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las colecciones de el país

Política en los tiempos revueltos

Hoy, ‘Los idus de marzo’, de George Clooney, por 2,95 euros

G. B.
Desde la izquierda George Clooney, Philip Seymour Hoffman y Ryan Gosling en 'Los idus de marzo'.
Desde la izquierda George Clooney, Philip Seymour Hoffman y Ryan Gosling en 'Los idus de marzo'.

Hay un momento en Los idus de marzo en el que se entrecruzan las miradas de un gobernador con aspiraciones presidenciales y su joven exayudante, que ha sido deglutido en una intrincada partida de ajedrez en la que ha habido devaneos políticos, corruptelas varias, intrigas entre partidos, amoríos entre colegas y adulterios. Lo que días antes hubieran sido ojitos amorosos es ahora un choque acerado de odios. Y en ese momento Clooney saca pecho como director: como actor encarna al gobernador, pero como cineasta deja que la cámara quiera al auténtico protagonista, el político incipiente, el chaval que descabalgado de la inocencia se ha convertido en una pesadilla andante, el ayudante al que da vida Ryan Gosling.

Como director, Clooney marca cada trabajo con un talento descomunal. No es cineasta de artificios ni en la forma ni en el fondo. Le gustan las historias con aroma a thriller político de los setenta, y guiones con mordiente y bastantes personajes que reparte entre amigos y actores de categoría. Incluso hasta en su peor película, Ella es el partido, hay aroma a clásico y bastantes argumentos para defenderla con corazón. En las buenas se sale: Confesiones de una mente peligrosa, Buenas noches, y buena suerte y esta Los idus de marzo, basada en una obra de teatro, Farragut north, de Beau Willimon, con todo tipo de periodistas y asesores políticos hipnóticos para un intérprete: por eso aparecen Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Ryan Gosling, Evan Rachel Wood, Marisa Tomei y Jeffrey Wright, gente más interesada en cine inteligente que en el rodar por rodar. Los idus de marzo habla de la política de la peor calaña, de la suciedad que empozoña a algunos de esos “servidores del pueblo”. La brillantez y los fuegos artificiales de las campañas políticas solo se ven en todo su esplendor en Estados Unidos —Clooney juega con la imaginería del mejor Obama y el encanto sexual clintoniano— pero la zafiedad, esa, vale para cualquier democracia: incluida la española. Y en Los idus de marzo algún detalle recuerda a lo que estamos viviendo en estos momentos. Otra razón para idolatrar a Clooney.

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Sobre la firma

G. B.
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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