. Y ningún doctor Ballard sería capaz de resolver este enigma. A no ser que él, Flavières, estuviera equivocado desde el principio y la memoria le hubiera jugado una mala pasada. Había conocido tan poco a la verdadera Madeleine, la de años atrás... Habían pasado tantas cosas...". Cualquier cinéfilo reconoce al vuelo que si un texto habla de dos mujeres iguales (y una se llama Madeleine), cuya imagen se confunde en la memoria de un hombre que duda sobre son la misma o no, se está hablando de Vértigo, de Alfred Hitchcock, el clásico de 1958 que según las últimas listas de críticos (como la de Sight & sound) es la mejor película de la historia. Ahora se edita con nueva traducción en España Sudores fríos (RBA libros), de Pierre Boileau y Thomas Narcejac, la novela original en la que se basó el cineasta británico para un thriller que en menos de un mes podrá verse en Cannes en una proyección en la que lucirá con sus viejos-nuevos colores gracias a su restauración.

Los franceses Pierre Boileau (1906-1989) y Thomas Narcejac (1908-1998) repitieron en Sudores fríos (de entre los muertos) -que así era su título original y de ahí salió el nombre del filme que mantuvo durante mucho tiempo en España- el mismo esquema en 1954 que aplicaron a algunas de sus más de 40 novelas escritas a cuatro manos. En el libro El cine según Hitchcock, de François Truffaut, el cineasta francés le cuenta a Hitchcock que el libro estaba escrito para él, "para que a partir de ella realizara un filme". El británico le contesta: "Pero ya era un libro antes de que se compraran los derechos para mí". A lo que Truffaut le contesta que sí, aunque Boileau y Narcejac sabían que el cineasta había querido comprar Las diabólicas (otra de sus novelas), y que rápidamente redactaron algo similar para que Paramount picara el anzuelo. "Lo que me interesaba", resume Hitchcock, "eran los esfuerzos que hacía James Stewart para recrear una mujer, a partir de la imagen de una muerta".

Cualquiera que lea el libro descubrirá el gran giro que le diferencia de la película, que el mismo Hitchcock explica: "Solo al final el lector descubre, al mismo tiempo que el héroe, que se trataba de una misma mujer. Es una sorpresa final. En el filme, yo he procedido de otra manera. Cuando comienza la segunda parte, cuando Stewart ha encontrado a la muchacha de cabello castaño, decidí desvelar en seguida la verdad, pero solo para el espectador: Judy no es una muchacha que se parezca a Madeleine, es Madeleine misma". El británico le cuenta a Truffaut que a su alrededor todo el mundo estaba en contra, pero que creaba así un suspense fundamentado en esta interrogación: "¿Cómo reaccionará James Stewart cuando descubra que ella le ha mentido y que es efectivamente Madeleine?". Y aporta otro matiz: "Hay otro aspecto que llamaría sexopsicológico y es, aquí, la voluntad que anima a este hombre para recrear  una imagen sexual imposible; para decirlo de manera sencilla, este hombre quiere acostarse con una muerta; esto es necrofilia". Truffaut le cuenta que cree que le gusta mucho Vértigo; sin embargo, su interlocutor le contesta: "Me molesta mucho el fallo que hay en el relato". Se refiere a que el marido sepa que Stewart no llegará a lo alto del campanario por el vértigo.

Sudores fríos se desarrolla durante la II Guerra Mundial en París (la primera parte) y Marsella (la segunda). Por eso, junto a la trama, hay un cierto reflejo de los miedos de vivir en mitad de una ocupación y de las penurias económicas que sufren los franceses. Da mayor verosimilitud a toda la atmósfera de apariciones y desapariciones. Hitchcock traslada toda la acción a San Francisco y cuenta con cuatro bazas excepcionales: la música de Bernard Herrmann, los títulos de crédito de Saul Bass, James Stewart y Kim Novak. Hitchcock había contratado a Vera Miles (Falso culpable), pero esta se quedó embarazada y recurrieron corriendo a Novak. A él nunca le gustó el trabajo de ella ("La señorita Novak llegó al estudio con cabeza llena de ideas que, desgraciadamente, no podía compartir"; "se jactaba de no usar sujetador"), y siempre criticó injustamente a Novak.

El rodaje se aplazó en varias ocasiones y se chupó a varios guionistas; el resultado en su momento no volvió loco a nadie. Con el tiempo, la película se convirtió en un clásico, y ahora, tras leer el libro, uno siente la misma pasión por un thriller bien hilvanado. Cuando llegue la proyección de gala en Cannes, a Novak le preguntarán por sus problemas con los trajes de chaqueta de color gris (se negaba a usarlos para cabreo de su director) que tanto marcan a la protagonista en la primera parte del metraje, si sigue pensando que la música de The artist violaba a la de Vértigo, y sobre sus recuerdos -¿diabólicos? ¿terribles? ¿dulcificados por el tiempo?- del rodaje. hasta ese momento, mejor leer por primera vez en español Sudores fríos.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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