Pamplona, inaudita capital del flamenco
La segunda edición de Flamenco on Fire reúne un plantel de lujo
Dorantes y Marina Heredia acaban de ofrecer un bello recital en el Baluarte, orgullo de la ciudad, y el público los ha despedido puesto en pie. Muchos de esos espectadores se dirigen ahora deprisa hacia el cercano hotel Tres Reyes, sede del festival, donde a continuación, a la manera de un viejo tablao, con cena o copa incluida, van a actuar dos bailaores geniales en un mano a mano insólito: Farruquito y Juan Ramírez.
El espectáculo resulta apoteósico, el escenario se cubre de claveles, la gente está al borde del éxtasis, jalea a los bailaores, los piropea, los obliga a saludar repetidamente. Y después, cuando la actuación acaba, en el mismo salón hotelero, se improvisa un amplio corro. Los alumnos de Eva La Lagartija, directora de una academia de baile local, van saliendo sin descanso a darse estilosas pataditas por bulerías, incluida la propia Eva, delgadísima (de ahí el apodo), con más pinta de haber nacido en un suburbio de Estocolmo que en una cueva del Sacromonte.
Y más: cuando los espontáneos artistas agotan su repertorio, la fiesta sigue en otra sala del hotel, ahora de nuevo con la participación de Farruquito, Ramírez y hasta del maestro Pepe Habichuela. Y así, hasta las cinco de la mañana, hasta las claras del día, como dicen que eran las viejas fiestas de flamencos que ya nadie conoce, que se han extinguido en todas partes.
¿En qué lugar de Jerez o de Sevilla está ocurriendo todo lo hasta aquí descrito? ¿En qué ciudad andaluza? En Pamplona. ¿En Pamplona? ¿Pues no habíamos quedado en que a los malos flamencos, a los que tocaban o cantaban torcidos se les mandaba pa Pamplona? Pues sí, así era antes, pero ahora, al parecer, Pamplona se está convirtiendo en una de las ciudades del flamenco, del buen flamenco.
Un nombre propio
El aparente misterio tiene un nombre: Flamenco on Fire, que este año celebra tan solo su segunda edición entre el 22 y el 30 de este mes de agosto. Y tiene un nombre propio: Miguel Morán, un hombre curtido en este tipo de eventos, fundador en su día del ahora famoso Festival de Benicàssim. “Yo casi no conocía Pamplona, pero me ocurría igual en su día con Benicàssim, que no conocía la localidad, que no era conocida por casi nadie. Aparecí por allí un día y decidí que era un buen lugar para lanzar un festival”, explica Morán. Pamplona, que aparentemente queda a trasmano de cualquier ruta flamenca, como Benicàssim, que quedaba extramuros de cualquier zona musical.
Sin embargo, el milagro tiene explicaciones no tan azarosas. En primer lugar, en esta ciudad nació en 1912 uno de los grandes genios de la guitarra flamenca, Agustín Castellón Campos, el gran Sabicas, al que Paco de Lucía reconocía como uno de los grandes maestros del género, y que contribuyó al conocimiento mundial del flamenco en general.
Pero más allá de la existencia de esa figura, ocurre que el flamenco ya no es cosa de peñas ni de familias de Jerez o Sevilla, o no es solo cosa de esos lugares y gentes. Hoy el flamenco es un arte con prestigio universal (aunque en realidad lo es desde hace mucho tiempo) y sus espectáculos se nutren de un público, nacional o extranjero, pero variopinto, joven, estudiantil, eminentemente urbano, con un cierto nivel de cultura.
En este sentido, un conocido representante andaluz de artistas flamencos, Antonio Montoya, explica de manera contundente: “De Madrid para arriba, si las cosas se hacen bien y con profesionalidad, el flamenco es éxito seguro. De Madrid para abajo, nunca se sabe”. Paradójico, pero así parece ser, y Pamplona es un ejemplo claro.
Son diez días intensos, con espectáculos centrales en los escenarios del Baluarte, ciclos nocturnos, conferencias, rutas gastronómicas y fiestas improvisadas en cualquier momento. Por las calles de Pamplona, pasean estos días artistas de la categoría de Farruquito, Antonio Canales, Estrella Morente, Dorantes, Remedios Amaya o Manuela Carrasco, entre otros. Representantes y periodistas especializados, como Juan Verdú, Joaquín Albaicín, Velázquez-Gaztelu o Balbino Gutiérrez.
Las asociaciones gitanas locales y otras relacionadas con el flamenco se han implicado con pasión. El aparente milagro se explica desde luego por la experiencia en la gestión de Miguel Morán. ¿Alguien da más? Pues sí, Flamenco on Fire solo piensa en crecer y extenderse por otras ciudades. Definitivamente, Pamplona quiere dar el cante y parece que fustes no le faltan.
Un elenco de estrellas del cante y el baile
Farruquito. El bailaor ha llegado a Pamplona con Improvisao, un espectáculo que refleja la verdad y las raíces del flamenco íntimo.
Antonio Canales y Manuela Carrasco. Ambos bailaron juntos en 1997 y en el 2003. Ahora se produce Reencuentro, un espectáculo donde lo mejor del baile femenino y masculino se rinden homenaje mutuo.
Estrella Morente. La hija de Enrique Morente refleja en la historia de El amor brujo todo el misticismo de la cultura gitana.
Dorantes y Marina Heredia. Ambos interpretan Las esencias, un viaje que les lleva por paisajes sonoros desde Buenos Aires a Tetuán.
Remedios Amaya. La torrencial cantaora estrena Del corazón al aire, arropada por otros seis artistas.
Jorge Pardo. Trae La Cumbre Flamenca Latin Jazz con Javier Colina, Jerry González, Caramelo y Rycardo Moreno.
Babelia
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