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Nace la Academia de las Artes Escénicas de España

El dramaturgo José Luis Alonso de Santos preside la entidad que se ha puesto en pie tras muchos intentos fallidos

No debía ser tan fácil cuando numerosos profesionales del mundo del teatro y la danza habían intentado ponerla en pie en diferentes ocasiones en la última década, aunque nunca nadie llegó a buen puerto. Esta vez, tras dos años de continuas reuniones, ya que había que poner de acuerdo con las distintas visiones sobre lo que debe ser una academia, el proyecto ha llegado a buen puerto y ha nacido la Academia de las Artes Escénicas de España (AAEE), presidida por el dramaturgo José Luis Alonso de Santos, con el autor y director Antonio Onetti, como secretario general, y con el productor Jesús Cimarro y la coreógrafa Rasángeles Valls, como vicepresidentes. Otros conocidos nombres de la escena figuran en la junta directiva de la nueva entidad, entre ellos los directores José Carlos Plaza y Carme Portaceli, las actrices Ana Belén y Magüi Mira, los autores Fermín Cabal y Rodolf Sirera y la coreógrafa Mónica Runde.

Una de las primeras actividades púbicas de la AAEE ha sido el nombramiento de sus diez primeros Miembros de Honor, elegidos por votación directa entre 240 académicos. Los primeros han sido la mezzosoprano Teresa Berganza; el tenor y compositor Plácido Domingo; los bailarines y coreógrafos Nacho Duato y Víctor Ullate; las actrices Nuria Espert y Concha Velasco; el actor y director teatral José Luis Gómez; el teórico teatral y dramaturgo José Monleón; el dramaturgo, escenógrafo y director de escena Francisco Nieva y el director de teatro y ópera Lluís Pascual. Al escenógrafo y productor Andrea D’Odorico se le llegó a comunicar la decisión de tenerle entre los primeros miembros de honor, pero falleció al poco tiempo de conocer esta noticia y ha recibido, a título póstumo, la primera Medalla de Oro de la AAEE.

Alonso de Santos habla del proceso seguido estos dos años, desde los primeros encuentros, que en principio se impulsaron desde la SGAE, hasta las reuniones más o menos regladas con debates a los que fueron incorporándose profesionales de muy diferentes ámbitos.

La actriz Ana Belén sostiene que la AAEE sirve para preservar el potencial artístico del teatro: “Para transmitir a los jóvenes ese patrimonio en todas las ramas de las artes escénicas y cubrir el hueco que no cubre un sindicato”, mientras su compañero de la junta directiva, Cimarro, matiza que también sirve “para unir al sector que no tenía un lugar de encuentro de las personas, lo más importante es que hay gentes de todos los sectores y cubrirá los vacíos que hay en nuestro oficio y que no cubren las asociaciones profesionales que existen”.

Entre los escollos que fueron surgiendo estuvo la nomenclatura de la entidad, que unos querían fuera la de Academia del Teatro y otros, que defendían la fusión que hoy se da entre diversas artes escénicas, optaban por como finalmente se ha llamado. También se chocó con el deseo de algunos grupos catalanes que se manifestaron en contra de estar integrados en un organismo nacional español, e incluso hablaron de que se tenía que crear la Academia Catalana simultáneamente. Finalmente se dejó claro que lo que se estaba creando era la AAEE y no otra cosa y algunos se retiraron del proyecto, no así muchos profesionales catalanes que, de manera individual, se han incorporado a la AAEE, como el autor Benet i Jornet y el actor José María Pou, entre otros. Otro catalán integrado en la AAEE, Lluís Pasqual, cree que tal vez la academia sirva, entre otras cosas, para recordar que ya en la Grecia Clásica el teatro, además de un bien social común, era una de las Bellas Artes: “Y algunas veces, no muchas, bien es cierto, aún es así”.

Cuando llegó el momento de crear estructuras, como estatutos y reglamento, echaron mano de los ya existentes en instituciones similares del mundo entero: “Pero nos sentimos especialmente en deuda con la Academia de Cine, como referente más cercano, aunque también estudiamos detenidamente las de televisión y música de nuestro país”, señala Alonso de Santos, quien recuerda esa época, en la que se definieron fines y razones de ser, como bastante ardua, sin olvidar las numerosas asambleas con profesionales muy cualificados con los que contrastar el trabajo hecho.

A partir de ahí se alquiló un local en el madrileño barrio de Chamberí, se creó un logo, y se abrió concurso para contratar a la única persona con sueldo de la AAEE, ya que el resto tienen cargos altruistas y todos los miembros pagan igual (110 € por ingresar y una mensualidad de 10 €). La AAEE está estructurada en cuatro departamentos: régimen interno, económico, actividades (entre otras la creación de una revista) y premios y distinciones.

“Si bien todo este tiempo nos hemos preocupado mucho del continente, en el congreso que vamos a celebrar en Urueña [Valladolid] del 6 al 8 de marzo, se dotara de un cuerpo más sólido a la AAEE, ya que estaremos debatiendo ponencias, comunicaciones y surgirá una fundamentación filosófica, de donde emanará un Libro Blanco del estado de la situación de las artes escénicas”, apunta Alonso.

En cuanto a los Premios Max de las Artes Escénicas que organiza la SGAE anualmente, Alonso de Santos afirma que la AAEE no tiene infraestructura ni dinero para asumirlos: “Poco a poco iremos colaborando, pero la AAEE no nace para canalizar premios, no es un sindicato reivindicativo, ni una asociación del sector, aquí lo que hay que defender es la excelencia, aunque este es un debate muy serio que origina muchos roces…, la AAEE tienen contradicciones y en Urueña debatiremos todo esto”.

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