‘Vulcania’, la joya de una mala cosecha
El debut en la dirección de José Skaf, lo más destacado del poco cine español fantástico y de terror presente en Sitges
Las causas pueden ser muchas, pero la consecuencia es una: hay poco cine español –y solo dos películas en el concurso oficial- este año en el certamen de Sitges, que no deja de ser el escaparate de los productos fantásticos y de terror de la industria patria para el resto del mundo. ¿Causas? Algunos de los habituales de este certamen, como Kike Maíllo o J. A. Bayona están ahora en el montaje de sus siguientes trabajos; otros, como Paco Plaza o Jaume Balagueró, están en preparación. El thriller español más ambicioso del año, Regresión, de Alejandro Amenábar, que aúna suficientes elementos fantasmales y de terror como para haber estado en Sitges, inauguró el Festival de San Sebastián. Otro thriller, El desconocido, de Dani de la Torre, pasó por Venecia y San Sebastián y ya está también en los cines. La productora Filmax, otrora cantera de muy diversos filmes para este certamen, no pasa sus mejores momentos económicos. Ni en general la industria, que ha visto cómo el presupuesto medio de una película española ha caído en cinco años de 3,2 millones a 1,3 millones de euros. Incluso el éxito de Ocho apellidos vascos en taquilla ha llevado a que los productores abandonen el antes fértil panorama del terror y vuelvan a la comedia, el género clásico de los ochenta.
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El resultado es que en la sección oficial solo hay dos títulos, Vulcania y El cadáver de Anna Fritz, obras ambas de sendos debutantes, José Skaf y Hèctor Hernández Vicens. Y en las Sesiones Especiales de la Oficial, otros dos, también óperas primas: Segundo origen, de Carles Porta, que se ha estrenado a la vez en salas comerciales, y Summer camp, de Alberto Marini, el guionista de Mientras duermes, Extinction (otro posible filme para Sitges, pero sus productora y distribuidora prefirió estrenar en verano) y El desconocido. Como detalle final de la sequía: tras años manteniendo la tradición, Sitges no se inauguró con una película catalana, sino con la estadounidense The witch.
De todas ellas la de más empaque es Vulcania, de José Skaf, una distopía sobre clases sociales, opresiones, falsos líderes… Con un presupuesto muy ajustado, rodada en muy pocas semanas en el Pirineo catalán donde encontraron el pueblo perfecto para la trama, con un gran reparto y guion interesante, Skaf, argentino de 35 años, licenciado en Comunicación Audiovisual en España y que trabaja en el Canal TCM, ha logrado darle una vuelta a la típica historia de escapada de un mundo cerrado. “No había intención de discurso político, queríamos hacer una película entretenida, pero hay ciertos paralelismos con lo que pasa hoy en el mundo, y me interesa el cine de aventuras que cuenta algo más y te hace reflexionar”. El protagonista vive en un pueblo encerrado en un valle, en donde todos los habitantes trabajan en una fundición. La comunidad está dividida en dos grandes familias, y un líder mesiánico alienta el esfuerzo de todos por mantener vivo el fuego. En Vulcania hay desde referencias a Take shelter, La fuga de Logan y a El mago de Oz, como a todo tipo de clásicos como 1984, de George Orwell, y, por supuesto, El bosque, de M. Night Shyamalan. “Diego Soto, el coguionista, y yo hemos leído y visto mucho, hemos absorbido de todo”.
A pesar de un reparto que encabezan Miquel Fernández y Aura Garrido, a quienes acompañan José Sacristán –devenido en los últimos tiempos en musa del nuevo cine español-, Sílvia Abril, Ana Wagener y Gines García Millán, Vulcania ha sufrido mucho para levantar su producción. “Ha sido muy complicado. Por suerte los actores son muy buenos, y eso me ha salvado en el rodaje porque ensayamos poco. Cuando tienes que correr, necesitas gente muy eficaz, intérpretes que conocen el reparto”. Vulcania ha sido la sorpresa del fin de semana en Sitges.
Babelia
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