Cocinero antes que fraile
Brillante concierto de Jukka-Pekka Saraste, Rudolf Buchbinder y la orquesta de la WDR
Si el instrumento habitualmente asociado con los directores de orquesta es el piano, con los finlandeses es diferente. La mayor parte de los maestros actuales del país escandinavo iniciaron su carrera como integrantes de una orquesta ya fuera como violinistas (Okko Kamu, Sakari Oramo o John Storgards), violonchelistas (caso de Susanna Mälkki o Hannu Lintu) o clarinetistas (como Osmo Vänskä). Jukka-Pekka Saraste (Heinola, 1956) no es una excepción y a comienzos de los ochenta cambió el arco del violín por la batuta de director. En 1987 dio el salto definitivo desde el atril al podio con su nombramiento como responsable de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Finlandia. Esa condición de haber sido cocinero antes que fraile y de conocer bien lo que pasa en la cocina, por utilizar nuestro refranero, aporta a su trabajo con una orquesta un plus de eficacia y aplomo. Lo hemos podido comprobar en su gira por Alicante, Girona, Barcelona, Zaragoza y Madrid al frente de la WDR de Colonia que dirige como titular desde 2010.
Su concierto en Zaragoza del pasado martes se inició con una versión plenamente convincente del Concierto para piano nº 5 de Beethoven, más conocido por el sobrenombre de Emperador que le diera Cramer. Saraste opta por un Beethoven tradicional sin guiños historicistas tan a la moda. Ello le permite centrarse más en el fraseo y el equilibrio formal que en exagerar los contrastes en una composición ya de por si agresiva y grandiosa; recordemos que fue inspirada por las vivencias del compositor durante la ocupación napoleónica de Viena en 1809. Como solista actuó el pianista austriaco Rudolf Buchbinder (1946), todo un especialista en Beethoven, que aportó gran propulsión y energía pero también exquisitos detalles de rubato y dinámica.
XXI TEMPORADA DE GRANDES CONCIERTOS DE PRIMAVERA 2015
Rudolf Buchbinder, piano. Orquesta Sinfónica de la Radio de Colonia. Jukka-Pekka Saraste, director.
Obras de Beethoven y Tchaikovsky. Zaragoza, Auditorio, 9 de junio de 2015.
La segunda parte se centró en la Sexta sinfonía de Tchaikovsky, cuyo sobrenombre de Patética debemos en este caso a su hermano Modest. Saraste optó por un Tchaikovsy intenso y atmosférico en el movimiento inicial, subrayando lo que inspiró a Sibelius sus primeras sinfonías. Hubo elegancia en el vals asimétrico del Allegro con grazia, precisión y mesura en el frenético tercer movimiento y pathos en el Adagio lamentoso. Ese programa oculto donde el compositor narra los quebrantos que padeció en una sociedad que no aceptaba la homosexualidad produjo al final unos segundos absolutamente mágicos de silencio. Un precioso y espontáneo homenaje a Pedro Zerolo.
Babelia
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