El Museo de Bellas Artes de Asturias duplica su espacio y abre al público
Culminan 7 años de obras y una inversión de 27 millones para una ampliación
Tras ocho años de obras y una inversión de 27 millones de euros en el reducto fundacional de la ciudad de Oviedo, el Museo de Bellas Artes de Asturias, la principal pinacoteca de la comunidad, con una colección integrada por casi 15.000 obras, entre pintura (unas 1.500), escultura, dibujo, grabado y artes industriales (unas 4.000 piezas), estrena su nueva ampliación, con la que ha duplicado su superficie (de 4.000 a casi 8.000 metros cuadrados) y ha ganado en visibilidad urbana. Desde hoy está abierto al público.
Tras la agregación de varios edificios anexos, mediante un proyecto de rehabilitación del arquitecto navarro Patxi Mangado, que ha respetado la fisonomía histórica de las edificaciones incorporadas, el museo asturiano, que hasta ahora se constreñía entre las calles recoletas del Oviedo histórico, ha expandido sus posesiones hasta confluir, con una de sus fachadas, en el gran espacio abierto de la plaza de la catedral.
Las obras, adjudicadas en 2007 y costeadas por el Gobierno del Principado, tenían un plazo de ejecución de 23 meses, pero se dilataron por múltiples imprevistos. La actuación en el área urbana fundacional de la capital asturiana acabó derivando en arqueología, por la aparición de restos romanos y también vestigios de la época de la monarquía asturiana, como ya ocurrió en otras actuaciones arquitectónicas –también privadas- que se acometieron en los últimos tiempos en el corazón de lo que Leopoldo Alas “Clarín” denominó en el XIX como Vetusta.
El Bellas Artes de Asturias data de 1980, aunque es continuador de un proyecto previo que se remonta a 1969, cuando se creó la Fundación Pública Centro Provincial de Bellas Artes, constituida por la entonces Diputación provincial y el Ayuntamiento de Oviedo. El origen como concepto museológico, y con un planteamiento científico, fue paralelo al despertar autonómico. Como museo se abrió al público el 19 de mayo de 1980.
Hasta ahora ha ocupado tres edificaciones vetustas (Casa Oviedo-Portal, la Casa de Carbajal-Solís y el Palacio de Velarde, de los siglos XVII, XVIII y XX), comunicadas entre sí y con accesos desde las calles de la Rua y de Santa Ana, un entorno en el que conviven edificios de diferentes siglos y estilos. Una política muy activa de compras de arte español y asturiano, así como de algunas escuelas europeas (sobre todo, italiana y flamenca) y la incorporación de la colección privada de financiero desaparecido Pedro Masaveu Peterson, entre otras donaciones y daciones, llevó en 2002 a emprender la adquisición de cuatro edificios adicionales en la misma manzana hasta alcanzar la esquina con la plaza catedralicia.
La adjudicación de las obras se produjo mediante un concurso, al que optaron ocho proyectos. Mangado (Estella, Navarra, 1957) planteó una intervención que preservara «la capacidad simbólica y de representación» del lugar y que permitiera «establecer un diálogo entre la historia y una arquitectura contemporánea», dotando al museo «de espacios expositivos amplios donde los cuadros pudieran ser vistos en toda su amplitud, con perspectiva».
El arquitecto postuló la preservación de «la imagen urbana» mediante la conservación de «los lienzos de fachada de los edificios», y acometiendo desde dentro una nueva construcción, en la que coexisten el vidrio y el aluminio, y que es perceptible desde el exterior como una segunda fachada.
El objetivo capital del diseño fue garantizar “la neutralidad de los materiales» con especial cuidado a la luz. «El espacio y la luz» fueron los elementos nucleares que priorizó el autor, para quien las instalaciones hasta ahora disponibles no hacían justicia, por su estructura arquitectónica interna, a «una colección de tanta envergadura».
En la reconfiguración que ahora se ha acometido se han habilitado «espacios grandes para que las obras luzcan espectaculares». Y se ha dotado al edificio de un lucernario. En la inauguración oficial, el lunes, Mangado dijo que «la arquitectura es el silencioso acompañante de una colección maravillosa».
El presidente asturiano, Javier Fernández (PSOE), se comprometió a abordar una segunda fase de la ampliación, como reclama el arquitecto. Esto lo decidirá el Gobierno que emane de las urnas en mayo. Fernández criticó la ausencia del alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, del PP. El gobierno municipal considera que el centro se ha abierto sin que esté finalizado.
El Museo de Bellas Artes de Asturias, con fondos artísticos que cubren el periodo entre los siglos XIV y XXI, es una institución con más prestigio que popularidad. En parte también por una política de escasa promoción. Hasta ahora la sede museística apenas tenía rótulos externos e indicadores en la calle. En el último año lo visitaron, según los datos oficiales, casi 60.000 personas. Una medida de 167 visitantes al día.
La muestra inaugural que alberga la ampliación es una exhibición de 207 obras de arte contemporáneo de los siglos XX y XXI, con obras de Sorolla, Regoyos, Anglada-Camarasa, Casas, Valle, Piñole, Paulino Vicente, Goico-Aguirre, Laviada, Picasso, Dalí, Miró, Gargallo, Blanchard, Torres-García, Gutiérrez Solana, Luis Fernández, Aurelio Suárez, José María Navascués, Sanjurjo, Mieres, Amador, Kely, Oteiza, Rivera, Saura, Equipo Crónica, Tàpies, Barceló y Palazuelo. Esta muestra convive con una exhibición permanente de 400 obras en los edificios fundacionales de la pinacoteca.
Los fondos del museo incluyen obra de El Greco, Goya, Maestro de Palanquinos, Saura, Oteiza, Regoyos, Nonell, Gutiérrez Solana, Pedro Berruguete, Tiziano, Veronés, Ribera, Zurbarán, Carducho, Meléndez, Fierros, Martínez Abades, Menéndez Pidal, Uría, León y Escosura, Anglada Camarasa, Madrazo, Pérez Villamil, Romero de Torre y otros.
Babelia
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